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Compañero Moris Faraggi: hasta el socialismo, siempre

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EL PORTEÑO

por Gustavo Burgos

Moris Faraggi, el «Colorín», (6 de octubre 1952-17 de abril de 2021) fue un revolucionario y un sobreviviente. Hijo de un sobreviviente del Holocausto en Macedonia, sobreviviente él mismo de la Guerra del Iom Kippur en la que participó como soldado de ingeniería marítima en el canal de Suez, sobreviviente —una cosa extrañísima— del atentado de 1983 en el aeropuerto de Orly en París y de un grave accidente automovilístico. Pero no sobrevivió al COVID-19.

Integró el puñado de militantes que dieron vida a la Liga Obrera Bolchevique (LOB) de filiación trotskista en Valparaíso, que en el año 1981 se unió a Izquierda Socialista (IS) también de filiación trotskista e integrada a la corriente política orientada por Nahuel Moreno. Es el punto de partida del desarrollo de esta corriente política que se forjó en los aciagos días de la Dictadura de Pinochet. El Colorín tuvo un rol destacado en ese proceso el que llevó, a la nueva organización, a ser parte de la fundación de la Liga Internacional de los Trabajadores de la Cuarta Internacional en la ciudad de Bogotá en 1981.

Colorín fue un compañero generoso y solidario buscando siempre el fortalecimiento de la organización. Por esas cosas de la vida Colorín se alejó de la militancia y de la organización pero siempre lo recodaremos por esa rica etapa de su juventud en que dio lo mejor de sí para contribuir a la formación de un partido revolucionario internacionalista, tarea pendiente que las viejas y nuevas generaciones continuamos en la actualidad.

Quien escribe estas líneas nunca supo su nombre civil —Moris Faraggi— y me resulta extraño denominarlo de esta forma, quizá además porque a un combatiente nunca se le despide. Lo recordamos como el revolucionario obrero que fue, puño en alto. ¡¡Hasta el socialismo, siempre!!

1 Comentario

  1. Para los que conocimos a Moris, y militamos con él, sabemos que no fue «por esas cosas de la vida» que abandono el MAS, se sintió traicionado por sus compañeros, y termino alejado pero contribuyendo con dinero para pagar el local del partido en Av. España. Fui su amigo fuera de la militancia y a traves de los años posteriores conoci a un maravillso ser humano que no tiene nada que ver con la semblanza que escriben, una semblanza sin el mas minimo sentimiento ni cercanía por esa bellísima persona que siempre tenia un abrazo, un apoyo, un darse a los demás con tanta generosidad. Charles Plisnier habla de una santidad para la que Dios no tiene nombre… Moris Faraggi, El Colorin, era esa santidad hecha carne.

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