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Violencia Política Sexual

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 XIMENA GOECKE S. (*)

¿Qué es la Violencia Política Sexual?

El origen del concepto, según testimonian las propias ex presas políticas, fue una discusión dentro del grupo de mujeres que se había congregado en la Asociación de Ex Presos Políticos, y que desde 2011 se decidieron a hacer visible su experiencia, diferenciándola de otras formas de abuso. Pensaron en “violencia sexual” como una idea que representaba mucho mejor que la noción de tortura el tipode agresiones a que se referían, pero surgió la idea de precisar aún más e incorporar la palabra “política” para enfatizar la condición de actividad pública, de violencia contrainsurgente, de violencia específicamente referida a mujeres movilizadas, militantes o representantes de un sector político en particular.

Por la novedad y el origen (no académico) del término, la literatura a este respecto es escasa, aunque producto de la agitacióndel tema en los últimos años han comenzado a aparecer, en nuestropaís, algunas tesis universitarias que tienen como principal fuentea las propias presas y sus colectivos.

Si revisamos la literatura académica, de hecho, la mayor partede los estudios disponibles sobreviolencia política no consideran específicamente la dimensión de género. Los estudios sobre violencia hacia las mujeres se centran preferentemente en la violencia intrafamiliar, o dentro de la pareja, y en el femicidio. En las discusiones so-bre ciudadanía de las mujeres, el tema de la violencia política ha sido mayoritariamente soslayado, se habla principalmente de cuotas,paridad y participación política de ellas. Solo hay referencia bibliográfica actual relativa a militancia y violencia política producida por mujeres en el contexto del fundamentalismo musulmán (suicidios terroristas). Existe algo más de bibliografía relativa a la situación de las mujeres en época de guerra, lo que incluye la violación como un arma genocida y como una práctica considerada como “botín de guerra”.

Sin embargo, esta noción es también muy estrecha.En términos legislativos, lo más cercano sería la Ley contra el acoso y la violencia política hacia las mujeres, como las que tiene en la actualidad Bolivia, que protege a las mujeres que cumplen papeles representativos de agresiones por prejuicio de género o sexuales;pero deja fuera a las mujeres que no ocupan cargos públicos.Tal como lo han venido trabajando los colectivos, esta noción requiere de una perspectiva contemporánea y feminista acerca dela violencia contra las mujeres.

En primer lugar, no se puede soslayar que este concepto surge ante la necesidad de referir un tipo de violencia que se ejerce sobre las mujeres principalmente en virtud de la transgresión que representa su salida del espacio privado–tradicionalmente reservado para ellas–, hacia el espacio público–tradicionalmente reservado para ellos–. Es decir, a participar delas disputas por el poder, la influencia y la toma de decisiones a que se refiere particularmente el espacio político. En este sentido, las mujeres pueden verse involucradas en lo público y ser víctimas de violencia política en diversas situaciones, como consecuencia de ser parte, adherir, manifestarse o representar una posición o interés que entra en disputa con otros sectores políticos. No es una violencia que se despliegue sólo en relación con representantes formales (institucionales, elegidos).

En segundo lugar, no apela solamente a la violación. La pro-puesta de los colectivos supone todo un abanico de agresiones se-xuales que emergen de la necesidad de someter a la mujer a travésde violencia simbólica o física, a través de su cuerpo y los papelesatribuidos a ese cuerpo en la sociedad. Esto incluye, por ejemplo: 

a) Representaciones sexualizadas, humillantes, ridículas uobscenas de la mujer involucrada en el espacio público/político, utilizando diversos medios tecnológicos (redes sociales, prensa); 

b) Demanda de actos o “favores sexuales” a cambio del acce-so a algún servicio público, de libertad o del mejoramientode las condiciones de detención, relegación o de información pública; 

c) Obligación a desnudarse y permanecer así durante los in-terrogatorios o la detención; 

d) Obligación a realizar tareas que el patriarcado atribuye

como propias del género femenino (lavar ropa, fregar, cocinar, etcétera) de modo forzado y humillante;

e) Burlas y agresión verbal con contenido sexual;

f) Obligación de adoptar posiciones obscenas o humillantes; 

g) Insultos denigrantes, atribuibles a la descalificación porgénero, alusivos al sexo, cuerpo, maternidad o función pro-creadora;

h) Cuestionamiento de su orientación sexual;

i) Burlas acerca de su feminidad o masculinidad; 

j) Forzarle a transformar su apariencia a otro género u obligación de actuar como tal;

k) Amenazas de violación a su persona o familiares

l) Amenazas sobre la posibilidad, o certeza, de la pérdida deplacer o de procreación en el futuro;

m) Mutilación; 

n) Obligación de presenciar, oír o participar activamente dela tortura sexual de otras personas detenidas o familiares, incluyendo el incesto forzado;

o) Tocamientos o manoseos en cualquier parte del cuerpo; 

p) Ser fotografiadas o grabadas en posiciones obscenas o humillantes, o realizando actos sexuales;

q) Simulacros de violación; 

r) Aplicación de corriente eléctrica, quemaduras de cigarrillo en genitales o zonas erógenas; 

s) Violación por vía anal, vaginal o bucal por uno o varios hombres; 

t) Introducción de objetos, animales o corriente por vía anal, vaginal o bucal;

u) Embarazo, esterilización o aborto forzado; 

v) Prohibición de acceder a los hijos, de convivir con ellos, aduciendo su falta de idoneidad moral para desempeñar su papel maternal por razones políticas.

Todo este tipo de actos tienen en común el menoscabo a las mujeres, cuestionando su desempeño “como tales”, empujando a su psiquis y a sus cuerpos a aceptar en forma obligatoria la condición pasiva, sumisa y reproductiva que le asigna el orden social del patriarcado. En ese sentido, una mujer activa, militante, candidata, subversiva, polemista, dirigente, etcétera, es una mujer ingrata y se supone un cuerpo disponible  para las agresiones sexuales, que buscan hacerla retornar a su correcto lugar en la distribución social de los espacios de acción.

En consecuencia, son un conjunto de prácticas tanto psicológicas como físicas que buscan condicionar un apego al ideal de mujer,donde no se reconoce en ella el derecho a la participación, acción,gestión y producción en los asuntos públicos.

En definitiva, por medio de la Violencia Política Sexual no solo se viola el cuerpo, sino que se empuja a esa mujer a renunciar al ejercicio de su ciudadanía. En tercer lugar, se plantea una diferenciación entre los conceptos de Violencia Política Sexual y tortura (tortura sexual)

Yo creo que es complejo diferenciarlo, pero necesario, yo siento que las dos corresponden a tratos crueles y degradantes, inhumanos sobre las personas, ambas son violencias, sin embargo, en el caso de la Violencia Política Sexual, desde mi política, desde las mujeres que sostenemos esto, hay un poder sexualizado que se aplica sobre las mujeres para castigarlas, para dominarlas, pero también para controlar a la sociedad que circunda a estas mujeres.

Esta reflexión también considera otro problema: en términos legales la tortura refiere a la acción exclusiva del Estado y sus funcionarios. Y aun cuando ésta ha sido, sin duda, la experiencia mayoritaria de las mujeres chilenas hasta hoy, es posible pensar que se pueden producir situaciones de Violencia Política Sexual donde los perpetradores no están necesariamente ligados al Estado, sino, por ejemplo, a grupos políticos opositores, como ha ocurrido en otras latitudes. Limitar este concepto entonces sólo a los agentes y a la infraestructura y recursos del Estado, deja de lado a todos aquellos casos que ocurren en espacios locales, en manos de grupos para-estatales que carecen de registro en la burocracia estatal, pero que sin duda tienen motivaciones políticas. Además, la Violencia Política Sexual no es un tipo de violencia que sólo se manifieste en situaciones de excepcionalidad política,crisis o guerra, sino que es una práctica sistemática de agresionessobre el cuerpo de las mujeres que participan de la vida pública, de la disputa política, en todo momento histórico; teniendo, porsupuesto, momentos de mayor masividad en situaciones críticas.

Pero la propuesta de los Colectivos no apunta solo a esa excepción,sino a develar una continuidad en la práctica de este tipo de agresiones contra las mujeres activistas, militantes y representantes.

De hecho, podríamos especular que es esta reiteración de prácticas en diversos contextos políticos, precisamente, la que deja como secuela importantes daños psicosociales, miedo y pre- juicio, que contribuyen a mantener una participación limitada y contenida de las mujeres en el espacio público. Consecuentemente, podría decirse que, para lograr mayor participación en lo político,es fundamental actuar para denunciar y desactivar el dispositivo de control, disciplinamiento y castigo de las mujeres a través de la Violencia Política Sexual.

En resumen:

La Violencia Política Sexual es un conjunto de violencias simbólicas y agresiones físicas que son ejercidas tanto por parte de civiles como de agentes del Estado; que son sexualizadas, pero no necesariamente sexuales; que comparten la finalidad de someter a las mujeres, su psiquis y su cuerpo, de acuerdo con los mandatos y papeles atribuidos a ese cuerpo en la sociedad, como también a causar terror y disciplinamiento social; un ejercicio de control y sometimiento que busca frenar, delimitar, o excluir de lo político alas mujeres, constituyendo una forma particular –radical, insidiosa y perversa– de negación de ciudadanía.

Nota: Este artículo es un extracto de un trabajo de la autora titulado «CORRIENDO LA VENDA: VIOLENCIA POLÍTICA SEXUAL EN DICTADURA. DISPUTAS FEMINISTAS A LA MEMORIA Y JUSTICIA TRANSICIONAL. «https://www.academia.edu/41761078/_Corriendo_la_venda._Violencia_pol%C3%ADtica_sexual_en_dictadura._Disputas_feministas_a_la_memoria_y_la_justicia_transicional_2019_?email_work_card=view-paper

(*) Ximena Goecke S. Historiadora / Bachiller en Humanidades. Licenciada en Historia y Educación. Profesora de Historia e Inglés. Diplomada en Pedagogía de la Memoria, Derechos Humanos y Políticas Culturales. Magister en Género y Cultura (U de Chile) Estudiante de Doctorado en Literatura (UC). / Miembro de la Red de Historia Oral y Archivos Orales y de la Red de Historiadoras Feministas.

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