por Vilma Álvarez
Socialismo Revolucionario
Cinco días duró la huelga de Walmart. Sus fortalezas, por parte de las y los trabajadores, fueron las enormes ganas de mostrar al mundo que en Chile una empresa que es un consorcio internacional paga los peores sueldos y sostiene malas condiciones de trabajo. Lo que se muestra especialmente, cuando se trata de introducir tecnología, predominando el abuso, al imponer nuevas tareas ajenas a las labores cotidianas o pactadas en el contrato, con la excusa que se hace para que los y las trabajadoras no pierdan su trabajo.
Como fue una huelga no preparada corrió todos los riesgos, particularmente, el que se le escapara de las manos de la directiva. Una huelga que, finalmente, queda la sensación que solo fue usada para fines personales y de grupos de poder político.
Surgieron en estos cinco escasos días formas de solidaridad infinita por otros sectores de trabajadores de la misma empresa que no estaban en huelga. Es el caso de la paralización de las cajeras en sus puestos de trabajo en el Líder Plaza Vespucio. Este tipo de acciones nos muestran que una nueva etapa en la lucha por nuestros derechos como trabajadores se comienza a abrir y es claro que tanto la empresa como las directivas amarillas temen.
Lo negativo de esta lucha es que queda trunco el deseo de mejorar las condiciones económicas de los trabajadores en el formato Acuenta, Ekono y Mayorista. La discriminación entre trabajadores antiguos y nuevos, de un formato u otro, es un factor muy malo que ha sido impuesto por años al interior de todas las empresas y se ha normalizado por parte de las directivas sindicales.
Tenemos que luchar por terminar con las discriminaciones que solo favorecen a los empresarios. Todos y todas somos trabajadores. Todos y todas debemos tener los mismos derechos.
La tarea pendiente es democratizar las organizaciones sindicales dado que muchos dirigentes de los que hoy encabezan los sindicatos del comercio son dirigentes financiados por las empresas y que, como en esta oportunidad, acuerdan bajar la huelga por intereses personales.
Lo acordado con la empresa es una miseria. Un 3,6% es solo un punto sobre el IPC y el bono de término de conflicto es inferior a la anterior negociación en un 30%. Más aún si se considera que se descontarán los días de huelga. Una verdadera estafa.
La tarea ahora es hacer correr, por parte de los socios y delegados, una censura a nivel nacional para remover esta directiva nefasta. Necesitamos enfrentar unidos las políticas pro empresa del gobierno de Piñera, y sobre todo, en consideración a que se avecina una crisis económica que nos exige tener dirigentes y organizaciones sindicales a la altura, para impedir que los empresarios nos hagan pagar los costos de su sistema económico.
Necesitamos dirigentes que convoquen a la unidad más amplia de la clase, resueltos a luchar hasta el final.
¡Por la democratización de nuestras organizaciones!
¡A luchar por una central sindical única al servicio de las y los trabajadores!