Artículo publicado en l’Egalité n°207
09/12/2021
Nuestra sociedad está llena de desigualdades e injusticias y se han agravado tras dos años de pandemia. Los barrios desfavorecidos están aún más desatendidos: desaparición de servicios públicos, cierre de escuelas, agencias de Pôle Emploi o tesorerías públicas. Las operaciones inmobiliarias pretenden eliminar miles de viviendas de bajo coste. En consecuencia, la escasez de viviendas sociales pone a cada vez más familias en situaciones difíciles.
En este tipo de cuestiones, los políticos racistas, a menudo de derechas o de extrema derecha, pero no sólo, desempeñan el papel que los ultrarricos y el gobierno esperan que desempeñen: en lugar de denunciar las políticas que crean esta escasez de viviendas, acusan a los «inmigrantes» o a los «extranjeros» de quitarles la vivienda a otras categorías modestas de la población. El mismo método para el empleo. Estos políticos quieren desviar la ira contra la injusticia. Son los primeros defensores del capitalismo.
Por el contrario, decimos que en este país hay suficientes recursos y riqueza para ofrecer a todos vivienda y empleo, y servicios públicos de calidad. Pero esto significa una política totalmente opuesta a la de Macron, el PS, la derecha o la extrema derecha.
¡Basta de discriminación racista!
Miles de personas siguen siendo discriminadas en la contratación, en el acceso a la vivienda… Por no hablar de las prácticas de una gran parte de la policía que utiliza mucho más la violencia (verbal o física) en cuanto se trata de una persona de un barrio desfavorecido, y aún más si no es blanca.
Esta forma de trabajar racista, que coloca a toda una parte de la población en una situación de inferioridad, tiene como objetivo aislarla, impedir que se rebele y participe en los movimientos de lucha de los trabajadores o de los jóvenes. Y no es replegándose en la identidad o en la religión que esto cambiará, al contrario, ¡organicémonos juntos!
Únase a la lucha común contra el racismo
Hacemos un llamamiento a la unidad, independientemente del color, el origen, la cultura o la lengua. Cuando un político hace comentarios racistas o un jefe discrimina a un trabajador o a un joven por ser negro, musulmán, asiático o de otro tipo, son todos los trabajadores, los jóvenes y los desempleados los que son atacados.
El racismo no es «natural»: está pensado y construido para mantener las desigualdades en la sociedad capitalista. Para acabar con la discriminación y esta competencia, exijamos empleos y viviendas de calidad y en número suficiente para todos, sacando de la riqueza de los multimillonarios ultra ricos.
Cada uno debe ocupar su lugar en la lucha. La Izquierda Revolucionaria está abierta a todos los que quieran acabar con el racismo y el capitalismo, ¡sea cual sea su origen!