por Daniel Logotetti
Lo coyuntural nos juega, las más de las veces, una mala pasada. Nos muestra la foto de una bella mujer o un joven elegante que al pasar nos embelesa. Por un momento olvidamos lo que teníamos que hacer ese día o, peor aún, hasta quizás nos olvidemos de los objetivos de nuestras vidas, el amor que nos espera en casa, nuestros niñitos, el pan que debemos ganar para llevarles. Ese día debíamos hacer el trámite para la garrafa social, inscribir a la nena en la escuela y laburar, viejo, laburar. Hay que llegar a la población con el pan de cada día. Entrar a casa sabiendo que hoy debíamos continuar con la pieza del fondo para el pibe que ya es grande y no puede compartir el espacio con la nena, el viejo proyecto, el genuino. Cuando recobramos la “conciencia” nos damos cuenta que aquello fue solo un espejismo, que nuestras vidas discurren por otros laberintos mucho mas difíciles que los de la imaginación. Porque tenemos un proyecto de vida colectivo que empieza en nuestra familia, continúa con el barrio, la vecinal, el asfalto de las calles, el agua potable para todas las viviendas y otras cosas mucho más tangibles que las que pretende nuestra tramposa imaginación, tan lejos de los objetivos que nos planteamos en nuestras vidas.
Y todo por un momento, un resplandor, una foto.
Algo así nos sucede con nuestros análisis de la coyuntura, a los que dedicamos horas y horas.
Ustedes fíjense que desde que nos levantamos toda la prensa, independientemente de su tendencia política, aparece como ese flash, con las noticias más atractivas que pudiéramos imaginar. Fotos espectaculares, títulos en su gran mayoría catastrofistas, que cae Piñera que no, que el Congreso… Miren, estamos especulando con la caída de Piñera desde el 18 de octubre por lo menos. Y le seguimos dedicando páginas enteras. Cuánta tinta! Cuánta prosa de buena calidad elaborada para tan insignificante personaje de nuestra historia, detrás del cual se esconde la burguesía chilena y la gran mayoría de la izquierda socialdemócrata.
Hagamos el esfuerzo de salir de esa lógica y pongámonos a ayudar a los activistas obreros sociales y estudiantiles a superarlas trabas para desarrollar su actividad. Y en ese camino no nos olvidemos de la piecita del fondo…!
El Matapacos nos lo va a exigir. Mejor aún: la gente de carne y hueso, los trabajadores y los pobladores.
El empeño va a estar dado por tratar de fundirnos con los activistas en lugar de mirarlos desde arriba, desde la superioridad que nos da la engañosa certeza de nuestros sesudos análisis coyunturales, creyéndonos sabedores de las soluciones que todos ellos necesitan.
El Matapacos será eso o no será.
Daniel Logotetti
Laburantes.org