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Chile: A 52 años de la UNIDAD POPULAR – ¿Por qué tuvimos dictadura y no socialismo?

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Después de medio siglo la movilización popular abre las grandes Alamedas

Este 11 de septiembre se cumple otro aniversario del golpe militar que ahogo en sangre los sueños de millones de chilenos que querían construir un país más justo y solidario. A pesar de que han pasado casi cinco décadas desde aquel fatídico día, la burguesía y sus lacayos en el gobierno no han logrado que los trabajadores olviden y perdonen a los criminales que segaron tantas vidas obreras de una forma absolutamente cobarde.

Todos los intentos por lograr la impunidad les reventaron en la cara a los diferentes gobiernos de la Concertación. Incluso cuando creían que tenían todo bajo control a fines de los noventa, Pinochet fue detenido en Londres, lo que terminó echando por tierra todos sus planes anteriores. El Canciller de Relaciones Exteriores, el socialista neoliberal y hoy senador,  José Miguel Insulsa, consiguió que el ex dictador no fuese extraditado a España, y en cambio fuese liberado y enviado a Chile desde Inglaterra.

Si Pinochet no hubiese sido detenido en Londres en esa oportunidad, no hubiera habido juicios contra los asesinos, torturadores y violadores de los derechos humanos en Chile. Como lo dijimos en su momento esos juicios sólo buscaban salvar a los criminales de ser extraditados y realmente enjuiciados en otros países.

Tanto los partidos de la ex Concertación como la derecha siguen planteando insistentemente que llegó el momento de olvidar, que todos esos hechos son el pasado, que es historia y que los chilenos no podemos seguir eternamente divididos por aquellos acontecimientos.

Los 52 años de la victoria de la Unidad Popular, y los 49 años desde el golpe de Estado cívico militar, nos encuentran con el gobierno de Gabriel Boric que después del triunfo del Rechazo en el plebiscito de salida a la nueva Constitución ha profundizado su giro a la derecha, sin que se supere la crisis política del régimen de de capitalismo neoliberal impuesto a sangre y terror por la dictadura . Este modelo fue legitimado y profundizado por los sucesivos gobiernos civiles. La actual crisis ha sido transparentada por el levantamiento social que comenzó en octubre de 2019, y el proceso constituyente que le siguió.

En el segundo gobierno de Piñera los gobiernos civiles completaron 32 años en el poder ( bastante más de lo que duró la dictadura), la represión al levantamiento social fue brutal, prácticamente muy poco ha cambiado con respecto a los derechos humanos, la impunidad continúa, no solo con respecto a los asesinos sino también con los derechos sociales, de los trabajadores, los jóvenes y sectores populares en general, como son el derecho a la educación, la salud, la vivienda o una jubilación digna. Sin embargo, la revuelta social iniciada en octubre de 2019 marcó finalmente un cambio de época, de alguna manera deformada por el proceso constituyente, la llegada al gobierno de Gabriel Boric y la alianza en el gobierno del Frente Amplio con la ex Concertación son una muestra de ello. El pueblo trabajador no está dispuesto a seguir soportando abusos y explotación, incluso los principales promotores del rechazo aceptan que la Constitución de la dictadura que entró en vigencia durante los gobiernos civiles, está muerta y que tendrán que reformarla.

La amplia derrota sufrida por la izquierda en el plebiscito de salida de la propuesta de nueva Constitución, nos tiene que hacer reflexionar sobre sus causas, y la necesidad de superar las agendas de identidades fraccionadas para volver a poner en el centro los intereses centrales de la clase trabajadora, y la recuperación de nuestras riquezas básicas como el cobre, para asegurar los recursos para la transición hacia una sociedad igualitaria basada en políticas públicas socialistas.

Los promotores del golpe

Todos los gobiernos de la Concertación, luego Nueva Mayoría, insistieron en hacernos creer que todos somos culpables del golpe de Estado de 1973. Estas iniciativas no son una casualidad, dado que en estos gobiernos estuvieron uno de los principales partidos que instigaron el golpe, la Democracia Cristiana. Lejos de los aires democráticos con los que se tiñen en el presente, la calidad de instigadores del golpe es irrefutable. No se puede olvidar que la DC, fue la principal precursora del Golpe de Estado de 1973, y la imagen de sus dirigentes golpeando las puertas de los cuarteles aún está fresca.

Patricio Aylwin y Eduardo Frei Montalva, líderes de la DC y promotores del golpe de estado

Después de 49 años de la sangrienta asonada militar, todavía las heridas no cierran en la mayoría de las personas que vivieron esos años de cambios y de esperanzas para la clase trabajadora, como tampoco es un capítulo cerrado para los jóvenes que aún no nacían en esa época, y requieren una explicación frente a lo que les tocó y toca vivir hasta hoy, como producto del derrocamiento del gobierno de la Unidad Popular.

Tenemos que pensar que quienes hoy tienen menos de 35 años, vivieron parte de su vida bajo dictadura y que hoy son los jovenes los que más sufren las consecuencias del modelo instaurado por ésta, como lo han demostrado las movilizaciones estudiantiles durante estos últimos años y el levantamiento social de octubre de 2019, es preciso explicarles a ellos, porque tuvimos dictadura y no el socialismo que se pensó construir.

Por esto es tan importante sacar las conclusiones de la Unidad Popular y hacer un análisis honrado de este período y reconocer los errores para no volver a repetirlos.

¿Se avanzó demasiado rápido en los cambios? ¿No se transó lo suficiente? ¿Faltó tener la mayoría absoluta de los votos? ¿Se provocó a la reacción para que diera el golpe de estado? Estos son los cuestionamientos recurrentes cuando se habla del tema y que junto a muchos otros hay que tratar de responder.

Una de las frases más usadas es que “avanzamos demasiado rápido”, que queríamos todos los cambios de una sola vez y no entendíamos que las transformaciones de la sociedad tenían que darse en forma gradual, lenta y sin enfrentamientos violentos, es decir a través de la democracia burguesa… paso a paso.

Debemos decir frente a esto que las buenas intenciones no son más que eso. No es posible pensar que la burguesía chilena y las transnacionales se iban a quedar tranquilos viendo como “paso a paso”, se transformaba la sociedad convirtiéndola en socialista hasta que el último paso se concretara.

En 1970, la burguesía, frente a la posibilidad de que ganara la UP (sólo ante la posibilidad), empieza a mover los hilos de la reacción. Lo primero que hace es intentar un golpe contra Freí Montalva: El “tacnazo” del general Viaux, para impedir el posible ascenso al poder de la UP, maniobra golpista que fracasó.

Posteriormente, una vez que la Unidad Popular había ganado las elecciones en 1970, vino el asesinato del comandante en jefe del Ejército, el general René Schneider, este crimen perpetrado por la derecha se quería usar como excusa para impedir que Allende fuese nombrado Presidente.

Estos acontecimientos muestran cómo se movilizó la burguesía nacional coludida con el imperio norteamericano, para evitar que un gobierno elegido por los trabajadores, siguiendo todas las reglas democráticas, tomara el control del Poder Ejecutivo.

El triunfo de Allende

A pesar de que la UP sacó una mayoría relativa el 4 de septiembre de 1970, analizar esto sólo desde el punto de vista electoral es un error, pero aun así, si se suman los votos de la Unidad Popular y los votos al programa de Tomic (candidato DC), que también planteaba cambios profundos al sistema, existían más de dos tercios de la población votante que estaba por modificaciones de fondo a la sociedad de esa época.

Las elecciones municipales de 1971 en Chile fueron una prueba de fuego para el gobierno de Salvador Allende. Esta era la primera elección en su gobierno. La Unidad Popular salió victoriosa con cerca del 50 % de los votos sumando los partidos que la conformaban.

Un año después  del triunfo de Allende, la UP en las elecciones municipales, en medio de una grave situación económica, el bloqueo de Estados Unidos y la crisis política, concitó un apoyo de 44,03% de los votos, contra un 55,7% de la CODE, esta votación impedía que la reacción acusara constitucionalmente al presidente Allende, para lo cual tendría que haber obtenido el 40% del Senado.

La UP ha sido el único gobierno en la historia de Chile que ha recibido un apoyo popular activo tan amplio. La clase trabajadora en su conjunto lo veía como SU gobierno, el cual mejoró considerablemente la calidad de vida de los trabajadores, entregándoles mejoras sustanciales en salud, educación, viviendas, la implementación de una verdadera reforma agraria, así como la devolución de tierras que habían sido usurpadas a los pueblos indígenas, devolviéndoles en los tres primeros meses del gobierno popular, más hectáreas de terreno que el entregado por la Concertación en todos estos años que lleva en el poder. Por primera vez en la historia, la clase obrera se sintió parte de un proceso que la beneficiaba, tomando conciencia de su fuerza y de su rol en los cambios.

Los trabajadores respondieron al boicot de los patrones tomándose las industrias y exigiendo su nacionalización. Crearon los cordones industriales, planteándose no sólo la defensa de la industria, sino también la defensa de la Unidad popular y sus conquistas.

La clase trabajadora se organizó y le pidió armas al Gobierno para terminar con la reacción. Organizó a la JAP para tomar el control de la distribución de los alimentos que la burguesía estaba escondiendo. De esta manera los trabajadores, en todos los niveles de organización intentaron dar una respuesta a la reacción de los patrones, profundizando los cambios, mientras que sectores dentro del gobierno, atemorizados por los acontecimientos, frenaban el proceso revolucionario que se estaba desencadenando.

El Poder Popular

Los trabajadores entendían claramente la necesidad del poder popular. Lamentablemente la mayoría de los dirigentes de la UP y en particular, de los partidos obreros, como el PC y el PS no basaron su fuerza en las organizaciones obreras, prefiriendo negociar y entregar nuevas concesiones a la burguesía, como la devolución de las industrias y la dictación de la Ley de Control de Armas, con la cual las fuerzas armadas se dedicaron a amedrentar y desarmar a los pocos trabajadores armados que había, como un paso previo al golpe, con consecuencias desastrosas para la clase trabajadora.

Es necesario sacar las lecciones de este proceso y una de ellas es que no podemos confiar en la burguesía o sus representantes, pactos y alianzas no significan nada para ellos. En el momento en que ven amenazados su poder y privilegios, no vacilan en romper unilateralmente con las reglas del juego democrático, reglas, por lo demás, no hay que olvidar, fueron hechas por la burguesía misma para defender sus intereses.

Necesitamos sacar las conclusiones correctas para no cometer los mismos errores y recuperar todas las conquistas que teníamos hasta el 11 de septiembre de 1973 y desde ahí, pasar a los cambios verdaderamente socialistas.

SOCIALISMO REVOLUCIONARIO.

Comité por una Internacional de los Trabajadores en Chile.

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