Imagen: «Abajo la esclavitud en la cocina. Viva la nueva forma de vida».
La revolución rusa de 1917 supuso un gran avance para los derechos de la mujer. En un país medio feudal y marcado por una cultura religiosa reaccionaria, los bolcheviques permitieron instaurar, antes que ningún otro país del mundo, el matrimonio civil y el derecho al divorcio, la igualdad política y jurídica entre hombres y mujeres, el permiso de maternidad, las guarderías, el derecho al aborto… Todo ello entre 1917 y 1920. Es decir, décadas antes que cualquier otro país.
Fue bajo el estalinismo cuando muchos de estos derechos se pusieron en cuestión, pero las conquistas pudieron mantenerse en parte.
La Alemania del Este, durante el periodo de gobierno burocrático estalinista (RDA), es un caso de estudio, ya que muestra cómo la reintroducción del capitalismo hizo retroceder la situación de las mujeres.
En la RDA, aunque los trabajadores sufrían una feroz represión, existían medios para acercarse a la igualdad política y económica. El fin de la propiedad privada de los medios de producción había permitido desarrollar los servicios públicos a un nivel mucho más alto que en Europa Occidental.
Como no estaban bajo un sistema capitalista basado en la explotación de los trabajadores para la creación de capital, las mujeres también experimentaron este cambio. Podían participar activamente en la vida de la sociedad, saliendo a trabajar e implicándose en la política; había guarderías colectivas, colonias de vacaciones, cualquier tipo de educación colectiva que permitiera a las mujeres salir de la esfera privada y de las condiciones opresivas que existían antes. A pesar de la propaganda estalinista que a menudo las relegaba a un papel maternal, glorificaba la familia y un cierto puritanismo, las mujeres eran económicamente más independientes y esto permitía unas relaciones de género más igualitarias.
La brutal reintroducción del capitalismo provocó un desempleo masivo, se privatizaron los servicios públicos y se devolvió a las mujeres al hogar. Por lo tanto, sufrieron más opresión de género.
Para que la igualdad sea real, es necesario desarrollar medios colectivos y libres para hacerse cargo de las tareas del hogar, del cuidado, de la educación… para asegurar la independencia financiera de las mujeres, para garantizar la seguridad.
Sólo el socialismo democrático, basado en la propiedad y la gestión colectivas y democráticas de los medios de producción, permitirá derribar el orden social existente.
La emancipación de la mujer, como la de todo el género humano, sólo se hará realidad el día en que el trabajo se emancipe del capital.
CLARA ZETKIN, Batallas por la Mujer