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Cobre e Industrialización

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por Héctor Vega *

Estamos muy lejos de tener un plan y modelo de desarrollo nacional. Es el balance de las últimas 4 décadas de desarrollo. Seguimos anclados en una política de exportación de recursos naturales predominando el cobre, mayor productor de divisas donde China y el sudeste asiático es el principal destino de  nuestras exportaciones. De hecho en el total de las exportaciones mineras el cobre representa más de 93% y el resto de la minería un 7%.

Más aún las exportaciones mineras constituyen 5 veces las exportaciones manufactureras. En la actividad manufacturera, muy detrás de la minería del cobre, destacan algunos servicios de ingeniería para instalaciones de la minería extractiva del cobre”, y otras de escaso monto que en su conjunto no sobrepasan mil millones de dólares.

Las carencias de la industria nacional son tales que sus importaciones para cubrir las necesidades del país representan 4 veces más que las importaciones del sector minero. Entre aquellas, en 2020 se encuentran las importaciones de motores, generadores, transformadores, calderas de vapor, productos metálicos, cartón y papel elaborado y productos químicos.

Matriz productiva

Una matriz productiva propia de un modelo extractivista compromete un tipo de  desarrollo, no solo por su escasa diversidad industrial, sino por el carácter tóxico de la actividad minera con consecuencias sobre el medio ambiente cuya neutralización no ofrece garantías de erradicar la huella de carbono principal causa del cambio climático. La fragilidad del modelo, aun al debe en lo que se refiere a la energía basada en material fósil con importaciones de petróleo, diesel, gas, y productos metálicos, pone en serio riesgo, además, los compromisos internacionales adquiridos por el Estado en las Conferencias de Partes (COP) por el cambio climático.

La contrapartida a la matriz productiva son las importaciones de consumo de bienes durables donde redundan los automóviles, televisores, electrodomésticos-computadores. A ello se agregan bebidas y alcoholes, gasolinas, carne y por último medicamentos.

En una comparativa que nos sitúa en la realidad, estamos aún en lo que fue el punto de partida de Corea del Sur, hace 40 años atrás cuando ambas economías teníamos el mismo PIB per cápita. Hoy ese indicador en Corea representa 2 veces el PIB per cápita de Chile. La industrialización de Corea partió de lo que tenía en ese momento, es decir industria pesada y química, para seguir en los ‘60 y ‘70 del siglo pasado con cemento, fertilizantes, maquinaria industrial, refinación de petróleo y otros, fomento de industrias conexas y la promoción de nuevas industrias de exportación y de sustitución de las importaciones. El desarrollo industrial ha llevado a Corea a la industria electrónica, telecomunicaciones, automóviles, productos químicos, navales, construcción y acero.

En Chile hemos pagado el precio de no tener una industria y actividades suficientemente desarrolladas de servicios para la minería y en seguida en la cadena misma de valor de la riqueza minera.

No basta decir que con un mejor precio del cobre invertiremos y obtendremos (vía impuestos, royalty, derechos aduaneros) 5 o 10 puntos del PIB destinados a financiar un plan de inversiones en sectores locales de bienes públicos, a saber, educación, salud, vivienda, pandemia, etcétera. Sin un plan social o productivo para dejar de lado la política del extractivismo cualquier acción muere en el punto de partida.

Dos visiones en el tapete

Vamos al fondo del debate. Sin una perspectiva de desarrollo local de tecnologías e incremento de la productividad de la mano de obra, no sólo de la minería sino de otros sectores, la posibilidad de industrialización de la economía, es decir de pasar a otro nivel, es nula.

La visión rentista de las autoridades locales impide avanzar hacia la industrialización de la materia prima y con ello alcanzar un mayor grado de complejidad en la economía. Se persigue un royalty superior al que la administración Lagos negoció con las transnacionales de la actividad en términos de lo que en definitiva significó un mero impuesto específico.

Se desconoció el carácter asociativo de la explotación minera es decir, aquel estado de cosas en que el Estado de Chile como propietario del mineral negocia con el concesionario que aporta el capital físico y financiero para la explotación. En lugar de ello se estableció la llamada concesión plena, engendro jurídico de escaso reconocimiento en el mundo minero, que convierte al concesionario en propietario (Cf. Ley Orgánica Constitucional de Concesiones Mineras, 21/01/1982).

En ausencia de una política nacional de explotación se ha propuesto imponer mayores aranceles a la exportación de concentrados y menos a los cátodos, esto es según el grado de elaboración del mineral; amén de otras regulaciones que en nada cambian los términos de una visión puramente extractivista de la explotación del mineral.

La política del cobre es mucho más que eso: nos obliga a pensar un plan de industrialización/modernización de la economía chilena y asumir las consecuencias que ello significa.

No está en los planes de las 10 empresas de la Gran Minería (GM-10), filiales de las Transnacionales en operación, dejar de lado la exportación de concentrados a sus mercados de ultramar puesto que desde allí imponen el precio de la materia prima y controlan el mercado del cobre refinado.

En conclusión debemos tener una política del cobre para financiar un plan de desarrollo nacional de la industria en Chile.

Política del cobre e industrialización: 2 visiones complementarias

Sin perder el horizonte de exportaciones a China y otros países en el mercado internacional, Chile debe insertarse en la cadena de valor de la industria minera. Es el caso del sector de servicios a la minería, rubro que permite entrar en la cadena de valor a través del mecanismo de joint-ventures es decir, en asociaciones con inversores extranjeros. Esta vía está basada en el uso final del mineral de cobre.

Last but not least el desarrollo de los servicios a la minería es central. Ello cumple con dos objetivos, la incorporación de la industria minera a la cadena de valor internacional y el desarrollo de una industria local de servicios a la minería. Ambas vías constituyen una hoja de ruta que permite avanzar hacia una industria minera 4.0[i].

La expansión de la industria minera deberá enfrentar en el futuro el declive de las leyes de cobre. Por lo que la internalización de los servicios es su gran desafío en los próximos años. Debemos ocuparnos en el uso final del cobre pero también es necesario servir localmente a la industria minera de extracción del mineral.

Uso final

La publicación “Alta Ley, de los Recursos Naturales al Conocimiento” (2019, p. 189)[ii] se refiere al primer aspecto, señala la utilización del cobre en las más diversas áreas e industrias, “desde la construcción de edificios, hasta la generación y transmisión de energía, la fabricación de productos electrónicos y la producción de maquinaria industrial y vehículos de transporte. El cableado y las tuberías de cobre son parte integral de los aparatos, los sistemas de calefacción y refrigeración, y los enlaces de telecomunicaciones que se utilizan a diario en los hogares y las empresas. El cobre es un componente esencial de los motores, el cableado, los radiadores, los conectores, los frenos y los cojinetes utilizados en automóviles y camiones”.

“Un automóvil promedio contiene 1,5 kilómetros de cable de cobre, y la cantidad total de cobre varía desde 20 kilos en autos pequeños hasta 45 kilos en vehículos de lujo e híbridos. Según un estudio encargado por la ICA (International Copper Association) a IDTechEX en 2017, un vehículo eléctrico puede utilizar entre 40 y 369 kilogramos de cobre dependiendo del tipo de tecnología y de vehículo”.

Una de las aplicaciones más recientes del cobre incluye su uso en superficies que se tocan con frecuencia, en las que sus propiedades antimicrobianas reducen la transferencia de gérmenes y enfermedades. Los fabricantes de semiconductores también han comenzado a usar cobre para circuitos en chips de silicio, lo que permite que los microprocesadores operen más rápido y consuman menos energía. Recientemente se descubrió que los rotores de cobre aumentan la eficiencia de los motores eléctricos, que son los principales consumidores de energía”.

Mencionemos el sector real de los intercambios entre el cobre de mina y el mercado final del metal. Segmento en el que es posible concebir encadenamientos importantes en la política de internalización del segmento de proveedores. Según el Grupo Internacional de Estudios del cobre (GIEC), cifras de octubre de 2009 indican que el uso final de cobre puro en diferentes actividades económicas indican, que casi la mitad de los 23,7 Mt-cu usados anualmente en el mundo (48%), está concentrada en solo cuatro productos de cobre puro sin aleaciones: cable de construcción, cables eléctricos de alto voltaje, cable para magnetos y tubos de cobre. Si agregamos casi dos millones de toneladas de cobre usado en barras con aleaciones de otros metales (RBS) se alcanza casi 57% del uso final del cobre a nivel mundial. El restante 43% se distribuye entre cables de bajo voltaje, placas, chapas y tiras (PSS), castings, cables para vehículos, electrónica y telecomunicaciones, tubos con aleaciones y otros usos menores[iii].

Un informe a 2019 señala que las propiedades del cobre y sus aleaciones resultan importantes por su buena conductividad de la electricidad y el calor combinado con la resistencia. Se señala además la ductilidad y la resistencia a la corrosión (Alta Ley, Op.cit. p. 189).

Sin una política de Estado no será posible superar la etapa de primer productor mundial de cobre en mina; enfrentar la etapa de costos crecientes en proyectos brownfield y asumir el costo de mayor deuda externa en el proceso de capitalización de Codelco.

Servicios a la minería

Actualmente hay alrededor de 100 compañías en Chile que están exportando sus servicios mineros y tecnologías a otros mercados. En 2016 el ministerio de Minería tenía como meta multiplicar por ocho el volumen de los envíos al 2035. En el pasado Conicyt (2016) lanzó un Concurso de Investigación Tecnológica Temático en Minería por un total de $2.500 millones. Entre 2010 y 2015 la entidad con otros fondos de fomento al desarrollo científico e inserción de capital humano canalizó $ 14.100 millones para 157 proyectos. En 2018 478 empresas proveedoras de bienes y servicios para la minería exportaron en conjunto más de US$ 554 millones, lo que representó un crecimiento de 10% con respecto a 2017. Ya en esa época se preveía una meta de US$ 4000 millones de exportación de servicios ligados a la minería. Sin embargo, estamos aún lejos de alcanzar esa meta. Falta aún para que la industria chilena se convierta en proveedores de clase mundial. Las exportaciones se dirigieron a 80 mercados que corresponden en un 97,5% a economías con las que Chile posee acuerdos comerciales. El 87% de los envíos se dirige a América Latina y dentro de este bloque, existen 26 destinos, siendo Perú el principal mercado, concentrando por sí solo el 55% (US$ 254 millones) de los montos. En segundo lugar se ubica Brasil con un 18% de los envíos (US$ 81 millones); sigue Argentina con un 8% (US$ 39 millones) y México con un 7% (US$ 30 millones).

La intervención del Estado en la industria de servicios a la minería es esencial a través de acuerdos con el sector privado. Sólo un 5,9% de las empresas proveedoras de servicios son exportadoras, su importancia representa 0,74% del total de las exportaciones y el 1,3% de las exportaciones del sector minero durante el año 2018.

En el futuro el desafío en el mineral ubicado a mayor profundidad y con baja ley es aumentar la productividad y disminuir costos. Es el caso de la nueva fase de El Teniente con operaciones remotas, máquinas robóticas, camiones autónomos así como tecnología de punta para el control de emisiones.

Una carencia importante para el desarrollo de la oferta de exportación es la prueba de la tecnología en condiciones reales. Según nuestra información BHP Billiton, Codelco y Antofagasta Minerals han ofrecido en un pasado reciente parte de sus faenas mineras para este fin, pero solo alrededor de 70 proveedores han accedido a este beneficio (Cf. Sofía Neumann 2019 p. 14)[iv].

Lo que sorprende en la visión chilena de la expansión de los servicios de proveedores es su localismo. Debemos planificar para desarrollar conocimiento desde el mundo minero y que este sea exportable a otros países de la región y en otros continentes. ¿Por qué no pensar en el establecimiento de empresas fuera de Chile, ligadas a grandes importadores como por ejemplo operaciones de join-ventures en China e India?

La expansión del sector a nivel mundial, es la de un conglomerado de industrias que se integran a una cadena de valor que va más allá de la expansión a nivel local. Encadenamiento que traería más puntos al PIB y aspecto central –crítico a nivel local– el financiamiento que trae para la capitalización del sector y de otros proyectos vinculados al sector minero.

Existen “servicios de ingeniería para instalaciones de la minería extractiva del cobre”, amén de “servicios de comisionista comercial”, “servicios de asesoría en gestión financiera de empresas”, “servicios de diseño de software original” y “servicios de investigación y desarrollo en la química y la biología” (Cf. Informe de comercio exterior de la Subsecretaría de Relaciones Internacionales del gobierno de septiembre 2020). En el Informe citado se señalaba que el 98,5% de las exportaciones de servicios registradas durante septiembre de ese año “se dirigió hacia mercados con los cuales Chile tiene en vigor algún tipo de Acuerdo Comercial. El destino más relevante fue Estados Unidos con el 57% de los envíos, le siguieron la Alianza del Pacífico (17%) y la Unión Europea (12%)”. En conclusión, con este tipo de servicios a la minería, entramos en un tipo de especialización situado al interior mismo de la actividad minera pero con una proyección comercial autónoma.

Complejidad económica: servicios a la minería

La complejidad económica implica una matriz de especialización (véase César A. Hidalgo) “donde cada fila tiene una economía (un país o una ciudad), y cada columna tiene una actividad (una industria o producto). Las celdas nos dicen qué tan presente está cada actividad en una economía”[v].

Para llenar estas celdas Hidalgo propone “una factorización matricial que se conoce como la descomposición en valores singulares. Esta técnica no solo permite factorizar las matrices de especialización, sino que garantiza producir los vectores (factores) que mejor explican la estructura de una matriz. Esta factorización produce tres matrices, una con factores para los lugares o economías, otra con las elasticidades (los coeficientes), y otra con los factores requeridos por las actividades. En otras palabras, si queremos reproducir una matriz de especialización usando solo un factor, entonces, el primer vector de cada una de estas matrices nos da la mejor solución posible. La complejidad económica resume los primeros cuatro vectores de esta descomposición. Es decir, es un resumen de los factores que mejor explican la geografía de miles de actividades económicas” (C. Hidalgo, Op. cit.).

En el caso señalado más arriba acerca de los servicios a la minería se trata de actividades que apoyan una actividad que saldrá al mercado como materia prima, en el caso de la minería del cobre como cobre fino, pero que no se ubica en la fase de la refinación sino que puede enfocarse en otros aspectos de la minería. Como lo señala Hidalgo el encadenamiento no significa necesariamente agregarle valor a la materia prima, pues “los datos muestran que los encadenamientos más exitosos van hacia atrás en la cadena de valor, no hacia adelante”. Ejemplifica. “En el caso de Chile, no hay que pensar desde el cobre al cable, sino hacia atrás, pensando, por ejemplo, en las tecnologías de inteligencia artificial y manejo remoto que demanda la minería. Lo mismo en el sector agrícola, no es pensar de la fruta a la mermelada, sino que en la creación de robots de cosecha”. El interés de esta complejidad, aclara el autor, consiste en el desarrollo que promueve si el encadenamiento es realizado por una industria local, con una tecnología local.

Por esto pensamos en un plan de industrialización e infraestructura basadas en los sectores de Bienes Públicos a saber salud, vivienda, educación e infraestructura de aprovisionamiento de agua y de todo lo necesario para que así surja el ambiente y la reflexión desde el que surja la nueva tecnología e innovación creadoras de los encadenamientos necesarios, base de la nueva estructura industrial y de servicios.

Contradicciones entre la matriz histórica productiva de bienes y servicios y la nueva economía tecnológica digital

Históricamente la estructura y matriz industrial de bienes y servicios ha sido heterogénea es decir, si las unidades productivas se agrupan según criterios de empleo, productividad y desarrollo tecnológico tendremos establecimientos modernos, intermedios y tradicionales o unidades artesanales. La característica principal de ese entramado es la discontinuidad de los estratos productivos, situación estudiada por la OIT y CEPAL en los primeros análisis sobre las consecuencias del desarrollo “hacia afuera” cuando el enclave exportador altamente capitalístico carecía de irradiación hacia un hinterland subdesarrollado[vi].

Sin embargo, la discontinuidad se dio también en el caso de desarrollo hacia el interior cuando el proceso de industrialización mediante la sustitución de importaciones. Varios estudios sobre la industrialización de los bienes intermediarios han comprobado que la necesidad de introducir economías de escala y de alta intensidad de capital, lleva no solo a la discontinuidad sino que además a la intervención directa del Estado a través de la creación de empresas públicas y mixtas a fuerte intensidad de capital[vii]. El índice de productividad de la minería de las grandes explotaciones del cobre, de los ‘60 et ‘70 del siglo pasado, se sitúa en relación al estrato intermedio industrial por sobre un 155%, en el caso de las unidades tradicionales la diferencia del índice es de alrededor de 185%[viii]. La discontinuidad del modelo no da una solución desde el lado del empleo puesto que el 80% de la fuerza total del trabajo corre de cuenta de las pequeñas empresas y artesanado. Los efectos colaterales de la explotación capitalista, es decir sus costos sociales: salud, cobertura social insuficiente, bajos salarios, contaminación urbana, degradación de tierras, infraestructura económica insuficiente, costos medio-ambientales de la explotación de recursos… generó exclusiones, desigualdades de toda índole y por tanto incertidumbre, problemas que en el último tercio del siglo XX y lo que va corrido del siglo XXI son globales, recurrentes y de rápida propagación.

La profundidad de la crisis del sistema nace desde las bases decimonónicas del sistema capitalista a saber del convencimiento de un mundo sin restricciones, mercados absolutamente libres y desarrollo sin limitantes.

Desempleo un elemento crítico

Siendo el desempleo inevitable la modernización de los estados del sudeste asiático asumió transferencias que hicieron posible la educación al nivel de avances científicos, tecnológicos e innovaciones. El avance de la modernidad se hizo al costo de un desplazamiento de la mano de obra planteando de esa manera una gran tarea a escala global: la redistribución de los ingresos para sentar con ello las bases de una nueva economía. El componente digital en la gestión de la información y la interconexión en fábricas o unidades de producción inteligentes plantea un punto sin retorno en que la producción en masa parece haberse ido con el signo de los tiempos siendo reemplazada por “una producción futura casi ilimitada con un número cada vez menor” (de trabajadores)…sin que tengamos certeza de cuántos podrán adquirirla[ix]. A raíz de sus repercusiones globales, esto ha sido argumentado por otros autores de economías avanzadas.

Tecnología y negociaciones laborales

La revolución tecnológica está a la base de los ya citados servicios a la minería. Su principal efecto será la desvalorización del capital de aquellas actividades productivas del presente que perdieron su utilidad social. Los servicios toman el relevo, por su mayor utilidad y rendimiento, en lugar de aquellos que devinieron obsoletos. Con el desarrollo de la tecnología, las comunicaciones y el capital financiero sobrevino la flexibilidad laboral à outrance y desigualdades extremas en el ingreso.

Estas mutaciones se trasladan al mundo del trabajo. Si una parte de la fuerza laboral, tecnológicamente a la vanguardia, negocia incrementos salariales acordes con el incremento de la productividad, una parte mayor de la fuerza de trabajo queda al margen de la negociación. Lo cual no significa que gran parte de las necesidades quedan al margen del mercado. Por el contrario. Tanto para los afortunados con empleos de excelencia y aquellos con empleos normales o desempleados, el crédito se agrega a los salarios y justifica la demanda. La Deuda así transmutada en ingreso cubre a los desafortunados y seguramente a aquellos afortunados, con ambiciosas metas de consumo cuyas remuneraciones no logran colmar.

Mecanismos compensatorios: el rol de los Bienes Públicos

En el sistema capitalista, sin cambios sustanciales, los Bienes Públicos básicos, es decir bienes de uso como, educación, salud, vivienda, agua potable, medio ambiente, etcétera…se financian en el caso del grupo que queda fuera de la vanguardia de la productividad, mediante mecanismos compensatorios del Estado. En ese mundo el gasto adicional (no cubierto) se cubre mediante la Deuda. Los costos asociados no cubiertos constituyen la Deuda Social, la cual se asume por el Estado mediante Deuda Social y Financiera o lo que podría llamarse con propiedad un Fondo Social Compensatorio.

En el modelo de grandes avances tecnológicos la magnitud de las desigualdades es clara pero no explica el desequilibrio que estas generan. Desequilibrio que el sistema capitalista resuelve mediante mecanismos compensatorios de origen monetario. En ese marco un status quo social, al menos en términos temporales, es posible. Su política económica en lo financiero queda fijada en lo institucional a través de: (i) una intermediación bancaria o velo financiero según la expresión de Keynes; (ii) la creación de dinero al servicio de la Deuda por los Bancos Centrales a través de los bancos comerciales; (iii) el Déficit Fiscal financiado por los Bancos Centrales o préstamos de los bancos comerciales; (iv) y el desarrollo de un mercado de bonos.

Transición, mecanismos financieros y el manejo de lo aleatorio

En el período corto, la cantidad de dinero y el gasto, como apuesta sobre ingresos futuros, determina lo aleatorio del período. De la volatilidad del mercado y cálculos fallidos en relación a las rentabilidades, reflejados en precios y riesgos mal evaluados, surge el endeudamiento global y pérdidas enormes de la economía y su infraestructura. Sin embargo, recuérdese, el mundo logró resolver las pérdidas de la Gran Depresión mediante uno de los mayores estímulos fiscales de que se tiene memoria en la historia económica mediante la Segunda Guerra Mundial y el nuevo rol de EEUU en la economía de la postguerra. En ese caso el sobre apalancamiento de los prestatarios y los intermediarios pudo ser controlado. En la posguerra lo aleatorio devino menos aleatorio.

Conclusión

La nueva industrialización no solo plantea una nueva relación del trabajo sino que alerta hacia una institucionalización incompatible con lo que existe actualmente en Chile. Sin una solución institucional lo aleatorio del libre mercado predominará en el corto plazo –a menos que en un período de transición se reemplace lo aleatorio por un núcleo productivo centrado en el sector de Bienes Públicos donde el nuevo sistema incorpore a estos los bienes-salarios. Este es un paso fundamental para que en una nueva economía reine un salario social. El pago de los costos de formación del trabajador y la proporcionalidad de la productividad con la remuneración serán reglas básicas en la fijación del salario de los trabajadores.

La industrialización en un modelo de desarrollo nacional, a partir de las ventajas mineras de nuestra economía conlleva un proceso de implantación de nuevas tecnologías e innovaciones. En el estado crítico de las emisiones de carbono el Plan de desarrollo nacional deberá emprender la descarbonización en dos niveles. En un frente se realizará el fin de las plantas de generación contaminantes antes de su vida económica normal, puesto que la dificultad es precisamente su longevidad.

Coetáneamente se activará la matriz de energías renovables. Acuerdos internacionales sobre licencias de tecnología de generación de energías renovables están disponibles, facilitando con ello adaptaciones y un programa de sustituciones de plantas contaminantes. En un seminario sobre energías renovables organizado por la Asociación Chilena de Energías Renovables y Almacenamiento (Acera) se constató que “las energías renovables tradicionales no serán capaces por sí solas de suplir toda la generación necesaria para descarbonizar 100%”[x] Por tanto, se constató en el seminario de Acera que aunque en la actualidad “hay 40122 MW de proyectos eólicos y solares fotovoltaicos que cuentan con permiso ambiental y otros 13692 MW que están en evaluación –casi dos veces la capacidad actual de todo el sistema eléctrico chileno (28000 MW)-, ello no es suficiente para prescindir completamente de las tecnologías de generación que provocan emisiones, es decir, el carbón y el diesel”.

Si esta es la fotografía del presente no es menos auspicioso el porvenir pues según Acera las otras energías renovables (concentración solar de potencia, CPS, geotermia, bioenergía y marina, representan un potencial a nivel local, según sus estimaciones, de 793 mil MW. La misma Acera argumenta que al no ser continua las 24 horas del día, la generación de energía eólica y solar, se recurre a fuentes fósiles puesto que debido a la sequía (13 años) la hidroelectricidad no es una opción realista.

Otras tecnologías necesarias se sitúan en el dominio de la geoingeniería y se refieren a la remoción de la acumulación atmosférica de carbono y su almacenamiento mediante redes de integración (carbon dioxyde removal). En definitiva a la complejidad de las tecnologías se agrega al tema central de la posibilidad política de adaptarlas y la ya mencionada sustitución de las plantas que hasta ahora aparece como el centro del problema.

Lo político es el momento esencial que domina el debate. Una solución dentro del sistema sería equivalente a concebir un crecimiento neutral, es decir basado en una mayor productividad pero sin efectos inmediatos sobre el cambio climático. Crecimiento que tendría que hacerse cargo, por ejemplo, de una mayor productividad con un menor volumen de trabajo. Sin una clarificación sobre los objetivos del mercado, la solución queda en manos del empresariado que asumiendo el criterio del mercado deberá resolver según las ganancias que obtenga.

Por décadas tenemos conciencia de la contradicción entre el interés de la humanidad y los intereses del mercado. El mercado ha fallado en evaluar las externalidades negativas que se derivan de las emisiones de carbono en la atmósfera. Por lo que sin una decisión política las dificultades evocadas actuarán de manera decisiva neutralizando la estrategia del Plan Nacional de desarrollo como modelo para una nueva economía.

Septiembre 12, 2021


[i] La expresión es de Sofía Neumann en su artículo sobre la industria minera 4.0: “En marzo estará lista segunda hoja de ruta para avanzar hacia una industria minera 4.0” Diario Financiero, Red Transformación digital DF, p. 14. 27/11/2019.

[ii] Cf. Alta Ley, de los Recursos Naturales al Conocimiento. “Hoja de Ruta 2.0 de la Minería Chilena. Actualización y Consensos para una mirada renovada”. Santiago 2019. Ver además: Cesco. Centro de estudios del cobre y la Minería; Programa Alta Ley en Minería; Desde el cobre a la innovación: Roadmap Tecnológico 2015-2035. Núcleos Traccionantes: operaciones y planificación minera, Concentración de minerales, hidrometalurgia, relaves y fundición y refinería.

[iii] Cf. Carlos Risopatrón. Head of Environment and Economics. GIEC. El rol del cobre de fuentes secundarias. Producción y uso mundial de cobre de mina y de chatarra. Semana de la Bolsa de Metales de Londres. Diario Financiero. 09/10/2009.

[iv] Sofía Neumann (2019, Op. cit.). En esa publicación se cita la política de la Fundación Chile que ve “la necesidad de generar una visión conjunta de la industria para abordar aspectos de minería 4.0 en temas tecnológicos, esto implica dar señales claras a los proveedores de cuáles tecnologías de la industria 4.0 serán demandadas, los requerimientos de los sistemas en términos de interoperabilidad y manejo de datos y donde están las mayores oportunidades”.

[v] César A. Hidalgo (01.09.2020). Mitos y verdades de la complejidad económica. Ciper Académico. Columna de opinión..

[vi] El fenómeno de la discontinuidad fue originalmente estudiado por la OIT, basándose en los estudios de Zygmunt Slawinsky para Latinoamérica, “La mano de obra y el desarrollo económico de América Latina en los últimos años” Brasil, 12-14 octubre de 1964, trabajo publicado por CEPAL en edición mimeografiada el mismo año bajo la referencia E/CN. 12/L.1. Una versión corregida de este trabajo fue presentada en el informe anual de la organización para la región. Cf. Estudio Económico de América Latina, 1964. ONU Nueva York, 1965. Zlawinsky propone en su trabajo las características de una estructura productiva heterogénea (Cf. Op. cit. p. 30). Plantea la existencia de unidades productivas de un nivel alto, medio y bajo según la productividad por persona empleada, su nivel tecnológico, así como otros factores cualitativos con una correspondencia directa con las relaciones sociales de producción que se tejen en la empresa. Esta clasificación fue posteriormente trabajada por Aníbal Pinto en su artículo “Naturaleza e implicaciones de la ‘heterogeneidad estructural’ de la América Latina. El Trimestre Económico. Vol. 37: 1 (145) enero-marzo 1970, p. 85. Los establecimientos de alta productividad representan el sector moderno de la economía, aquellos de baja productividad representan el sector tradicional y de subsistencia. En una situación de productividad media se encuentra el sector intermedio. Ese nivel corresponde a “la productividad media del sistema nacional” (Op. cit., p. 85). Una discusión relativa a situaciones sociales más complejas se estudia en mi libro (publicado en Bruselas) donde se introduce en el análisis el ingreso generado por los procesos productivos. Se sigue así la orientación de CEPAL (1973) que en su estudio sobre Latinoamérica profundiza la estratificación social y la distribución del ingreso en condiciones de heterogeneidad estructural, modernización dependiente, crecimiento demográfico y urbanización (Cf. Héctor Vega. L’économie du populisme et le projet de passage au socialisme proposé par l’Unité Populaire au Chili. Institut de Sociologie U.L.B. Centre d’étude de L’Amérique Latine. Bruxelles 1984, pp. 132-143).

[vii] Cf. O. Muñoz. Dualismo, Organización industrial y empleo. Estudios CIEPLAN n° 19, Santiago. Chile, noviembre 1977, p. 35.

[viii] Cf. Héctor Vega L’économie du populisme ….Op. cit., p. 141

[ix] Es la propuesta de Robert Reich, Secretario del Trabajo durante la administración Clinton en EE.UU quien abordó en su blog, en marzo de 2015, la característica central de la nueva economía de los países avanzados: la producción de bienes y servicios, fruto del avance de la ciencia y la tecnología, que se realizará al costo de un desplazamiento severo de la mano de obra. De mantenerse ese desplazamiento plantearía una gran tarea a escala global a saber, la redistribución de los ingresos para sentar con ello las bases de una nueva economía. Reproduzco el texto completo de Reich y comentarios en mi libro “Capitalismo del siglo XXI” Editorial Forja. 2017. Santiago. Chile. pp. 191-194.

[x] Economía y Negocios. El Mercurio B3. Estiman en casi 800 mil MW el potencial de las ‘otras’ energías renovales que podrían respaldar la descarbonización en el país.

* Héctor Vega Tapia

Abogado y Economista Chileno

https://hectorvegatapia.com/

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