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Qué significa paco culiao

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por Jaime Sepúlveda

En los años anteriores la locución paco culiao, usada para referirse al personal de Carabineros (la policía nacional) se volvió tan popular y extendida en Chile, que cuando llegó hasta las pantallas de televisión y a las rutinas humorísticas del Festival de Viña del Mar se discutió públicamente la posibilidad de castigar con la ley a quien la utilizara. La convulsión social que se ha extendido por este país en el transcurso de las últimas semanas ha mostrado otra faceta de esta expresión, mucho más tenebrosa, que está en el núcleo de lo que desencadenó las protestas.

El viernes 8 de noviembre, dos semanas después y en el mismo lugar en que se había producido la manifestación más grande de Chile en los últimos 30 años, dos balines se incrustaron en las cavidades oculares de Gustavo Gatica, estudiante de psicología de la Academia de Humanismo Cristiano.

El evento no fue una casualidad. Para esa fecha, al menos 182 personas (1), en su mayoría jóvenes manifestantes, habían recibido impacto de proyectiles en sus ojos, por lo general perdigones o balines, ocasionando la pérdida parcial o total de la visión del ojo afectado. La primera señal de alarma la había lanzado el Colegio Médico de Chile el 23 de octubre: en cuatro días de protestas en Plaza Italia (la “zona cero” de las manifestaciones) habían llegado 29 heridos con trauma ocular severo, 15 de ellos con estallido ocular, al Hospital Salvador (el hospital público más cercano de la zona).

En la Comisión de Derechos Humanos del Senado ya se había pedido explicaciones al general director de Carabineros, Mario Rozas. El general respondía que el uso de las escopetas anti-disturbios de esa institución (de donde provenían esos balines y perdigones) está regulado por protocolos y se realiza dentro de la ley.

Cuatro días antes del ataque con perdigones a Gustavo Gatica, una cabo de carabineros salió del trabajo en el centro de Santiago, vestida de civil con destino a su casa y se topó con una manifestación y carabineros disparando balines. Después de tratar de protegerse de los disparos, un grupo de carabineros la tomó detenida y sin darle tiempo para identificarse la empezó a golpear.

Recibió dos culatazos en la cabeza y luego en el suelo, ya medio aturdida, patadas y puñetazos. El parte médico al ingresar al centro asistencial decía: “Paciente con llanto profuso, angustiada, presenta dolor en región parietal izquierda, leve edema, presenta dolor a la palpación hombro izquierdo con eritema leve en región lumbar, presenta lesiones eritematosas en rodillas, presenta lesiones escoriatosas ambas” (2).

El caso de la carabinera es similar al de centenares de manifestantes, según denuncias al INDH y reportes de la Cruz Roja y el Ministerio de Salud. Y se puede decir que la carabinera tuvo suerte, porque las lesiones no le produjeron la muerte, como a Alex Núñez, padre de familia de 39 años, que murió después de recibir en cautiverio una brutal paliza por carabineros (3); tampoco fue agredida sexualmente, como el caso de cientos de mujeres detenidas, que ha dado origen a decenas de querellas (4) .

 

Estos miles de hechos, descartados oficialmente como “errores” o “excepciones” ¿son realmente eventos aislados?

El informe de Amnistía Internacional El 21 de noviembre Amnistía Internacional realizó una rueda de prensa, presentando preliminarmente los resultados de su investigación sobre lo sucedido desde el 18 de octubre hasta esa fecha. Después de haber documentado 23 “casos emblemáticos”, de haber realizado entrevistas y haber recopilado información a lo largo del país durante un mes (más de 10 mil videos y denuncias), encontraron un “saldo atroz” que no esperaban hallar en Chile: Carabineros estaba realizado ataques generalizados en contra de la población, usando la fuerza de manera innecesaria y excesiva, con la intención deliberada de dañar y castigar a aquellas personas que ejercen en las calles “su derecho a la libertad de expresión y a la asamblea pacífica”.

Los hechos de violencia policial se contaban ya por miles. Pero quizás una advertencia en esta rueda de prensa pasó desapercibida: esta política de dañar y castigar a la población no es nueva. Se ha generalizado, se ha masificado, pero es de larga data. Se ha utilizado recientemente contra el pueblo mapuche y estudiantes secundarios. “De alguna manera, esto se había normalizado”, lo que había sido ya denunciado por este organismo (5).

Pero no sólo se ha tratado de comuneros mapuche o estudiantes secundarios. En un estudio de la Universidad Diego Portales y el INDH, se establecía que en 22 años (entre 1990 y 2012) se había producido 20 mil denuncias por “uso excesivo de la fuerza” de carabineros. Y otro estudio precisaba que “ella era más recurrente en sectores populares, entre hombres, entre 18 y 29 años y que usualmente ocurría durante traslado a recintos policiales” (6) . Dicho de otra manera, era costumbre en Carabineros darle palizas a jóvenes detenidos de las poblaciones más pobres.

La novedad en las recientes manifestaciones es que estas palizas pueden darse en la calle a cualquier transeúnte, aunque no sea detenido, como es el caso mencionado del cabo de civil y lo que muestran centenares de videos que circulan todos los días en las redes sociales.

 

¿Hacer daño?

¿Qué sentido tiene hacer un daño deliberado a la integridad física de un ciudadano? ¿Por qué los carabineros pueden convertirlo en un procedimiento normal para detener a una persona o disolver una manifestación? Descalificando como “irresponsable” el informe de AI, desde el gobierno contestaron que no había “una política deliberada para dañar a los manifestantes”, y que “la única política que ha tenido el gobierno es la de resguardo y protección de los derechos humanos” (7).

Cinco días más tarde, sin embargo, el 26 de noviembre, el director de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, se reunía con el presidente en La Moneda para presentar su propio informe de derechos humanos. Después de reunirse por dos semanas con diversas autoridades del Estado y de entrevistar a más de 70 personas, entre ellos víctimas de las acciones de violencia (tanto de los manifestantes como de carabineros), la entidad concluía que algunos miembros de carabineros “cometieron graves violaciones de derechos humanos” y recomendaba una serie de medidas para controlar este tipo de eventos (8). O sea, los miles de episodios de violencia brutal de carabineros contra ciudadanos desarmados mostraban un problema de control del Estado sobre su fuerza policial.

Si no responden a una orden directa y explícita de sus mandos, como se deduce de las declaraciones oficiales y del informe de HRW, o sea, si las acciones generalizadas de violencia de carabineros obedecen a la iniciativa individual, esto obliga a formularse algunas preguntas: ¿qué tipo de mentalidad maneja este individuo que normalmente en grupo y usando los recursos del Estado ataca con armas de fuego o golpea brutalmente a ciudadanos desarmados en estado de indefensión?

¿Qué tipo de formación ha recibido un funcionario para que se permita a sí mismo actuar de esta forma? Cuando enfrenta a personas jóvenes o a gente humilde (“flaites”), que son el blanco ya natural de su ataque, ¿cómo las representa en su mente?

Para explicar la gran cantidad de heridos en las manifestaciones, el general de carabineros a cargo de la zona este de la Región Metropolitana, Enrique Bassaletti, decía después de la presentación del informe de Amnistía que “nuestra sociedad está enferma de una enfermedad grave”, y que tal como en una quimio o radioterapia se matan células buenas cuando se ataca a las malas, cuando se usan armas de fuego en manifestaciones se corre un riesgo similar (9). Aunque el símil de Bassaletti apunta a explicar por qué las “células buenas” han sido impactadas por carabineros, lo que acepta implícitamente (aunque después pidió excusas por la comparación) es que la acción de carabineros se dirige a hacer daño deliberadamente a un sector de la ciudadanía: las “células malas”.

 

Ley orgánica de carabineros: el cáncer es el enemigo

Esta política de causar daño a las “células cancerosas» no es novedosa en las fuerzas armadas chilenas. El día del golpe militar de 1973, el general Gustavo Leigh prometía: “extirparemos el cáncer marxista”. Y efectivamente, el proceso político que se enrumbaba hacia el socialismo se revirtió rápidamente, los partidos marxistas y de izquierda fueron erradicados realizando una cacería salvaje a sus militantes, pero para lograr esto se puso en acción un dispositivo del terror contra el conjunto de la población. Esta acción fue ejecutada por las fuerzas armadas, los servicios de inteligencia… y carabineros, que se convirtieron así en ejecutores sistemáticos del miedo y la intimidación.

Tres días antes de abandonar el poder ejecutivo, la junta militar de gobierno dictó la Ley orgánica de carabineros (10), vigente hasta la fecha, que convertía en legislación lo que durante la dictadura fue una realidad práctica. Según esta ley, carabineros es “una institución policial técnica y de carácter militar”, o sea, es una entidad organizada para combatir a un enemigo. La finalidad de esta entidad es en consecuencia “garantizar y mantener el orden público y la seguridad pública interior”, y no exactamente la protección de la vida y bienes de los ciudadanos. De esta manera, volvió explícita la tarea que el régimen militar había asignado a Carabineros: la defensa frente a la acción de un enemigo interior, para dejar a las fuerzas armadas el resguardo del territorio frente a una eventual agresión externa. El sentido y razón de carabineros se había reorientado a enfrentar la acción del enemigo dentro del país, y con esta ley la dictadura extendía esta política hacia los gobiernos que la continuaran. Carabineros sí estaba para causar daño: a un enemigo. Y este enfoque militar no ha sido cuestionado por ningún gobierno posterior a la dictadura.

Aunque la idea misma de un “enemigo interior” es altamente cuestionable, tiene algún sentido en cuanto el régimen de facto enfrentó alguna resistencia armada. Pero una vez dejado atrás este régimen, ¿cuál podría ser este enemigo interno? ¿A quién reconoce hoy un carabinero como su enemigo?

 

El enemigo hoy: a quién hay que hacer daño

Una pista para responder a estas preguntas la da la filtración conocida como “pacoleaks”. En octubre de 2019, esta institución sufrió una filtración a través de internet de la que entre otras cosas quedó en evidencia que realiza un seguimiento y monitoreo secreto permanente y sistemático de diversos integrantes y dirigentes de una amplia gama de movimientos sociales: ambientalistas, estudiantes, sindicalistas, dirigentes cívicos, e incluso de ciclistas (11). Personas destacadas en el funcionamiento de organizaciones legales que actúan públicamente son “blancos de interés”, y por lo tanto objeto de monitoreo y elaboración de fichas (con fotos y datos personales). Y estas acciones de espionaje no son una excepción sino rutina: preguntado el director general de carabineros sobre si es habitual que esto se realice, respondía a la prensa: «por la ley de inteligencia, sí» (12).

Aunque manejar fichas con datos personales y hacer seguimientos no es una prueba de que los supervigilados sean considerados enemigos, utilizar esta información para incriminarlos falsamente sí es una prueba, e irrebatible, de que se les quiere hacer daño.

Esto último fue exactamente lo que pasó con la “operación Huracán” el año 2017, diseñada para inculpar a varios dirigentes mapuche en una serie de delitos —desde atentados incendiarios a tráfico de armas—, en la que se pudo comprobar que el equipo de inteligencia de carabineros había “sembrado” pruebas falsas en los celulares de los implicados (13) .

Tampoco ha faltado la intención de inculpar por encima de cualquier consideración de legalidad, como en otro sonado episodio: el “caso bombas”, que se vino abajo en 2011 por las grandes irregularidades de la investigación y recopilación de pruebas, que muestran tanto la ineptitud técnica desde el punto policial como el claro propósito político de incriminar a jóvenes humildes pero poco dóciles (14). ¿Qué hay detrás de esta ineptitud técnica? Probablemente la certeza de una culpabilidad que no debería ser necesario probar siquiera…

 

¿Existe realmente un enemigo?

“Ándate a tu población de mierda, roto conchetumadre”

El domingo 24 de noviembre se produjo una manifestación en el Mall de La Dehesa, quizás la zona más exclusiva y elitista de Santiago. Algunos de los usuarios, ejecutivos de importantes empresas (entre ellas al gerente de Scotiabank Chile, hoy desvinculado por la casa matriz canadiense) salieron a interpelar y agredir a los manifestantes. Se lanzaron muchos gritos de todo tipo, pero quizás el que resume mejor el espíritu de los indignados parroquianos fue “¡Ándate a tu población de mierda, roto conchetumadre!”.

Pero esta expresión no sólo resume el estado de ánimo de los vecinos de este barrio, sino también la actitud generalizada de los integrantes de la élite que detenta el control de la economía y el gobierno. El lugar de los “rotos” es el de las poblaciones y no deben salir de allí. Una participación masiva en el espacio de la política constituye una invasión a un terreno que no les pertenece.

Pero ¿cómo devolverlos a sus poblaciones? ¿Cómo mantenerlos en la pasividad, la apatía, la obediencia? La fórmula exitosa, probada en dictadura, fue la intimidación sistemática; los rotos comprobaron en su propia carne que no están llamados a participar en las decisiones como ciudadanos plenos. Sin embargo, los rotos parecen haber desaprendido la lección, como el incidente en el Mall de La Dehesa indica.

 

¿Cómo hacerlos devolver hoy?

Dentro de la política errática del gobierno (16) ha habido sin embargo una advertencia permanente: “estamos en guerra contra un enemigo poderoso e implacable”. Y aunque en los titulares de prensa se identifica a este enemigo con diversos actores y países, desde las Farc hasta el Foro de Sao Paulo, pasando por Venezuela, Cuba y Rusia, el llamado implícito es a que carabineros continúe haciendo, con más fuerza, lo que ha hecho sistemáticamente desde la época de la dictadura.

Y carabineros entiende el mensaje. No de otra manera se puede interpretar lo denunciado muchas veces, y entre ellas por el alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp: el gobierno destina mucho contingente policial para reprimir la manifestación masiva y pacífica, mientras hace un despliegue muchísimo menor de recursos y funcionarios policiales […] para evitar los saqueos e incendios” (17).

El verdadero peligro desde la perspectiva de la élite y del gobierno es que los rotos salgan a manifestarse y vayan asumiendo su ciudadanía, no que se produzcan ataques a entidades públicas o saqueos a grandes o pequeños comerciantes. Muy en consecuencia, el enorme despliegue de la fuerza policial se concentra en manifestaciones y no en saqueos.

¿Qué es ser “paco”? La razón más poderosa, la razón de fondo de Carabineros, es producir miedo en la población para evitar que la participación masiva de los rotos, la peor pesadilla de la élite, se vuelva realidad. Pero los sucesos que se desencadenaron el 7 de octubre y que continúan aún su marcha, muestran que a pesar de su sistemática brutalidad, a pesar de muertos, palizas, amenazas, violencia sexual, y a pesar de que siguen sacándole los ojos a los jóvenes que protestan, una generación completa de chilenos los desafían y no se deja intimidar. La razón de ser que tiene este cuerpo militarizado, el terror, está haciendo agua.

Los ojos del estudiante Gustavo Gatica, de la trabajadora Fabiola Campillay y de otros trescientos jóvenes no son una casualidad, no son un error, no son una excepción. Representan, más que ningún otro hecho, la defensa sanguinaria de una élite aferrada al poder. Estos 300 ojos son un símbolo, que ya no se borrará, de lo que debe morir.

 

Referencias:

(1) Fuente: @inddhh en twett del 8 de noviembre.

(2) https://www.radiobiobio.cl/noticias/nacional/region-metropolitana/2019/11/08/carabinera-de-civil-fue- brutalmente-golpeada-por-colegas-suyos-de-ffee-mientras-se-dirigia-a-su-casa.shtml

(3) https://www.cnnchile.com/pais/alex-nunez-sandoval-muerte-carabineros-maipu_20191023/

(4) https://www.t13.cl/noticia/nacional/indh-querella-carabineros-torturas-sexuales-rancagua-18-11-2019

(5) Presentación preliminar de la investigación realizada por Amnistía Internacional en conferencia de prensa del 21 de noviembre. https://youtu.be/63aKVWH1Np8

(6) https://ciperchile.cl/2019/10/30/uso-de-la-fuerza-policial-en-el-18-o-inevitable-mano-dura

(7) https://www.latercera.com/nacional/noticia/gobierno-rechaza-califica-irresponsable-duro-informe-amnistia- internacional/911008

(8) https://www.cnnchile.com/pais/informe-hrw-graves-violaciones-ddhh-chile-urgente- reforma-carabineros_20191126/

(9) https://m.cooperativa.cl/noticias/pais/ffaa-y-de-orden/general-bassaletti-realizo- analogia-del-pais-con-un-paciente-con/2019-11-22/094443.html

(10) https://www.leychile.cl/Consulta/m/norma_plana?org=&idNorma=30329

(11) https://interferencia.cl/articulos/pacoleaks-estos-son-los-nombres-y-organizaciones- que-han-sido-vigiladas-por-carabineros-en

(12) https://verdadahora.cl/general-rozas-en-su-laberinto-confirma-que-espionaje-a- dirigentes-sociales-es-habitual.html

(13) https://ciperchile.cl/especiales/operación-huracan

(14) Una buena exposición de este montaje en: Tamayo Cruz, Tania. Caso bombas. La explosión en la fiscalía sur. LOM Editores, Santiago, 2012.

(15) https://ciperchile.cl/multimedia/las-mentiras-del-caso-catrillanca

(16) https://www.desdeabajo.info/colombia/item/38300-chile-como-se-dano-la-fiesta.html

(17) https://www.theclinic.cl/2019/11/27/sharp-condeno-lamentable-jornada-de-saqueos-en-valparaiso-son- acciones-criminales-duras-que-no-tienen-ninguna-relacion-con-las-manifestaciones-sociales/

1 Comentario

  1. Preciso y conciso análisis, los policias de verde, y muchas veces de civil, desvirtúan el espíritu implícito en su himno tan difundido últimamente por las calles de ciudades y pueblos chilenos. Son una guardia pretoriana de los dueños del gran capital, eso los deja al nivel de los tonton macoutes haitianos de Duvalier, sólo va faltando el vudú.

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