Comitè por una Internacional de los Trabajadores, CIT.
Nuestra Internacional y el conjunto de la clase trabajadora se enfrentan a una situación internacional sin precedentes. Esto plantea nuevos y decisivos retos políticos y organizativos.
La aguda crisis del Capitalismo
Debemos prepararnos para las tareas que ahora tenemos por delante. La profundidad de la crisis capitalista global se refleja en una crisis de la dirección de la clase obrera y en el debilitamiento de algunas de sus organizaciones. En la actual coyuntura, necesitamos comprender plenamente la naturaleza del período en el que nos encontramos y lo que se deriva de él para construir el partido revolucionario.
Hemos analizado políticamente la situación mundial tal como se ha desarrollado y hemos intervenido cuando ha sido posible. Las características de la revolución y la contrarrevolución, tal como hemos explicado, están presentes en todos los continentes. La época actual está marcada por muchas incertidumbres y cambios rápidos en la situación internacional, y en cada país.
La profundidad de la crisis también está marcada por una fuerte polarización social y política con brutales consecuencias sociales, incluyendo, en casos extremos, la ruptura de la sociedad.
Esto impone crecientes exigencias y presiones a todas las organizaciones e individuos revolucionarios. Es esencial que colectivamente seamos pacientes y ayudemos a todos los camaradas a soportar las presiones de la situación que se está desarrollando, al tiempo que seamos capaces de actuar con decisión cuando estallen las luchas
Hemos sido testigos de grandes movimientos de masas con características revolucionarias en muchos países, como hemos explicado en documentos anteriores. En esta etapa la clase obrera, como clase, no ha surgido de manera organizada como la fuerza dirigente dominante y políticamente consciente en estos movimientos.
Los obstáculos y las complejidades que se derivan de esto todavía tienen que ser superados. Esto se hará mediante una combinación de más experiencia en una serie de luchas en el futuro y la intervención de los marxistas.
Junto a estos elementos de revolución también hemos visto grandes elementos de contrarrevolución, reacción y desintegración especialmente en los países neocoloniales. En algunos países han surgido rasgos de colapso social espantoso. Estos desarrollos pueden incluso ocurrir en algunos de los países capitalistas industrializados, como ya estamos empezando a ver.
En este momento de impasse y profunda decadencia que convulsiona a la sociedad capitalista siguen presentes las consecuencias del colapso de los antiguos estados estalinistas, hace treinta años. Esto se refleja particularmente en los efectos que ha tenido en la conciencia política socialista y en la organización política de la clase obrera, e incluso en las organizaciones revolucionarias. El desarrollo de la «forma única de capitalismo de Estado» de China, que ahora desafía al imperialismo occidental y japonés, ha aumentado la confusión ideológica en algunos países. Existe un bombardeo pro-capitalista por parte de las instituciones del capitalismo de que no hay alternativa al mercado, del que se hace eco la llamada izquierda en sus adaptaciones oportunistas a la sociedad burguesa en programa y acciones.
La crisis y la profunda polarización de clases que existe han llevado a una capa a concluir que el sistema está podrido y que hay que cambiarlo. En algunos países, sectores de la juventud, mayoritarios en EE.UU. y Gran Bretaña en las encuestas de opinión, han expresado su simpatía por la idea del socialismo, aunque no tienen una idea acabada de lo que significa. En la mayoría de los países existe una profunda hostilidad y una ira hirviente entre capas significativas hacia la clase dirigente, sus instituciones y partidos políticos. Sin embargo, cuál es la alternativa y cómo conseguirla son las preguntas que aún deben responder las masas e incluso la mayoría de las capas activas más conscientes políticamente. Una minoría, especialmente entre los jóvenes, está abierta a las ideas del socialismo revolucionario. A partir de esto y de las capas de trabajadores, podemos reclutar y ganar apoyo.
Desorientación y confusión política
Sin embargo, la confusión, la desorientación y la falta de claridad política y teórica es la característica dominante de la mayoría de la izquierda, incluida la extrema izquierda, en esta época.
Los dos últimos años en particular han visto una renovada capitulación política por parte de la «izquierda» a una escala que no se había visto en todo un período histórico, dada la profundidad de la crisis existente. No han conseguido adoptar una posición de clase y un programa independientes ni plantear seriamente la cuestión de una alternativa socialista al capitalismo.
En muchos países existe un fuerte ambiente antipartidista. La idea de formas «horizontales» de organización se refleja a menudo en el apoyo a la idea de autoorganización de la lucha desde abajo, sin estructuras ni dirección. Esto es una reacción a las traiciones de los partidos políticos en el pasado y a las formas de organización estalinistas.
Estamos comprometidos en una lucha ideológica y política a nivel internacional para defender la ideología, la perspectiva, el método y el programa marxistas, incluida la necesidad de un partido revolucionario. En esto tenemos una responsabilidad histórica. Estamos involucrados en una lucha urgente para ganar apoyo para las ideas del socialismo revolucionario para oponerse al capitalismo.
Una de las tareas más importantes que tenemos es mantener la claridad política y programática. Esto no significa repetir las ideas o las reivindicaciones en una rutina de fórmulas, sino de una manera principista que corresponda a cada nuevo giro de la situación.
Es esencial que la dirección de nuestras secciones y los nuevos miembros que reclutamos tengan una sólida base teórica. Nuestros nuevos miembros deben ser introducidos en una serie de debates de estudio teórico que cubran los aspectos clave de la historia de la clase obrera y la teoría e ideología marxista; que le den las herramientas para intervenir correctamente.
Estamos en una tormenta de confusión política en la izquierda. Los árboles son desarraigados en poderosas tormentas si carecen de raíces fuertes que se hundan profundamente y si son incapaces de doblarse con el viento. Nuestras fuerzas deben estar arraigadas en la teoría y la práctica marxista para resistir los vendavales de desorden político y teórico que barren el mundo hoy. Para ello debemos responder con rapidez y flexibilidad a los acontecimientos. El estudio y la discusión teórica deben combinarse con la acción y la participación activa en la lucha de clases.
Una de las tareas cruciales que tenemos es la claridad programática para desafiar las ideas y las políticas erróneas de nuestros oponentes de la «izquierda».
Los partidos tradicionales y las nuevas formaciones de izquierda
Los partidos de «izquierda» que existen en los distintos países son variados en cuanto a ideas, programa e influencia. En algunos países, como Francia, Grecia, Portugal, India y Chile, entre las mayores fuerzas de la izquierda están los partidos comunistas, aunque en general son más débiles que en el pasado. En estos países los partidos comunistas tienen una posición importante en los sindicatos. El programa y el papel de estos partidos no es exactamente el mismo en cada país. El papel del KKE (Partido Comunista) en Grecia, por ejemplo, con un enfoque sectario, (que parece estar cambiando algo ahora) no es exactamente el mismo que el del Partido Comunista de Francia. Todos ellos siguen aplicando una variante de la teoría de las etapas, aunque en una nueva forma, abogando en primer lugar sólo por acabar con el capitalismo neoliberal. Es importante que respondamos a esas ideas.
Como sabemos, estos partidos han actuado como un freno a la lucha de clases y han fracasado en su mayoría en atraer a una nueva capa de trabajadores o de jóvenes a sus filas. Sin embargo, la fuerza numérica y los métodos estalinistas de estos partidos no impiden que se enfrenten a una crisis interna, como ilustran los partidos comunistas de la India o Chile. Esto puede llevar a un debate interno y a divisiones dentro de ellos.
Los partidos más nuevos de la izquierda -como Podemos en España, el Bloque de Izquierda en Portugal, Die Linke en Alemania, Francia Insoumise y el PSOL en Brasil- han demostrado no ser aptos durante esta crisis. Algunos han capitulado ante las presiones de las coaliciones con los partidos burgueses y el mal menor, lo cual es una cuestión importante que debemos abordar en nuestro material. Sin embargo, todos se han limitado a un pálido programa reformista dentro de los límites de un capitalismo reconfigurado
En general, estos partidos no se han desarrollado en el período reciente y, con la excepción del PSOL, se han estancado o han disminuido. Algunos, como Die Linke, se enfrentan a la posibilidad de dividirse. Aunque no se puede excluir que algunos de ellos, o secciones de los mismos, puedan seguir desempeñando un papel en la formación de nuevos partidos obreros, parece poco probable en este momento que, en su mayoría, sean el elemento central en la formación de nuevos partidos obreros de masas.
En Gran Bretaña el fenómeno Corbyn ha terminado. Su fracaso ilustra la cobarde incapacidad de la «nueva izquierda» para llevar a cabo cualquier lucha seria contra sus oponentes.
En algunas situaciones, incluso cuando los partidos existentes se han estancado o no se han desarrollado, todavía puede ser correcto que intervengamos en ellos (Die Linke en Alemania o en el PSOL en Brasil). A través de este trabajo podemos elevar nuestro perfil y nuestro impacto, al tiempo que llegamos a una capa que todavía puede sentirse atraída por ellos debido a la falta de alternativas. Sin embargo, al hacer esto, es esencial que mantengamos nuestro propio programa y perfil independiente.
La crisis política de la «izquierda» también se ha reflejado en la extrema izquierda. En general, las organizaciones de extrema izquierda se han visto envueltas en debates, escisiones y fragmentaciones como todos los partidos políticos en general. La crisis y la coyuntura que estamos atravesando ha llevado a la mayoría de ellas a plegarse de forma oportunista.
Esto se refleja en un cierto «crecimiento» de la USFI (Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional) que ha atraído a algunos grupos más nuevos, incluso agrupaciones del morenismo como el MES y Resistência en Brasil. La USFI es un conveniente centro de encuentro para una charla para aquellos que sienten la necesidad de expresar el internacionalismo, pero han abandonado la percepción de construir un genuino partido internacional revolucionario con un programa y método consistente y coherente.
Algunas de estas agrupaciones se han adaptado en este período para hacerse eco de algunos de los métodos del SWP ( Socialist Workers Party) británico. Se limitan a presentar de forma oportunista algunas consignas o reivindicaciones sin vincularlas de forma transitoria a la cuestión más amplia de la necesidad de un programa socialista revolucionario.
Nuestra doble tarea
El CIT debe aspirar en este período a atraer a nuestras filas a lo mejor de la clase obrera, la juventud y los estudiantes. Podemos hacerlo si nos diferenciamos del resto de la izquierda teniendo claridad política en nuestro programa, demandas y análisis. El lastre de la política identitaria sigue siendo una cuestión crucial, de una u otra forma, y es probable que lo siga siendo en el próximo periodo.
Nos enfrentamos a la responsabilidad histórica de reconstruir el movimiento revolucionario y participar activamente en las luchas para construir y reconstruir el movimiento obrero en general. Por eso debemos comprender lo fundamental de nuestra doble tarea: que es luchar por construir nuevos partidos obreros de masas y, al mismo tiempo, núcleos y partidos revolucionarios que planteen una clara alternativa socialista para derrocar el capitalismo.
La lucha por transformar y, en algunos casos, reconstruir los sindicatos es una parte de este proceso.
El retraso en la formación de nuevos partidos obreros de masas ha complicado sin duda la situación mundial. En algunos países existen pequeños grupos, «colectivos» o «partidos», que reflejan una conciencia prepartidista. Algunos han adoptado una perspectiva «antipartidista». A veces, las agrupaciones de izquierda pueden ganar electoralmente, como en Francia, especialmente en 2002, y más recientemente en Argentina (El Frente de Izquierda y Trabajadores-Unidad, FIT-U), pero no han logrado construir a partir de esta base electoral.
El atraso en la formación de nuevos partidos de masas de la clase trabajadora
Esto ha sido causado por una combinación de factores objetivos y subjetivos. Por una parte, la profundidad de esta crisis y la incapacidad de la nueva izquierda para afrontar las tareas necesarias está llevando a una capa de la sociedad, que simpatiza con la necesidad de nuevos partidos obreros, a sentirse intimidada o abrumada por la aparente enormidad de las tareas para construirlos.
Reflejando esta tendencia, algunos están recurriendo a un enfoque semi-sindicalista de concentrarse simplemente en las luchas industriales o de otro tipo en el día a día para ganar demandas inmediatas.
Estos factores afectan a algunos en la izquierda, como el DSA (Socialistas Democráticos de América) en los EE.UU., que se limitan a luchar por cuestiones y reivindicaciones específicas, y no las vinculan a las cuestiones generales de la construcción de un movimiento obrero independiente de los demócratas y comprometido con la ruptura con el capitalismo y la lucha por el socialismo.
Los levantamientos de masas, con un elemento revolucionario, que hemos visto en el período reciente han revelado, como hemos argumentado en material anterior, los límites de la espontaneidad. Lenin y los bolcheviques también tuvieron que lidiar con esta cuestión. El elemento espontáneo, explicó Lenin, reflejaba una «conciencia embrionaria» y, por lo tanto, era muy importante, pero no es suficiente.
En los movimientos que han tenido lugar, y en los que estallarán en los próximos meses o años, es esencial que planteemos las demandas y propuestas necesarias de organización, programa y partido para avanzar en estos movimientos. Esto implicará una hábil lucha política contra aquellos adoradores pequeñoburgueses del movimiento de masas, que argumentan en contra de las formas de organización combativas estructuradas para conducir la lucha. En los movimientos más recientes hemos visto el surgimiento de una forma embrionaria de organización y el establecimiento de redes o comités no coordinados.
Sin embargo, a menudo han incorporado un enfoque «horizontal» de la organización y han incluido un elemento antipartidista. Sería un error descartar simplemente estos desarrollos. Tenemos que intervenir para alentarlos a asumir una forma más estructurada, democrática y consciente, vinculada a nivel de ciudad, regional y nacional.
No debe sorprendernos que, en ausencia de un movimiento organizado de la clase obrera, la desesperación de la situación en algunos países pueda llevar a un resurgimiento de la guerrilla urbana o de los tipos de lucha terrorista de alguna forma. Esto también puede ir acompañado de un fortalecimiento de las ideas anarquistas entre sectores de la juventud. Es importante que los dirigentes de las secciones preparen a los miembros sobre cómo hacer frente a estas y otras ideas y acontecimientos.
Tenemos que estar preparados para enfrentarnos a la extrema derecha, a las fuerzas fascistas y a las medidas más represivas del Estado capitalista en algunos países. Esto puede significar que el trabajo clandestino o semiclandestino puede ser forzado en algunos países, como hemos visto recientemente en Sri Lanka.
Nuestras tareas y desafíos
Es importante, a pesar de la presión del trabajo local y nacional, que nuestros cuadros dirigentes mantengan una visión global y eviten una perspectiva estrecha y localizada. Debemos instar a las filiales a que garanticen que, al menos una vez al mes, se incluya un tema internacional en el orden del día para su debate.
Nuestras secciones son en su mayoría grupos de propaganda en esta etapa que realizan intervenciones e iniciativas en el movimiento cuando es posible, aunque esto puede cambiar rápidamente. En ocasiones, somos capaces de tener un impacto más allá de nuestra fuerza numérica. En las secciones en las que nos concentramos en una localidad, es importante que desarrollemos una intervención planificada para secciones en ciudades y zonas clave. También debemos ser conscientes de los peligros de dispersarnos demasiado.
Es vital que construyamos una dirección políticamente consolidada a todos los niveles que trabaje como un equipo colectivo. Esto significará que en los órganos de dirección tenemos camaradas de diferentes capacidades y talentos. Esto no será fácil a corto plazo debido a las presiones del trabajo en las secciones, pero es algo que debemos esforzarnos por conseguir en el próximo periodo. Se están desarrollando reuniones periódicas de la dirección en África, Asia y América para debatir políticamente y desarrollar el trabajo.
El énfasis que hemos puesto en las intervenciones en los lugares de trabajo y en los sindicatos, que ha sido asumido por muchas secciones, es crucial y debe ser mantenido y desarrollado. Al mismo tiempo, es importante que demos un mayor énfasis al trabajo con los jóvenes, tanto una orientación hacia los jóvenes trabajadores como una intervención en las universidades.
La cuestión de un enfoque revolucionario de las finanzas es fundamental, especialmente en este período, tanto para el CIT como para las secciones nacionales. Es necesario un impulso constante en este sentido. La prueba no es la cantidad que pagan los camaradas, sino lo que representa en términos de sacrificio.
El papel del periódico o revista sigue siendo crucial en la construcción del partido revolucionario, y es necesario mantenerlos y desarrollarlos cuando sea posible. La producción de un periódico regular es un paso importante necesario en la construcción de una sección. Al mismo tiempo, las páginas web y todas las formas de medios sociales desempeñan un papel importante, especialmente para la internacional. Sin embargo, existe un bajo nivel de conciencia sobre esto entre nuestros miembros, que debemos corregir.
El CIT en su conjunto se enfrenta a un reto histórico en los próximos meses y años. Nos enfrentamos a una situación global cada vez más polarizada, con la lucha entre procesos de revolución y contrarrevolución. Sería un error caracterizar este período como simplemente reaccionario, como han hecho algunos otros grupos. Por otro lado, tampoco es simplemente revolucionario. Hemos visto numerosos levantamientos y luchas de masas que ilustran el potencial de más desarrollos revolucionarios. Nuestro papel es mantener y luchar para fortalecer nuestras fuerzas e intervenir para capitalizar todas las oportunidades que se presenten. Es fundamental intervenir en situaciones que cambian rápidamente de forma audaz y con principios, aplicando tácticas flexibles y tomando iniciativas audaces cuando sea necesario.