por Clara Zetkin, Chile
El día de hoy conmemoramos un hecho trágico, en donde un grupo de obreros que realizó una huelga exigiendo una jornada laboral de 8 horas fueron reprimidos, los líderes de estos trabajadores más tarde fueron ejecutados en el año 1886, en la ciudad de Chicago, Estados Unidos.
Éste acontecimiento es una muestra más de la crueldad y ambición de los capitalistas, los cuales utilizan como mercancía la mano de obra, para producir productos de los cuales se apoderan, dando una remuneración a los y las trabajadoras que solo les alcanza para subsistir, pagando solo una parte del trabajo realizado por el obrero.
El sistema capitalista genera una alienación, la cual crea distorsiones en la naturaleza humana, en donde los y las obreras son desposeídas de los objetos que producen, por lo tanto no son dueños ni dueñas de su actividad y su mundo se transforma en un mundo deshumanizado, donde el reino de los valores humanos es suplantado por el reino de las cosas.
La economía de un país no la mueven los empresarios, como los medios de prensa al servicio de la burguesía nos mienten, quienes producen la riqueza en un país son los y las trabajadoras, la misma gente que es explotada y vulnerada, los empresarios tiemblan cuando la clase trabajadora se paraliza ya que sus riquezas y privilegios tambalean, así lo vimos el 15 de noviembre del 2019, en el contexto del Estallido Social, el cual llevó a la burguesía a poner en marcha un plebiscito fraudulento, para persuadir a la clase proletaria y evitar el desarrollo de una asamblea constituyente el único mecanismo soberano y popular para poder escribir una nueva carta magna, que reemplace la constitución de Jaime Guzmán, creada en el 1980 en la dictadura cívico militar, éste plebiscito llevó a la población a un estado de sumisión, adormecimiento y conformismo, ante un proceso fraudulento creado por la clase política corrupta que la ciudadanía tanto aborrece.
La única forma de que podamos terminar con los abusos, por parte de los conglomerados y sus marionetas estatales, es a través de la revolución, la historia nos muestra que los cambios si todos y todas nos unimos son posibles. Es difícil y doloroso, pero la Victoria es gloriosa, el camino no es el reformismo, el estado siempre nos ha desamparado, ahora lo podemos visualizar en la pandemia, en donde optan por comprar carros para reprimir, antes de inyectar recursos a la salud, para poder combatir la pandemia. Sigamos adelante, el camino es difícil pero no imposible.
Trabajadores del mundo, uníos!
No tenéis nada que perder excepto vuestras cadenas.