Javier Parra
El voto blanco o la abstención pueden ser muy éticos y válidos, pero son profundamente indeferentes y poco solidarios ante el momento político que se vive y sus consecuencias. La gente consciente del voto blanco y de la abstención no pueden desconocer que lo que se está cocinando en el congreso es una constitución muchísimo peor que el bando militar de 1980.
Luego conociendo el modelo en el que vivimos y ante la proyección de algun enjendro muchísimo peor, el no anular es igual que decir «me importa un carajo lo que le pase a los demás».
En ese sentido anular y rechazar de salida son, a mi juicio, las únicas dos alternativas que nos quedan como ciudadanos preocupados por lo que sucede hoy, pero también en la perspectiva futura del tipo de país que se nos viene encima, de aprobarse este golpe constitucional. Saludos.
