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El PIT-CNT rechaza la presencia de militares norteamericanos en Uruguay

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revista Claridad, Uruguay

Entrevista a Sergio Sommaruga

Por Luis Vignolo

El profesor Sergio Sommaruga es integrante del Secretariado Ejecutivo del PIT-CNT y miembro de la dirección de SINTEP (Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Enseñanza Privada). 

-¿Cómo se gestó la declaración del PIT CNT rechazando enfáticamente el ingreso de tropas de elite del ejército de Estados Unidos a Uruguay? Tenemos entendido que usted fue protagonista decisivo en la preparación de esa tan importante declaración antimperialista.

–  No podemos naturalizar la falta de debate político ante el ingreso legal de fuerzas armadas extranjeras a territorio nacional, más cuando su fin específico es adoctrinar a quienes forman parte del monopolio del ejercicio de la violencia por parte del estado uruguayo. Porque es ese y no otro el objeto de la presencia de este comando de elite en nuestro territorio. No es que vinieron a auxiliar al pueblo uruguayo en el contexto de una calamidad climática, por ejemplo.

Este asunto adquiere mayor relevancia cuando se toma en consideración que Uruguay tiene muy malos precedentes en materia de subordinación doctrinaria de sus fuerzas armadas y particularmente con los EEUU.

En ese sentido no comparto la tesis de la independencia de lo técnico sobre lo político. No hay entrenamiento militar autónomo de una concepción política e ideológica del rol de las fuerzas armadas en las sociedades. Es más, la supuesta neutralidad de la técnica, en este caso aplicada a la formación militar, es una forma sofisticada de apagar el pensamiento crítico y la lectura política de cómo funcionan los procesos de influencia.

Las fuerzas armadas de los EEUU tienen históricamente un rol preponderante en la geopolítica de control y dominio que lleva adelante este país. Este factor no puede quedar de lado cuando se hace el análisis político de quien es quien.

Luego de su primigenio pasado revolucionario en la gesta independentista a fines del siglo XVIII, las fuerzas armadas de EEUU devinieron en una máquina de intervención directa para consolidar el papel de este país del norte como gendarme mundial.

Desde 1845, cuando se anexó “a prepo” tierras pertenecientes a México, en adelante, EEUU se convirtió en una amenaza a la paz mundial.

Soslayar esta historicidad en la toma de decisiones, como la que adoptó el parlamento al darle autorización para ingresar al país a este comando de élite, es un error estratégico.

La declaración pública que emitimos desde el PITCNT en rechazo al ingreso de esta fuerza de guerra del ejército de EEUU fue un instrumento, el que teníamos al alcance de nuestras posibilidades, para romper con una calma adormecedora que pareció predominar en este asunto.

Asimismo la salida del comunicado intentó ser un aporte más dentro de un proceso de reconstrucción y potenciación del pensamiento y acción antiimperialista en el campo popular.

Hablo de reconstrucción y potenciación porque también es cierto que durante los años de gobierno del progresismo hubo mucha confusión popular sobre como posicionarse políticamente ante decisiones del propio gobierno con el imperialismo. Me refiero a decisiones que van desde el relacionamiento con el gran capital y las jefaturas políticas de los organismos internacionales de crédito, hasta la participación de las fuerzas armadas uruguayas en operaciones transnacionales como la minustah (Haití).

Recordamos el ejemplo emblemático de Guillermo Chifflet en 2005 cuando no votó la participación uruguaya en el estado de sitio contra el pueblo hatiano. Aquella decisión fue un punto de inflexión político y simbólico, tanto sea por el cambio de rumbo que adopto el progresismo  como por la autoridad moral de Chiflet y su coraje político. Luego también lo hizo Esteban Pérez en 2013. Ambos diputados fueron testimonios concretos de esta deflexión política del progresismo y de la tensión que implican decisiones como la que tomó el parlamento en estos días.

Esta tensión sigue viva y es menester asumirla, debatirla y superarla en términos de fortalecimiento de conceptos fundamentales como la defensa de la paz mundial.

Cuando se “deshistoriza” la política, ganan los poderosos y el orden establecido. Porque la desmemoria siempre es una herida en la conciencia de los pueblos.

-El texto de tan valioso pronunciamiento, cuestionando el ingreso de militares de Estados Unidos, incurrió en una inexactitud, que no atañe al fondo de la cuestión, al mencionar que la aprobación en el Parlamento habría sido por unanimidad, omitiendo que cuatro diputados, los tres de la bancada del Partido Socialista -Gonzalo Civila, Gabriela Barreiro y Enzo Malán- y el diputado del Partido por la Victoria del Pueblo, Daniel Gerhard, expresaron en la Cámara de Diputados su discrepancia y se retiraron de sala para no apoyar la iniciativa. La confusión se mantuvo en el excelente discurso de Fernanda Aguirre en el acto del 1 de Mayo. ¿Le merece algún comentario o aclaración este aspecto del tema?

– El comunicado emitido por el PIT-CNT el pasado 19 de abril abreva en una comunidad de ideas, valores y principios que excede por mucho a quien lo elaboró.

La autoría intelectual del comunicado es parte de esa rica tradición antiimperialista del pueblo uruguayo, sus intelectuales, artistas y bases militantes en general.

Más en lo particular, la iniciativa de expedir ese posicionamiento crítico fue discutida en el seno del Secretariado Ejecutivo de nuestra Convención sindical y fue a mí a quien le toco redactarlo.

Una vez redactado, el texto fue compartido y puesto bajo consulta durante 24 horas por medio del grupo de “guasap” que tienen los integrantes del Secretariado.

Ulteriormente fue emitido a los medios de comunicación y difundido por los medios telemáticos del PIT-CNT.

El comunicado tuvo una repercusión relativamente importante, tanto sea por su contenido como por la relevancia que tiene la opinión del movimiento sindical en la sociedad uruguaya. Además el PIT-CNT fue una de las pocas voces que se expresaron condenando públicamente la aprobación parlamentaria del ingreso de este comando de elite a entrenar militares de nuestro país.

Esa creo que es la valoración más importante a realizar al respecto.

Eso no quita que se cometió una omisión involuntaria asociada al hecho que tú mencionas. ¿Qué explica esta omisión? Que al momento de redactar el comunicado tenía en mi conocimiento que la votación en el senado fue unánime. Tomando en cuenta esa circunstancia y ante el desconocimiento público de la acción emprendida por los compañeros del PS y del PVP en la cámara de diputados, fue que hice una inferencia incorrecta. Partí de la base que si se votó por unanimidad en el senado era porque había un acuerdo general de la fuerza política de acompañar afirmativamente esa postura.

Cuando un compañero del Secretariado me puso en conocimiento de este error involuntario el comunicado ya se había hecho público. Así fueron las cosas. No obstante, quiero aprovechar la oportunidad que me da Claridad para extender las disculpas del caso. Si la decisión de estos compañeros de retirarse de sala hubiera tomado carácter público o más notoriedad, decididamente que el comunicado no hubiere salido con esa generalización. No es una excusa, pero si una importante aclaración que espero sea de utilidad para la mejor comprensión de las circunstancias concretas.

-¿Cómo visualiza las posibles consecuencias presentes y futuras de esta presencia de militares norteamericanos y el entrenamiento que le brindan a nuestros soldados, en particular en temas tan alarmantes como el «antiterrorismo»? El ministro de Defensa en la Comisión de Defensa del Senado expresó literalmente que la operación “tiene un componente muy importante en todo lo que significa la compañía antiterrorista”. Esos términos traen muy trágicos recuerdos de los métodos represivos que se emplearon contra la población en general y los sindicalistas en particular, durante el pasado reciente del Uruguay y de toda nuestra América Latina. 

-La intervención activa de los EEUU en las dictaduras latinoamericanas de la segunda mitad del siglo XX es un claro ejemplo de la nociva influencia que ejerce esta potencia global. Injerencia que no solo implicó el respaldo político y económico a los golpes de Estado en toda la región, sino un marco de impunidad ante las gravísimas violaciones a los DDHH que las dictaduras cometían contra los pueblos. EEUU tuvo conocimiento detallado de operaciones delictivas de alta envergadura como el “plan cóndor”. Sabían de los delitos de lesa humanidad que estaban perpetrando los esbirros del terrorismo de estado y dejaron hacer.

Los propios documentos desclasificados por el departamento de estado de los EEUU así lo revelan.

Fue tan intensa y comprometida la asistencia del gobierno de EEUU con las dictaduras y la violación grave de los derechos humanos de los pueblos latinoamericanos, que llegaron a enviar cuadros especializados para adiestrar a las fuerzas represivas en técnicas de tortura.

En tal sentido Uruguay tiene el caso emblemático de Dan Mitrione.

Al día de hoy no hubo ningún reconocimiento de parte del gobierno de los EEUU de su responsabilidad-por acción y omisión-ante estos gravísimos delitos.

Esa omisión deliberada de los EEUU y la falta de demanda histórica de los gobiernos de Latinoamérica de ese reconocimiento, hacen que la presencia de las fuerzas armadas de países imperialistas en nuestros países siga representando una amenaza a la estabilidad y la autodeterminación de los pueblos.

Este es un problema neurálgico y, mirado en perspectiva histórica más aún.

El ingreso, más temprano que tarde de la exacerbación de la disputa por los recursos naturales y los bancos de biodiversidad existentes en Latinoamérica, hacen que este tipo de asuntos tenga rango estratégico.

Sólo la falta de debate político masivo sobre estos temas hace que la pasividad domine el terreno de la construcción de opinión sobre los riesgos asociados a este tipo de maniobras.

Ahora bien, entiendo que el problema mayor ahora mismo lo tenemos en el ámbito de la subjetividad.

Objetivamente la maniobra militar en curso es eso, un riesgo potencial. Pero la deshistorización de la política que está detrás de su autorización parlamentaria conlleva subjetivamente a la reproducción de las condiciones para la aceptación de la influencia militar imperialista en nuestros pueblos.

– En un escenario mundial signado por la guerra, ¿qué consecuencias geopolíticas considera probables para nuestro país?

 – Las guerras entre naciones son un mecanismo inherente a las políticas de dominación y control.

Luego, hay análisis concretos de las situaciones particulares que dan contexto valorativo a cada eclosión bélica, pero la destrucción de personas y activos sociales, económicos y culturales que entrañan las guerras, no se pueden sustraer de ese principio.

La única forma de suprimir las guerras entre pueblos es superando civilizatoriamente las políticas de dominación y control.

Razonablemente y a la luz de la correlación de fuerzas en el mundo, podemos argüir que estamos muy lejos de ese horizonte histórico. Por eso, lo que nos queda -la tarea política que tenemos- es la resistencia política y con ella el despliegue de una pedagogía popular que ponga al descubierto la naturaleza sistémica de las guerras.

En relación al conflicto guerrerista entre Rusia y Ucrania hay dos planos de lecturas al menos: Uno alude a la configuración de las relaciones de fuerza entre la OTAN y el bloque de países con vocación imperialista que no están asociados a ese bloque, actualmente hegemónico. que representa el tratado de Washington y el otro alude a las repercusiones locales e inmediatas. En ese nivel tengo dos comentarios para hacer.

Por un lado la guerra ha generado un cuadro de situación muy favorable para la valorización de muchos de los bienes básicos exportados desde Uruguay. Eso explica en parte la renta extraordinaria que viene acaparando el gran capital asociado al agronegocio.

Por otra parte y como reverso de ese proceso de valorización excepcional, hay un influjo inflacionario tremendo. Esto se debe al movimiento especulativo inherente al capitalismo y al traslado de precios internacionales al mercado local. Esta espiral inflacionaria junto a la redistribución regresiva del ingreso que viene de la mano de la política económica del gobierno, hace que estemos ante una coyuntura de carestía y penuria para las grandes mayorías nacionales.

Ante estas circunstancias, la izquierda y el movimiento popular están ante un cruce de caminos en materia de perspectiva histórica y la interrogantes es: ¿Qué podemos hacer para hacer lo que debemos hacer, ya sea ante la guerra, ante el avance del imperialismo y ante la exacerbación de la desigualdad?

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