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CHE GUEVARA, SÍMBOLO DE LUCHA – PARTE 1

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Tony Saunois
Comité por una Internacional de los Trabajadores, CIT.
Publicado originalmente en Septiembre de 1997.

INTRODUCCIÓN

Durante 1996 y 1997 se han publicado numerosos libros, revistas y artículos sobre Ernesto Che Guevara para conmemorar el treinta aniversario de su ejecución. Por todo el mundo se le conoce simplemente como el ‘Che’. Este apodo se lo dieron amigos y compañeros de lucha cuando se encontraba en Méjico en los años 50. Che es un término común en Argentina, su país natal. En 1997 ha vuelto a verse a jóvenes de América Latina y Europa con camisetas del Che y carteles con su retrato.

Algunos periodistas pro-capitalistas superficiales y cínicos han intentado restarle importancia a este interés reavivado en el Che, intentando describir falsamente este fenómeno como un mero deseo de identificarse con el así llamado estilo de vida permisivo asociado a los años 60.

El Che Guevara posee, sin duda, un atractivo romántico y cultural para muchos jóvenes que se identifican con su imagen “rebelde”.

Pero aún más importante es que el renovado interés por el Che Guevara refleja el atractivo que siempre tuvo para todos aquellos que buscaban una forma de cambiar la sociedad y terminar con la explotación del capitalismo y el imperialismo. Son muchos los que ven al Che y Cuba como símbolo de resistencia. La nueva generación que ostenta en público su apoyo al Che Guevara refleja el comienzo de una búsqueda de ideas socialistas revolucionarias que ofrezcan una sociedad alternativa viable al capitalismo.

¿Por qué, entonces, el Comité por una Internacional de los Trabajadores (CIT) edita una revista sobre el Che y Cuba cuando ya se ha escrito tanto sobre este tema internacionalmente?

Dejando a un lado los artículos cínicos y, en ocasiones, frívolos aparecidos en muchos periódicos y revistas, ya se han editado algunos libros y biografías serios. Che Guevara- Una Vida Revolucionaria, del periodista y escritor norteamericano Jon Lee Anderson, es una biografía amena y bien documentada. Así también lo es Ernesto Guevara, también conocido como El Che, del escritor mejicano Paco Ignacio Taibo.

A pesar de los estudios e investigaciones exhaustivos que estos autores han llevado a cabo, sus trabajos, inevitablemente, tienen una carencia. No trazan un balance político de las lecciones de la contribución del Che al movimiento revolucionario que pueda ayudar en la lucha contra el capitalismo y el imperialismo hoy. Estos autores, aunque aportan una valiosa contribución histórica, no pueden llevar a cabo esta tarea. La razón es bien simple; no son participantes activos en la lucha para derrocar el capitalismo y reemplazarlo con el socialismo.

El CIT edita esta revista sobre el Che y la Revolución Cubana de 1959 para contribuir en la tarea de construir una organización socialista revolucionaria internacional que pueda derrocar el capitalismo y el imperialismo. La historia nunca se repite exactamente de la misma forma. Sin embargo, existen importantes lecciones de las luchas y revoluciones previas que todos los que luchan por el socialismo hoy deben aprender si quieren que esta lucha tenga éxito.

Es éste el motivo por el que se publica ahora esta revista. La Revolución Cubana y, en particular, la contribución que a ella hizo el Che Guevara, contiene muchas lecciones para la lucha contra la explotación que tiene lugar actualmente, especialmente en América Latina, África y Oriente Medio.

Para hacer balance es necesario no sólo seguir los acontecimientos históricos que tuvieron lugar, sino también discutir las ideas y los métodos defendidos por las figuras centrales implicadas en estos acontecimientos. Esta revista pretende ser una contribución para la discusión de las experiencias, ideas y métodos de lucha que se desarrollaron durante la revolución en la cual el Che jugó un papel protagonista.

Por consiguiente, esta revista no aspira a convertirse en una biografía personal detallada de la vida del Che. Muchos aspectos de su vida, incluídos sus dos matrimonios, no son tratados aquí, aunque cuestiones personales de esta índole constituyen aspectos importantes en la formación de cualquier personalidad y tuvieron un peso en su evolución política. Tampoco ha sido posible hacer un informe exhaustivo de todos los acontecimientos históricos que sucedieron y en los cuales participó el Che. Los lectores tendrán que estudiar otras biografías y obras sobre Cuba, el Che y la Revolución Cubana para conseguir dicha información.

En el treinta aniversario de su muerte es necesario rememorar la lucha heroica y sacrificada que el Che mantuvo contra el capitalismo y el imperialismo.

Se opuso de forma implacable a la explotación capitalista y luchó contra ella. Se vio atraído por el socialismo fundamentalmente como resultado de sus propias experiencias, motivado por el anhelo de ver su victoria en todo el mundo. Al principio miró a la URSS y a la Europa del Este como sociedades socialistas alternativas. Esto lo hizo desde “una distancia”. Posteriormente, su experiencia de primera mano de aquellos regímenes burocráticos que gobernaban en nombre del socialismo le repelió.

Comprometido a la vida de un revolucionario en la mitad de su veintena, la lucha por la revolución internacional habría de costarle la vida a la edad de 39 años. Dirigió con el ejemplo y fue un internacionalista incorruptible. Debido a estas cualidades, continúa siendo fuente de inspiración como un símbolo de lucha contra la opresión y la explotación.

Guerrillerismo

Al mismo tiempo, sus ideas no estaban plenamente perfiladas en el sentido de poseer una comprensión profunda del marxismo. Fueron sus ideas sobre el guerrillerismo las que tuvieron un peso decisivo en la Revolución Cubana y en los acontecimientos subsiguientes, especialmente en América Latina. Su defensa de estas ideas como método de lucha a ser adoptado por toda América Latina las convirtieron en centro de debate en el movimiento socialista revolucionario por todo el continente y más allá de sus fronteras. Estas ideas del Che son discutidas en esta revista puesto que contienen importantes lecciones para la lucha de hoy contra el capitalismo y el imperialismo.

El Che desarrolló otras ideas sobre la economía y también sobre lo que él denominó como “socialismo y el nuevo hombre”, que se centraba en cómo se podía desarrollar la actitud de la gente hacia la sociedad tras el derrocamiento del capitalismo. Estos trabajos reflejan algunos de los temas con los que tuvo que tratar después de la revolución de 1959 pero, debido a las limitaciones de espacio, no ha sido posible tratarlos en esta revista.

Un estudio de la vida del Che demuestra que sus ideas se desarrollaron en un periodo prolongado de tiempo, a menudo como resultado de su propia experiencia. Murió a la relativamente joven edad de 39 años. Está claro que continuaba desarrollando sus ideas al tiempo de su muerte. Existe un cierto paralelismo al respecto entre el Che y Malcolm X y George Jackson en Estados Unidos.

Ante las dificultades de la situación en Cuba y los horrores de los que fue testigo en sus visitas detrás del ‘telón de acero’ a la URSS y Europa del Este, parecía estar buscando una alternativa y empezó a explorar otras ideas. Comenzó a leer algunos escritos de León Trotsky algunos años antes de su muerte. Aquí sólo podemos plantear a nivel especulativo la pregunta: si hubiese continuado sus estudios de las ideas de Trotsky, ¿habría llegado a abrazarlas?

En 1964 estuvo en Moscú para asistir a las celebraciones en conmemoración del 47 aniversario de la Revolución Rusa. Durante esta visita no sólo protestó por el estilo de vida de los oficiales rusos, sino que argumentó que en el plano económico “…los soviets se encuentran en un callejón sin salida económico, dominados por la burocracia”.

La casta burocrática en China en esa época estaba adoptando un “rostro más radical” a nivel internacional en un esfuerzo por lograr apoyo tras la ruptura que había tenido lugar entre ella y la burocracia soviética. Esto sucedió debido un enfrentamiento por estrechos intereses nacionales entre los dos regímenes.

El Che se vio atraído hacia la burocracia china debido al “rostro radical” que adoptó durante este periodo y también por la victoria del ejército campesino en 1949. Esto parecía ser una confirmación de su propio análisis. Sin embargo, también comenzó a explorar las ideas de León Trotsky. En Moscú se le tachó de “pro-chino” y “trotskista”. Consciente de estas denuncias, el Che hizo referencia a ellas en un encuentro que tuvo lugar en la embajada cubana con estudiantes cubanos. El incidente está narrado en la biografía de Paco Ignacio Taibo.

El Che comentó: “… he expresado opiniones que podrían aproximarse al lado chino… y también otras mezcladas con trotskismo han surgido. Dicen que los chinos son fraccionalistas, y también los trotskistas y yo mismo”. Y añade:”Opinión que debe ser destruida con porras es opinión que nos trae una ventaja. No es posible destruir opiniones con porras y es precisamente esto lo que es la raíz de la inteligencia … está claro que pueden aprenderse una serie de cosas del pensamiento de Trotsky”.

Trotskismo

No existe ninguna evidencia de qué conclusiones estaba sacando el Che de la lectura de los escritos de Trotsky y nunca propugnó ideas por las que se saque la conclusión de que abrazara el trotskismo.

No obstante, sí profundizó en su estudio. Justo antes de su muerte en 1967 el intelectual francés Regis Debray, que se encontraba en Bolivia colaborando con las tropas de Guevara por aquel tiempo, le dio algunos libros de Trotsky.

Durante este periodo, la corriente dominante que se suscribía al trotskismo fracasó a la hora de comprometerse en un diálogo y discusión política abierta que planteara ayudar al Che a desarrollar y profundizar las ideas sobre la revolución socialista. Se limitaron meramente a apoyar y alentar las ideas sobre el guerrillerismo que el Che propugnaba, y le dieron apoyo al régimen de Fidel Castro.

Esto fue combatido en esa época por algunos activistas dentro del movimiento trotskista, entre los que se incluyen las por aquel entonces pequeñas fuerzas de marxistas británicos organizados en Militant (actualmente Socialist Party) que posteriormente fundaron el Comité por una Internacional Obrera (CIO). En 1960, en la época de los turbulentos acontecimientos en Cuba, los miembros de Militant acogieron con entusiasmo la revolución y el derrocamiento de Batista, pero también explicaron el carácter del nuevo régimen que se desarrollaba y la necesidad de orientarse a la clase obrera para desarrollar la revolución por toda América Latina.

Más tarde Peter Taaffe, en un artículo publicado en el número 390 del periódico británico Militant, explicaba los procesos que se habían desarrollado en Cuba: “Castro y Guevara se basaban en el campesinado y en la población rural. La clase obrera sólo entró en la lucha a través de la huelga general en La Habana, cuando las guerrillas ya habían triunfado y Batista huía para salvar su vida”. Explicando cómo esta base rural moduló todo el carácter del movimiento, continuaba describiendo cómo se desarrolló la revolución, terminando con la abolición del capitalismo y la propiedad privada de la tierra de los grandes terratenientes pero “debido a las fuerzas implicadas -un ejército predominantemente campesino”, el nuevo régimen carecía de control y gestión democrática consciente de la economía por parte de la clase trabajadora.

A pesar de encontrarse con algunas ideas trotskistas en su búsqueda de una alternativa, el Che desafortunadamente no abrazó las ideas alternativas ni los métodos del trotskismo. No obstante, sus acciones bastaron para provocar una reacción en el Kremlin y en todas partes. En Cuba y entre las masas latinoamericanas, el Che era un héroe cuyo ejemplo revolucionario debería ser emulado. Entre los círculos gobernantes de la burocracia en Moscú fue tachado de “aventurero”, “pro-chino” y, lo que es peor, de “trotskista”. La clase dominante de los países capitalistas odiaba todo lo que él defendía y por lo que luchó.

El Che fue ejecutado por aquellos que estaban resueltos a defender a los ricos y poderosos. Su imagen perdura como un símbolo de lucha contra la opresión. Ahora que han estallado protestas contra las políticas ‘neo-liberales’ y el mercado en Latinoamérica, aún es corriente encontrar pintadas de jóvenes en las paredes donde puede leerse “El Che Vive”. Para conmemorar el aniversario de su ejecución, todos los que luchan contra la explotación capitalista a nivel internacional deberían aprender importantes lecciones de sus ideas y experiencias para conseguir la victoria que él deseó: la socialista. Esta revista está pensado como una contribución que ayude en esa lucha.

UN COMIENZO BOHEMIO

Quizás pueda considerarse propio de un argentino poseer una plantación de yerba mate como la que Ernesto Guevara Lynch tenía en la remota jungla de Misiones en la frontera con Paraguay y Brasil. Los chilenos son renombrados bebedores de té y los brasileños de café. Los argentinos consumen con entusiasmo un té de hierbas amargo a lo largo del día, mientras trabajan o se relajan con los amigos.

Ernesto Guevara Lynch era el bisnieto de uno de los hombres más ricos de Suramérica cuyos antepasados entroncaban con la nobleza española e irlandesa. La mayor parte de la fortuna familiar se había perdido generaciones atrás y Guevara Lynch invirtió todo lo que tenía en la plantación de yerba mate, con la que pensaba hacer fortuna. En 1927 conoció y se casó con Cecilia de la Serna, una argentina también con antepasados provenientes de la nobleza española.

El primero de cuatro hijos, Ernesto habría de hacerse conocido a nivel mundial como el renombrado revolucionario Che Guevara. Como revolucionario que pasó la mayor parte de su vida en la actividad clandestina, no es de extrañar que tuviera que falsificar certificados de nacimiento y defunción.

Ernesto nació en realidad un mes antes del 14 de junio de 1928 que acredita su certificado de nacimiento. Esta falsificación se hizo necesaria porque su madre estaba embarazada de tres meses el día que se casó. El Che fue ejecutado el 8 de octubre de 1967 en Bolivia a manos de la Agencia de Inteligencia Central de los Estados Unidos (CIA) y del ejército boliviano.

Treinta años después de su ejecución el nombre del Che Guevara sigue vivo por toda América Latina y más allá de sus fronteras. El Che ha dejado una poderosa tradición como internacionalista y sacrificado revolucionario que actúa como símbolo de inspiración y lucha contra la explotación.

En el treinta aniversario de su ejecución es legítimo que los revolucionarios saluden las cualidades del Che como símbolo de lucha contra la opresión y reconozcan el papel heroico que jugó en la Revolución Cubana de 1959. La lucha guerrillera, basada fundamentalmente en los campesinos más oprimidos de Cuba, terminó con el derrocamiento de la odiada dictadura de Batista.

Esto fue posible debido a la situación concreta que existía en Cuba y en otros países de América Central y el Caribe. No fue posible que el Che repitiera con éxito la experiencia de la revolución en otros países de América Latina donde existían condiciones diferentes, concretamente una población urbana más poderosa y una población rural más pequeña que la de América Central.

El intento del Che de aplicar los mismos métodos que utilizó en Cuba plantea una importante pregunta sobre sus ideas y métodos que necesitan ser discutidas y analizadas por los socialistas revolucionarios.

Educación

El Che no entró de inmediato en la actividad política. Como reflejo de su educación burguesa de compasión por el pobre y el enfermo, se inclinó inicialmente hacia la medicina y finalmente se graduó como médico en la Facultad de Medicina de Buenos Aires en 1953.

Su familia se había trasladado de Misiones a Córdoba en parte por motivos de negocios y también para intentar aliviar el asma crónica que padecía el Che mediante un cambio de clima. Finalmente se mudaron a Buenos Aires en 1947 donde sus padres acabaron separándose.

El asma habría de perseguir al Che a lo largo de su vida. Su efecto paralizante hizo más meritosa la lucha guerrillera en la que finalmente se habría de comprometer. Como muchas de estas discapacidades, tuvo un efecto en modelar su desarrollo temprano. A menudo incapaz de caminar y confinado en una cama, desarrolló un intenso interés por la lectura y el aprendizaje del ajedrez. A la vez que luchó con energía para superar esta discapacidad e insistía en practicar deporte, se convirtió en una especie de solitario que pasaba gran parte de su tiempo leyendo y estudiando. A esto contribuyó la separación de sus padres, la muerte de su abuela y los problemas financieros que la familia afrontaba entonces.

En la universidad, el Che se sintió atraído hacia una lectura más politizada aunque no participó activamente en la vida política. Comenzó a hurgar en las ideas socialistas y, según consta en sus propias memorias, estudió algo de Marx, Engels y Lenin junto con algún material de Stalin. También leyó a los novelistas Zola y Jack London y a socialistas argentinos como Alfredo Palacios. Su pasión por la poesía se satisfacía, entre otras, con las obras del escritor chileno y miembro del Partido Comunista Pablo Neruda, y del poeta de la Guerra Civil española Lorca.

Sin embargo, a pesar de su recién descubierta curiosidad por las ideas socialistas, no se implicó en la actividad política más allá de discutir con algunos miembros de las Juventudes Comunistas y otros grupos de izquierda. Según un informe, se afilió a las Juventudes Peronistas (un movimiento argentino nacionalista y populista dirigido por el General Perón) como medio de obtener más facilidades de acceso a la biblioteca universitaria.

Considerado como radical y franco por todos los que le conocieron, no obstante carecía de ideas coherentes y maduras y, ciertamente, no se consideraba marxista. Su principal objetivo seguía siendo licenciarse en medicina con la idea de ayudar a los enfermos y a los pobres. Sin embargo, dentro de él empezaba a desarrollarse una pasión por viajar. Al principio lo hizo dentro de la propia Argentina y, más tarde, realizó dos viajes en los que recorrió Latinoamérica y, posteriormente, traspasó sus fronteras.

Viajes de Descubrimiento

Las experiencias con las que tropezó durante esta odisea cambiaron su percepción sobre las tareas necesarias para poner fin a la pobreza y la explotación. Fue durante las aventuras y acontecimientos de los que fue testigo en estos viajes cuando el Che finalmente abrazó las ideas socialistas.

El primer viaje importante del Che tuvo lugar durante 1950, cuando recorrió extensamente toda Argentina. Por primera vez presenció la enorme división social existente en el país. Evidentemente ya había visto la pobreza antes, en Buenos Aires, pero era la primera vez que veía el carácter dual de gran parte de Suramérica. Buenos Aires era una de las ciudades más europeas del Suramérica y esto se refleja en su cultura y estilo de vida. Durante este viaje se adentró en los centros más atrasados y socialmente más deprimidos que existían en Argentina en esa época.

Mucho de lo que vio en los hospitales que visitó y entre lo más oprimido de la pobreza rural con la que contactó se contemplaba a través de los ojos de un aspirante a médico. La conclusión que el Che sacó de estas experiencias era que la moderna nación argentina era una “lujosa fachada” bajo la cual subyacía el “alma” real, un alma podrida y enferma.

El primer viaje internacional del Che tuvo lugar en 1952 y el segundo durante 1953-4. Estos viajes tuvieron un efecto más profundo y, finalmente, hicieron cambiar el rumbo de toda su vida, especialmente su segunda odisea por el continente.

Nadie puede escapar a las consecuencias de las poderosas convulsiones y agitaciones sociales. Es verdad que algunos individuos, especialmente los de procedencia burguesa, pueden contentarse con tan sólo observar tales acontecimientos. Otros se ven crecientemente arrastrados por los grandes acontecimientos y luchas sociales entre las clases. El Che Guevara se contentó con jugar el papel de observador al comienzo de su viaje, pero en su progreso se vio finalmente arrastrado a la lucha revolucionaria que finalmente le costó la vida.

Al principio de su andadura, él y su compañero de viaje, Alberto, se mostraban más interesados en pasarlo bien y en adquirir alguna experiencia médica mientras recorrían Suramérica en un Harley Davidson. La obra recientemente publicada del Che,Diarios de Motocicleta, proporciona ejemplos más que adecuados de esto. Peleas de borrachera, encuentros románticos y otras aventuras “juveniles” dominaron el viaje que realizaban por todo el continente. Cuando cruzaron la frontera hacia Chile se hicieron pasar por leprólogos. Los periódicos locales de las ciudades y pueblos por los que pasaron llegaron incluso a informar del viaje de los dos jóvenes aventureros. El diario local de Temuco publicó el titular ‘Dos Argentinos Expertos en Leprología Viajan por Suramérica en Motocicleta’.

Con frecuencia tuvieron que salir huyendo de ciudades y pueblos de la localidad tras provocar las iras de los campesinos, especialmente de los padres con hijas atractivas. Durante su primer viaje, el Che vivió una existencia predominantemente bohemia y despreocupada por la que ya era conocido como estudiante en la universidad de Buenos Aires. Se trataba de un estilo de vida que se hizo posible gracias a la relativa prosperidad de su familia de clase media. A la vez, esto también reflejaba el espíritu independiente que marcó su carácter.

Sin embargo, aunque es este aspecto del viaje el rasgo dominante de su diario, también otras experiencias le impactaron profundamente. La pobreza y las condiciones que presenció suscitaron crecientemente una conciencia social naciente. La ira del Che ante la indiferencia mostrada hacia los pobres por las clases pudientes empezó a despertarse durante sus viajes.

Cuando acampaban en el puerto chileno de Valparaíso, al Che se le requirió para que utilizara sus habilidades médicas para intentar ayudar a una mujer de edad avanzada que se estaba muriendo por problemas de corazón y asma crónicos. Poco podía hacer, pero la experiencia de intentar aplicarle un tratamiento rodeado de pobreza dejó, evidentemente, su huella. Posteriormente escribía: “Allí, ante los momentos finales de gente cuyo horizonte más lejano es siempre mañana, uno ve la tragedia que envuelve las vidas del proletariado por todo el mundo; en aquellos ojos agonizantes existe una disculpa sumisa y también, frecuentemente, una súplica desesperada de consuelo que se pierde en el vacío, al igual que su cuerpo pronto se perderá en la magnitud de la miseria que nos rodea. Cuánto durará este orden de cosas basada en un sentido absurdo de castas no queda dentro de mi alcance contestarlo, pero ya va siendo hora de que aquellos que gobiernan dediquen menos tiempo a hacer propaganda de la compasión de sus regímenes y más dinero, mucho más dinero, a financiar obras de utilidad social”.

La Lucha de los Mineros

Incapaces de conseguir un barco que los llevara a Isla Oriental, como pretendían, el Che y su compañero se dirigieron al norte, llegando finalmente a Chuquicamata, la mina de fundición de cobre al aire libre más grande del mundo. “Chuqui”, como todavía se la conoce en Chile, era propiedad de monopolios norteamericanos tales como Anaconda y Kennecott. La propiedad norteamericana de las minas de “Chuqui” era un símbolo de la dominación “gringa” imperialista de Chile. Finalmente fueron nacionalizadas por el gobierno de Unidad Popular, dirigido por Salvador Allende, del Partido Socialista entre 1970 y 1973.

Fue aquí donde el Che y Alberto se toparon con la cruda realidad de la lucha de clases. Conocieron a un antiguo minero y a su esposa, ambos miembros del entonces ilegal Partido Comunista Chileno y le contaron al Che la amarga historia de represión, desapariciones y listas negras utilizadas por la compañía y el gobierno contra aquellos que intentaban luchar por los derechos de los trabajadores.

El Che y Alberto consiguieron entrar en la mina donde se estaba preparando una huelga general. Un capataz le enseñó el lugar mientras, según anotó el Che, comentaba: “… gringos imbéciles, pierden millones de pesos al día en una huelga por negarles unos cuantos centavos más a un pobre trabajador”.

Esta visita a Chuqui le produjo una impresión duradera al Che, que conservó un cuaderno sobre esta experiencia en el que detalló no sólo las impresiones que tuvo de los trabajadores, sino también las técnicas de producción y la importancia política de las minas para Chile. En referencia a la riqueza mineral de las montañas, protestó por el “proletariado explotado” y la destrucción medioambiental del paisaje.

“Las colinas muestran sus grises espaldas prematuramente envejecidas en la lucha contra los elementos, con ancianas arrugas que no se corresponden con su edad arqueológica. ¿Cuántos de estos escoltas de su famoso hermano (Chuquicamata) encerraban en sus pesadas entrañas riquezas similares a la suya, conforme aguardan los áridos brazos de las excavadoras mecánicas que devoran sus entrañas, con su condimento obligatorio de vidas humanas?”.*

Sin embargo, a pesar de estas escenas y del impacto que tuvieron sobre el Che, aún necesitaría experiencias posteriores y presenciar mayores acontecimientos antes de comprometerse a la vida de un revolucionario.

Cultura Inca

La siguiente parada en su odisea fue Perú, que demostró ser decisiva para que el Che abrazara las ideas socialistas mediante un encuentro con un prominente dirigente del Partido Comunista Peruano, el doctor Hugo Pesce. Antes de llegar a Lima el 1º de mayo de 1952, el Che y Alberto tuvieron la oportunidad de descubrir la maravilla de la anciana cultura Inca.

Como con todos los visitantes, las consecuencias crudas de cuatrocientos años de conquista europea “blanca” en Latinoamérica y la brutal supresión de los pueblos indígenas del continente se grabaron sin duda alguna en la conciencia del Che durante su visita a la anciana capital inca de Cuzco y a las impresionantes ruinas del Macchu Picchu.

Pablo Neruda, en su célebre obra sobre Latinoamérica, Canto General, incluyó un poema, Alturas de Macchu Picchu, que reflejaba la imagen que esta anciana ruina que se alza en los Andes provoca en aquellos que aspiran a luchar contra la explotación.

“Entonces en la escala de la tierra he subido entre la atroz maraña de las selvas perdidas hasta ti, Macchu Picchu. Alta ciudad de piedras escalares, por fin morada del que lo terrestre no escondió en las dormidas vestiduras. En ti, como dos líneas paralelas, la cuna del relámpago y del hombre se mecían en un viento de espinas. Madre de piedra, espuma de los cóndores. Alto arrecife de la aurora humana”.

En la Argentina nativa del Che los pueblos indígenas habían sido virtualmente borrados del mapa y su cultura destruida. En Perú, Bolivia, Méjico y algunos otros países latinoamericanos éste no era el caso; habían quedado reducidos a las capas más deprimidas y explotadas de la sociedad, predominantemente en el área rural. La mezclada raza mestiza se había desarrollado formando amplios sectores de la clase obrera en las ciudades. Las clases dominantes ricas y poderosas eran y siguen siendo, en su mayor parte, de ascendencia puramente europea.

Esta historia de conquista y de explotación continua del continente por el imperialismo, especialmente por el imperialismo norteamericano, se ha traducido en una conciencia anti-imperialista extremadamente poderosa entre las clases explotadas. En la última mitad de este siglo este rencor se ha dirigido mayormente hacia los “yanki gringos” al norte de Río Grande. El Che, durante su visita a Perú, fue absorbiendo crecientemente este odio a la potencia imperialista dominante.

Tras ser obligados a abandonar el alojamiento gratuito que se habían asegurado tras la llegada de un grupo de turistas “gringos”, el Che anotó: “Naturalmente, los turistas que viajaban en sus cómodos autobuses no sabrían nada de las condiciones de los indígenas … La mayoría de los americanos vuelan directamente de Lima a Cuzco, visitan las ruinas y luego vuelven, sin darle importancia a nada más.”

El 1º de mayo, los dos viajeros llegaron a Lima. El Che se reunió con el doctor Pesce, una figura dirigente del Partido Comunista seguidor del filósofo peruano José Maríategui. Maríategui escribió su primera obra- Siete Ensayos Interpretativos de la Realidad Peruana- en 1928. Esta obra ponía enorme énfasis en el papel del pueblo indígena y el campesinado en la lucha por el socialismo.

Las discusiones con Pesce tuvieron evidentemente un efecto profundo sobre el Che. Una década más tarde le envió al doctor una copia de su primera obra, Guerra de Guerrillas, con la inscripción: “Al doctor Hugo Pesce que, sin quizás saberlo, provocó un gran cambio en mi actitud hacia la vida y la sociedad, con el mismo espíritu aventurero que siempre, pero encauzado hacia objetivos más en armonía con las necesidades de América”.

En este periodo, a pesar de las discusiones que entabló con Pesce, el Che aún no estaba preparado para identificarse abiertamente con las ideas “marxistas”. Sus opiniones empezaban, no obstante, a cobrar forma y empezó a expresarlas. En particular, comenzó a desarrollar abiertamente ideas internacionalistas, al menos dentro del contexto de América Latina.

Internacionalismo

En una fiesta para celebrar su veinticuatro cumpleaños en Perú, el Che hizo un brindis declarando: “… esa división de América (Latina) en nacionalidades inciertas e ilusorias es completamente ficticia. Constituimos una única raza mestiza que, desde México al Estrecho de Magallanes, presenta notables similitudes etnográficas. Por esto, en un intento por deshacerme del peso de cualquier provincianismo mezquino, alzo este brindis por Perú y por una América unificada”.

Esta declaración reflejaba claramente el desarrollo de sus aspiraciones internacionalistas. Sin embargo, no constituían un análisis marxista acabado y, en cierta forma, eran simplistas en la valoración de la situación. La aspiración por una América Latina unificada ha existido desde Simón Bolívar (que dirigió rebeliones armadas contra España y contribuyó a asegurar la independencia de gran parte de Latinoamérica) y, en el siglo XIX, por las guerras de liberación nacional. La unidad continental sigue siendo un poderoso sentimiento entre las masas latinoamericanas, coexistiendo al lado de una conciencia nacional en cada país.

La aspiración recurrente de las masas para unificar América Latina no puede lograrse dentro del contexto del capitalismo porque la clase capitalista gobernante de cada nación latinoamericana tiene sus propios intereses políticos y económicos que defender. También están vinculados por intereses económicos y materiales al imperialismo del cual no pueden liberarse. El propio imperialismo también se opone a la unidad del continente bajo el capitalismo, prefiriendo generalmente imponer su voluntad en un número de estados más débiles que él mismo. El establecimiento de una federación democrática de estados latinoamericanos como un paso para unificar el continente es sólo posible rompiendo las cadenas del capitalismo y el imperialismo y construyendo el socialismo.

Este espíritu de internacionalismo fue un tema al que el Che volvió muchas veces, y la idea de una revolución contra el imperialismo y el capitalismo que tuviera una base internacional fue algo por lo que luchó en años posteriores. La divergencia que mantenía con un análisis marxista maduro radicaba en cómo podría llevarse esto a cabo y por qué clase social.

Tras continuar su gira, llegando a Colombia y Venezuela, el Che, tras haberse separado de su compañero y amigo de viaje, regresó a Argentina para completar sus estudios y examinarse en la universidad. El impacto de este primer viaje sobre él quedó patente en sus Notas de Viaje, inspirado de su diario de viaje. Ya no era la misma persona que se había ido de Argentina. “La persona que escribió estas notas murió al volver a pisar de nuevo la tierra argentina, él que las edita y las pulimenta, ‘yo’, no soy yo; al menos yo no soy el mismo que era antes. Aquel vagabundo por nuestra ‘América’ me ha cambiado más de lo que pensé”.

Una vez de regreso a Argentina su familia esperaba que sus días de vagabundo terminarían y que retomaría su profesión escogida, la medicina. El Che completó sus estudios durante abril de 1953 y recibió su título de graduado en medicina en junio, días antes de su veinticinco cumpleaños.

Sin embargo, las esperanzas que abrigaba su familia se desvanecieron rápidamente cuando comenzó su segunda gira por América. Esta vez la planeó junto a su amigo de infancia Carlos “Calica” Ferrer, que había abandonado sus estudios de medicina.

Según Calica, los dos amigos habían hablado de atravesar Bolivia cuando el Che quiso volver a visitar las ruinas incas y Macchu Picchu. Los planes más a largo plazo incluían la esperanza del Che de visitar la India y el deseo de Calica de ver París.

Así, a principios de julio, cuando los dos compañeros de viaje partieron en tren de Buenos Aires, el Che aún no tenía pensamiento de comprometerse a una vida de disciplinada y sacrificada lucha revolucionaria. Lo bohemio aún dominaba su carácter. Pero en un espacio relativamente corto de tiempo, esto habría de cambiar.

Los individuos se ven arrastrados a participar en el movimiento revolucionario por muchas razones. Algunas están motivadas fundamentalmente por las ideas políticas; otras por la revulsión hacia el sistema existente y algunas otras por la participación en las grandes convulsiones sociales de las cuales no pueden simplemente mantenerse al margen.

Los motivos de que el rumbo de la vida del Che experimentara un giro profundo no pueden ser explicados por una sola causa. Sin lugar a dudas estaba interesado en las ideas políticas y se sentía indignado por las condiciones sociales de las que fue testigo. También le afectaron profundamente las poderosas explosiones sociales que experimentó durante su segunda gira americana. Aquí se incluían dos movimientos revolucionarios, en Bolivia y Guatemala, tras los cuales su vida tomó una dirección completamente nueva e inesperada.

*En esa época Chile se encontraba en medio de una campaña electoral presidencial que finalmente ganó el candidato nacionalista populista, el General Carlos Ibáñez del Campo. Una vez en el poder, firmó un acuerdo con el imperialismo norteamericano e introdujo un paquete salvaje de medidas deflacionistas que incluía el incumplimiento de la promesa de nacionalizar las minas de cobre en Chuquicamata. En las elecciones, el candidato socialista y de izquierdas, Salvador Allende, quedó en último lugar debido, en parte, a la prohibición legal que pesaba sobre el Partido Comunista y sus partidarios. Allende sería finalmente elegido presidente en 1970, siendo el primer  candidato del Partido Socialista en ganar una campaña electoral presidencial popular en Suramérica. Tras la victoria se auto-proclamó marxista. Uno de los primeros actos de este gobierno socialista fue nacionalizar las minas de Chuqui. El gobierno de Allende fue derrocado por un golpe de estado con apoyo de la CIA en 1973.

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