Por Patricio Guzmán S.
«¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado».
«… una de esas batallas que se libran para que todo siga como está».
El gatopardo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957)
La reforma previsional presentada por el gobierno se da en un contexto en que la derecha tiene el control del Congreso que ya manifiesta oposición a la reforma aunque esta mantiene lo medular del sistema actual de capitalización individual.
El Congreso, tanto el Senado como la Camará de Diputados, está ahora dominada por las dos derechas, la derecha de cuño pinochetista, que ahora suma el Partido de la Gente y abiertamente la derecha ex concertacionista incluyendo a los senadores Ximena Rincón y Matías Walker.
Es además una derecha arrogante que después de la amplia victoria del Rechazo en el plebiscito de salida de la propuesta de Constitución se siente crecida, se niega a aceptar cambios y anuncia su oposición a la reforma previsional del gobierno Boric, exigiendo que el total del aumento de porcentaje de las cotizaciones vaya a las cuentas individuales y que cualquier mejora sea con cargo a gastos del Estado. En otras palabras pretenden impedir un sistema de reparto solidario siquiera parcial porque temen el efecto de «vitrina» que tendría un sistema de estas caracteristicas con muchos mejores resultados. Al mismo tiempo la derecha y el oficialismo cerraron la puerta a cualquier nuevo retiro de fondos acumulados.
Esta cerril oposición que anuncia la derecha en el Congreso se da a pesar que la reforma previsional no termina con el pilar del sistema ya que mantiene el sistema de capitalización individual y de hecho lo fortalece. Las AFP más que acabarse cambiarán de nombre, y la reforma aumenta las entregas a las grandes empresas a traves de la especulación bursatil incorporando paulatinamente un importante aumento de lacotización añadiendo un porcentaje adicional en el curso de seis años, un 1% adicional por año. Este adicional, en la misma línea de aumentar los subsidios a una industria como las AFP que es incapaz de pagar buenas pensiones. La gran burguesía se la quiere jugar para mantener el maná permanente que significa la transferencia de los ahorros previsionales hacia los mercados financieros donde se convierten en capital al servicio del gran capital chileno y extranjero.
Por cierto es irrelevante si este aumento es con cargo al empleador o al trabajador, todo sale de la creación de riqueza por el trabajo
y todo es parte del costo salarial.
El sistema de capitalización individual de las AFP no cumplió su promesa de dar buenas pensiones
Es un sistema fracasado que no se autofinancia y depende del enorme subsidio que está dando el Estado para las pensiones que en caso contrario serían de miseria. Pero el Estado paga de nuestros impuestos sin recibir las cotizaciones que son los ingresos del sistema. Lo que pretenden las derechas es aumentar el gasto del Estado, un subsidio a la industria previsional sin el cual ya habría dejado de existir por la pensiones autofinanciadas miserables.
Cuando se crearon las AFP un argumento de los neoliberales en la dictadura civico militar era que con este sistema las pensiones se autofinanciarían y dejarían de ser un costo permanente para el Estado. Transcurridos 40 años el resultado es el contrario, los aportes estatales no dejan de crecer. Mientras tanto las AFP tienen grandes ganancias, no responden por las pérdidas que tenemos los afiliados cuando se producen, ni se hacen cargo de garantizar minimos a las pensiones. Para las AFP y las grandes empresas y bancos que reciben mes ames las inversiones es el sueño del pibe. Durante el primer semestre de 2022 las AFP tuvieron utilidades por $234.252.159.000 esto es ganancias diarias por $1.294.210.823 (Fuente Fundación SOL y Superintendencia de Pensiones)
El siguiente cuadro muestra los montos de las pensiones, para hombres, mujeres y totales. Se indica el promedio y la mediana que indica que la mitad de los pensionados percibe el monto indicado o menos. Es muestra elocuente del fracaso del sistema para entregar buenas pensiones.