por Celso Calfullan.
El próximo domingo 16 de noviembre tendremos elecciones presidenciales, de diputados y senadores en Chile. En estas elecciones existe una alta probabilidad que sea elegido como presidente un candidato de la ultraderecha. No podemos olvidar que en las últimas elecciones de noviembre de 2021 el ganador de las elecciones en la primera vuelta fue José Antonio Kast y que solo en la segunda vuelta de diciembre de 2021 termino ganando Gabriel Boric ante el temor que existía entre la población de que ganara el candidato de la ultraderecha, pero después de casi cuatro años decepcionantes del gobierno de los “progresistas” y los comunistas encabezado por Boric y el Frente Amplio, todo indica que esta vez sí se podría imponer un candidato de la ultraderecha.
Para la primera vuelta presidencial tendremos ocho candidatos en la papeleta: Jeannette Jara del Partido Comunista (PCCH), José Antonio Kast del Partido Republicano (PRCH), Evelyn Mattei de la Unión Demócrata Independiente (UDI), Johannes Kaiser del Partido Nacional Libertario (PNL), Francisco Parisi del Partido de la Gente (PDG), Marco Enriquez-Ominami (Independiente), Harold Mayne-Nicholls (Independiente) y Eduardo Artes (Independiente). De todos estos candidatos se supone que solo tres tendrían reales posibilidades de pasar a la segunda vuelta, Jara (PCCH), Kast (PRCH) y Mattei (UDI), aunque algunos dicen que no hay que descartar a Kaiser, algunos encuestadores dicen que los tres candidatos de la ultra derecha estarían prácticamente empatados, o sea, Mattei, Kast, Kaiser uno de ellos podría eventualmente pasar a la segunda vuelta.
Según las encuestas, que en Chile tienen baja credibilidad valga la pena decirlo, en primera vuelta saldría primero Jara, seguida por Kast, Mattei o Kaiser, según esas mismas encuestas Jara perdería con cualquiera de los tres en una segunda vuelta, esto nos dice que cualquiera de esos tres que pase a la segunda vuelta será el futuro presidente de Chile.
Si se mantiene la tendencia de las últimas elecciones que se realizaron en octubre y noviembre de 2024, para gobernadores, Cores, Alcaldes y Concejales la derecha tendría un escenario muy favorable, en las elecciones de fines de 2024 la derecha logro imponerse prácticamente en todo, saco una mayor cantidad de votos, mas candidatos electos en Alcaldes, imponiéndose en varias comunas emblemáticas como por ejemplo Santiago, Concepción y Ñuñoa, también sacaron más Concejales y Cores (Consejeros Regionales) y en gobernadores la derecha también logro avances importantes, paso de uno a seis autoridades regionales. Por esto mismo es difícil imaginar que las cifras serán diametralmente distintas a la última elección, más si le sumamos el mal desempeño del actual gobierno de Boric y los “progresistas” junto al Partido Comunista.
No hay que ser pitoniso para entender que las elecciones presidenciales y parlamentarias serán muy complejas para los “progresistas” y “socialdemócratas”, para los partidos que están en el actual gobierno. Cualquier proyección que se haga a partir de los resultados electorales de las últimas elecciones municipales de 2024 anticipa un probable triunfo de la derecha más reaccionaria, la más pinochetista.
Las proyecciones para los partidos que son parte del oficialismo no son buenas (PS, PPD, PR, DC, PL, FA y PC) para elegir diputados y senadores, igual es poco probable que la derecha pueda arrasar en las parlamentarias y que gane las presidenciales en la primera vuelta, pero en la segunda vuelta lo más probable es que elijan al futuro presidente de este país.
Los “progresistas” seguro culparan a la gente de no saber votar o de votar por los mismos que atacaran sus derechos, pero cuando ellos son gobierno lo hacen con las políticas de la derecha, en el caso de Chile lo hacen con las políticas neoliberales que heredaron de la dictadura a la que supuestamente ellos se oponían, esto es precisamente lo que explica el incremento del apoyo que tienen en las urnas los sectores más reaccionarios de la derecha y ultraderecha chilenas, así como los sectores supuestamente de izquierda van abandonando las posiciones de clases o incluso dejaron de lado las políticas reformistas la gente se cansó, dejo de confiar en ellos y los ven como responsables de las penurias que tiene que pasar la clase trabajadora bajo este sistema
Prácticamente todos los candidatos desde la candidata del partido comunista hasta los candidatos más reaccionarios de la ultra derecha, defienden políticas neoliberales como la única alternativa para salir de la actual crisis en que está sumergido el capitalismo. Existe un único candidato que no defiende el neoliberalismo, ese es Eduardo Artes, pero lamentablemente él es un candidato totalmente marginal que no tiene ninguna posibilidad de ser una real alternativa frente a los candidatos que son parte y defensores del actual sistema de injusticias. Está claro que la clase trabajadora no se siente representada por ninguno de los candidatos, lo que equivale a decir que los trabajadores no tenemos candidato en estas elecciones presidenciales y hoy es impresentable llamar a votar por el “mal menor” como en el 2021.
Después será raro que se pregunten ¿Por qué paso esto? No sirven excusas como que no podemos hacer los cambios porque la correlación de fuerzas no es favorable o la derecha nos impide hacerlas. El abandono progresivo de las ideas de cambio de quienes dicen que son los representantes de los intereses de las clases oprimidas, este es el discurso de una supuesta “izquierda” que ni siquiera da el ancho para ser considerada “reformista”.
La decepción es tan grande que será muy difícil culpar a los “fachos pobres”, al “populacho” porque no saber votar sino que la única responsabilidad recaerá en quienes supuestamente son sus representantes, pero que finalmente le dan la espalda a las demandas de los sectores populares, para terminar defendiendo los intereses de la elite dominante, algo que se supone debería hacer la derecha más recalcitrante y no una supuesta izquierda.
En el primer cuarto de este siglo XXI, la democracia liberal (Burguesa, patronal) está entrando en una profunda crisis, las descomposición ya es demasiado evidente, igual de evidente que la profunda descomposición del sistema capitalista, ya es difícil para la elite dominante jugar a la “democracia”, dado que ahora están mostrando su verdadera cara, el lado más duro y violento del sistema capitalista neoliberal, como la brutal represión que estamos viendo en varios países latinoamericanos como Argentina, Perú o Ecuador, que son un claro ejemplo de lo deteriorada que esta la democracia liberal en este continente.
Dado que los actuales candidatos presidenciales defienden la misma política económica neoliberal capitalista ¿sobre qué pueden debatir? Si todos al final defienden lo mismo. Solo les queda discutir sobre cual es más o menos corrupto, que personaje o que partidos son los más parásitos dentro de este sistema, terminan presentando programas y haciendo promesas que nunca tienen el menor interés de cumplir.
Finalmente los candidatos siempre terminan peleando por cual es el mejor administrador del sistema, cual es el más capaz para hacer los mayores recortes al gasto social como salud, educación o pensiones, sin que los trabajadores y sectores populares le den una respuesta contundente a esos ataques, quien tiene la mayor capacidad para frenar las luchas de los trabajadores, esos son los que terminan siendo los más confiables para los empresarios, para lograr la tan ansiada “paz social” que tanto necesitan los empresarios para seguir aumentando sus enormes ganancias y llenando aún más sus cuentas bancarias.
Esta demasiado claro que bajo el capitalismo no existe ninguna posibilidad de mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora y los sectores populares, para lograr esto no basta con un simulacro de democracia al que nos invitan a participar cada cuatro años, para que después todo siga igual que antes, pero ahora con una nuevo rostro, con un flamante nuevo administrador del sistema.
Para poner fin al actual sistema de injusticias del sistema capitalista es necesario construir una alternativa política de la clase trabajadora, que sea capaz de conducir a los trabajadores hacia la toma del poder, para construir una democracia obrera, una democracia para las grandes mayorías, diametralmente opuesta a la actual democracia de los patrones que solo está pensada para una minoría, que solo sirve para defender los mezquinos intereses de la clase dominante.


















