Luis Espinoza Garrido*
Como era de esperar, las elites del poder no cesan de mover sus piezas y han reforzado su ofensiva comunicacional en contra de los eventuales acuerdos de la Convención que pondrían en peligro sus privilegios. En este plano, la “irrupción” del desgastado otrora líder socialdemócrata, demuestra la mínima calidad del elenco con que cuentan.
Un analista con escasa autonomía de vuelo debería haber esperado que personajes como Ricardo Lagos o el siniestro Enrique Correa, alguna vez las estrellas de duopolio, hayan emergido en los medios de comunicación de la Derecha, opinando acorde con el libreto del empresariado. Si bien es cierto, el desgaste de una gestión más que discutible les pasa la cuenta desde lo político a lo ético, no dejan de ser tontos útiles para una gran parte de la Derecha, sector que adoleciendo de ideas, se ve obligado a recurrir a esta serie de zombis políticos para que refuercen sus estrategias.
Ricardo Lagos, intenta argumentar desde el punto de vista de quienes están por aprobar una nueva constitución, pero su opinión denota que no desea ningún cambio, o sea, cae en el doble estándar que asumió como normal en su larga vida política. Está pero no está. El complemento perfecto a la famosa tesis de “justicia en la medida de los posible”.
¿Cuál es el drama de Ricardo Lagos? Uno muy conocido por los viejos boxeadores, no supo retirarse a tiempo y en medio de un ego del tamaño de un transatlántico, se dedica a dar consejos y a advertir sin que nadie se lo pida.
No obstante, sus declaraciones dejan entrever lo que ciertos personeros del Departamento de Estado opinan sobre la situación política chilena, ya que nadie pensará que Ricardo Lagos actúa de manera independiente del capital financiero transnacional. Solo habría que fijarse en la orientación de su gobierno que inclusive favoreció al capital especulativo de manera más decidida que los propios Chicago Boys.
Por eso, en estos decisivos momentos en que la Convención es vilipendiada sin contemplaciones por parte de la Derecha aparece con amplia cobertura mediática y “dando consejos” y afirmando como gran posibilidad que gane el Rechazo y demostrando su disconformidad con la plurinacionalidad, señalando que el Senado debe mantenerse y su oposición a cambios en el sistema judicial. Toda su argumentación se basa en que “la separación de poderes viene desde hace 200 años, de Montesquieu”. Agregando con énfasis que “hace mucho tiempo que tenemos una bandera, un himno nacional y cuando juega la Roja todos somos chilenos”. Insiste en que hace “200 años se creó un imaginario de la Patria”. De la misma manera, justifica la existencia del Senado y en tal sentido, argumenta que las dos cámaras “están desde que nacimos” y si de algo está orgulloso Chile es de su “historia constitucional”. Vale decir, argumenta como los abuelitos.
Como fiel representante del globalismo, Ricardo Lagos expresa la opinión del capital financiero
Si en el país una persona se dedicase a leer las columnas que a Ricardo Lagos le publican los medios de la Derecha, se dará cuenta que un concepto se repite permanentemente y no es otro que la “globalización”. Eso sí, entendida como el gobierno mundial ejercido sobre la base de una red de centros financieros, desde Wall Street hasta el banco de la City, en Londres, pasando por París y Basilea. Para lograr diferenciar conceptualmente este engendro geopolítico de tipo especulativo inventaron la palabra “gobernanza”, cuyo significado entienden las elites, pero encarna un gobierno en las sombras y congrega a aquellos que “tienen intereses compartidos”. En Chile y Latinoamérica el término ha sido asumido como sinónimo de gobernar por parte de algunos intelectuales de segundo orden, quienes no saben lo que realmente significa “gobernanza”. En este sentido, Ricardo Lagos y la mayoría de los dirigentes de la socialdemocracia de la ex Concertación, asumen las ideas globalistas y son acérrimos enemigos de los ultranacionalistas de Trump, tomando partido en una pelea de perros grandes ávidos de dominar el mundo. No obstante, en Chile, en las huestes de la socialdemocracia se produjo un recambio y se instalan nuevas generaciones como las del Frente Amplio o jóvenes socialistas y comunistas surgidos de las luchas estudiantiles.
En este aspecto, Ricardo Lagos es solo un líder neoliberal que supo gobernar para los empresarios y que se alejó de manera ostensible del proyecto histórico y emblemático de la socialdemocracia, el Estado de Bienestar. Su gestión de gobierno fue pavorosa para los sectores populares, pero se retiró en medo del unánime aplauso de los empresarios.
¿Por qué opina como integrante del bando de quienes desean cambios? Porque siente que el apoyo entregado a Boric en la segunda vuelta lo reincorporó al grupo de los progresistas y el blanqueo innecesario que este efectuó con relación a su persona le confiere tal derecho. Forma parte de los tantos errores cometidos de manera gratuita por quienes en el Frente Amplio desean construir una socialdemocracia con algo de raíces históricas, ubicando a personajes como el ex presidente y a otras luminarias, argumentando que “si bien cometieron errores, han dejado también un legado” que es necesario rescatar. Una falacia que ni ellos se creen
* Periodista. Director de Semanario SurAndino