La Convención Constitucional, nace del Acuerdo por la Paz del 15 de noviembre de 2019 cuando la élite política, que estaba desesperada, se unió a un gobierno igualmente desesperado en la búsqueda de posibles respuestas a un pueblo movilizado y empoderado que pretendía cambiar las cosas de raíz en Chile.
La clase dominante tenía que buscar una forma de detener el proceso revolucionario en curso. Para esto, tanto la oposición al gobierno como la derecha oficialista se unieron con el fin de enfrentar a los movimientos sociales y decidieron enfrentarlo con la celebración de un acuerdo en el que ese enemigo debería quedar ausente y solo podrían estar, quienes estaban por salvar el sistema.
La élite dominante ideo la forma para frenar el proceso de auto organización de las masas, para eso termino aliándose con todos aquellos que habían defendido el derecho de la clase dominante, declarando la guerra a ese “enemigo poderoso” como lo definió el presidente Piñera.
Pero a pesar del contundente triunfo de todos los que querían cambios de fondo en la elección de la Convención Constitucional, donde los sectores de la derecha más reaccionaria ni siquiera lograron obtener un tercio de los convencionales elegidos y se habló de un contundente triunfo de la “izquierda”, esto lamentablemente rápidamente empezó a cambiar.
Ya estamos viendo como se están alineando sectores del Frente Amplio y la ex Concertación, fundamentalmente con el PS, para frenar muchos de los cambios que millones de chilenos exigió en las calles, desde el 18 de octubre 2019.
Con la supuesta alta votación de la derecha en la elección presidencial, esa supuesta izquierda ahora está llamando a la moderación en los cambios que se deberían realizar en una nueva constitución.
Según algunos analistas de la elite, los resultados de la elección presidencial es una señal de alerta para la Convención Constitucional de que hay que bajar ciertos “excesos”, moderar algunas propuestas maximalistas, para tratar de hacer viable una nueva constitución.
Cada día queda más claro que todo este discurso solo apunta a conservar la mayor parte de la institucionalidad heredada de la dictadura, junto con hacernos creer que se la quiere cambiar.
Para lograr esto les acomoda muy bien el quorum de dos tercios que se impuso para aprobar cualquier nueva norma que difiera de lo que ya existe en el texto legado por la dictadura de la derecha.
Con los inconvenientes actuales, como en los que puedan manifestarse en los próximos meses radica la opción de aquellos que prefieren darle continuidad a la Constitución de Pinochet-Lagos, con la certeza que quedaran mejor protegidos sus intereses de clase y para la mantención de esta sociedad de injusticias.
Todo esto a pesar que los sectores más reaccionarios al cambio ni siquiera lograron un tercio de los convencionales, pero ya se ve cómo otros constituyentes supuestamente “progresistas” empiezan a optar por dar continuidad al actual sistema constitucional que nos rige desde la dictadura criminal de la derecha chilena.
Finamente se trata de cambiar algo, para que nada cambie realmente.
Celso Calfullan.