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La derrota del FA de Uruguay y la de los “gobiernos progresistas”

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por    Julio  A. Louis. Uruguay

 I 

La derrota electoral del  FA tiene el rasgo distintivo frente a la de otras de “gobiernos progresistas” del continente, que necesitó de una amplia coalición de fuerzas de derecha y de ultra derecha. No obstante,  no implica una victoria -al menos duradera- de la clásica derecha pro imperialista. Basta informarse de los estallidos populares en varios países (Ecuador, Perú, Chile, Bolivia, Argentina, Brasil, etc.) para observar la incertidumbre existente. En el caso de Uruguay hay un hábil manejo por el gobierno de la situación creada por la pandemia, con la ayuda de los medios masivos de comunicación a su servicio. A título de simple ejemplo, Lacalle Pou ha visitado alguna escuela rural y se le ha visto en televisión, atravesando los alambrados y conversando amigablemente con pobladores de la campaña, con docentes, con niños.     

                                                                  II

           Esta “reafirmación de la derecha” guarda relación a la lograda en los años previos, simultáneos o posteriores a la  dictadura de la “Seguridad Nacional”?

   Para una respuesta aproximada recurrimos a dos figuras de peso en la izquierda uruguaya, cuyos  análisis se realizan con diferencias de tiempo histórico pero coinciden en lo esencial, pues Trías fallece en 1980 y Sendic en 1989. 

   Dice Vivian Trías. “La integración del continente austral es, hoy por hoy, una necesidad histórica […] El tiempo de la ‘balkanizacion’ latinoamericana ha arribado a su ocaso. La integración se producirá de cualquier manera; puede concretarse para afianzar el subdesarrollo y la dependencia colonial, o puede concretarse para superar el atraso y liberarse de la opresión imperialista. ..[…] Tampoco hay duda de que la revolución no podrá construir el socialismo, en las parcelas aisladas de cada país, constriñéndose al cantonalismo empequeñecedor de la América pobre, desunida, dispersa, fracturada […] Por lo tanto, en nuestros días,la antinomia revolución-contrarrevolución, se expresa en la antinomia integración para la servidumbre-integración para la liberación.” * (“Imperialismo y geopolítica en Uruguay”. Tomo II. Capítulo VI. “Integración para la servidumbre o integración para la liberación”. Página 272. Ediciones de la Banda Oriental. Montevideo. 1990) 

    Raúl Sendic  tras muchos años de cárcel, reinstaurada una democracia tutelada por las Fuerzas Armadas, y liberados los presos políticos, participa  de la acción legal y propugna un Frente Grande, en base a un programa revolucionario, de transición a la construcción socialista. Los lineamientos generales los expresa en un célebre discurso:

  “Fuimos a los problemas, a las raíces de los mismos, y los radicamos en el problema de la tierra, en el problema de la banca, en el problema de la deuda externa y en el problema del salario, como los elementos básicos que hay que modificar para que este pueblo pueda salir adelante […] pusimos en particular, el acento en la estafa de la deuda externa […] Nuestra propuesta desde el principio fue rotunda: el rechazo al pago liso y llano de esa deuda.” * (“¿Por qué un Frente Grande?” Acto del MLN-Tupamaros en el Estadio Luis Franzini (19/12/1987) 

   Con referencia al Frente Grande, y su relación con el Frente Amplio expone: “Apoyamos esa unidad real en el Frente Amplio, y no haremos nada por destruirla, aunque aspiremos a una unidad mayor que además sea nacional y no solo montevideana”.

Por fin, propone “profundizar esa conciencia solidaria y socialista” y fija este programa: “Distribución de la tierra y mejoras para el trabajador rural. Terminar con la banca privada en manos de extranjeros. Terminar con la sangría del pago de la deuda externa. Volcar esos recursos y lo quitado a los especuladores, para un aumento general del salario que traiga el consiguiente ensanchamiento del mercado interno. Que las industrias y comercios endeudados con la banca pasen a los trabajadores. Que se haga un frente que se comprometa con estas soluciones. Que dentro del mismo nos unamos las fuerzas afines para darles un impulso a esa salida y a otras más profundas. Por la tierra, por el trabajo, contra la pobreza, y con el compromiso de siempre, ¡habrá patria para todos! Compañeros.”   

   Aprendiendo de ellos, la estrategia y la táctica deben ser continentales;  y a su vez, valoramos que después de que se formara el Encuentro Progresista-Frente Amplio para luego volver a la denominación anterior (FA), este nuevo FA pasó a ser el Frente Grande deseado por Sendic, mucho más variopinto y reformista. 

  ¿Actualmente, cómo debe actuar la izquierda antiimperialista y socialista?  Uniéndose, marcando su perfil con nitidez y, en Uruguay colaborando tácticamente con el FA en lo que sea posible, y en el mundo con fuerzas afines. Para esta conclusión, recurrimos principalmente al marxista contemporáneo estadounidense, Davyd Harvey en su “Breve historia del neo liberalismo”.

Harvey considera que hay dos caminos a tomar: llegar a un programa de oposición abierto, o bien, buscar alternativas por medio de análisis críticos. Y juzga que la tarea es abrir el diálogo entre ambos caminos.

   Por un lado, los movimientos obreros tradicionales están debilitados pero no han muerto. En América Latina, incluso, partidos de composición obrera -o más bien de trabajadores, concepto más amplio que el de obreros industriales- han llegado al gobierno. Pero también es cierto que hay movimientos de oposición al capitalismo diferentes al movimiento obrero: de cooperativistas, de pequeños productores, feministas, antirracistas, etc. De modo que las diferencias de raza, de género, de etnias, se entretejen con las identidades de clase. Así, “Las clases dominadas están muy racializadas y la creciente feminización de la pobreza ha sido un rasgo notable de la neoliberalización.” (Harvey) . Claro que en esa conjunción de clases, capas y sectores populares, se debe  considerar el papel crucial de la lucha de clases.

       Esas corrientes convergen en el Foro Social Mundial para buscar puntos en común   y construir una fuerza organizada, y más recientemente en la Internacional Progresista, sin juzgar del valor de esas herramientas.

                                                          III

   Carlos Marx observa que existen períodos de transición entre los modos de producción que suelen ser más prolongados que las fases de apogeo, donde coexisten dos o más de ellos.  Aunque es problemático hacer vaticinios, todo indicaría que se ha entrado en uno de estos períodos de transición. El caso más evidente es el de la República Popular China, que mantiene acusados rasgos capitalistas mientras su Partido dirigente, el Comunista, postula la construcción del socialismo a largo plazo, en el correr de este siglo. O en América Latina, el de Cuba.

    Yendo a la praxis concreta uruguaya, hay que intentar la unificación de la izquierda antiimperialista y socialista, la que está en el Frente Amplio o fuera de él. Y en esa tarea, más que pensar en partidos de vanguardia -que ninguno de los existentes logra ser tal- se trata de elaborar un programa para todo un tiempo histórico, plataformas de luchas concretas, y  operar tanto adentro como por fuera de los partidos existentes. Operar bien ligado a las masas populares, principalmente a los trabajadores, con fines estratégicos o de larga duración. Y al mismo tiempo, siendo capaces de articular alianzas tácticas, o de corta duración,  con las fuerzas partidarias de vida real, que están básicamente en el Frente Amplio.

El que el debate esté presente tanto en los partidos como en diversos colectivos militantes es un aporte valioso que deberá irse puliendo.            

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