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El gran negocio tras el drama de los incendios forestales

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Por Rucio R.

En los últimos años ha sido recurrente el drama de los incendios forestales, que no solo arrasan con bosques nativos y pastizales, sino también con viviendas de sectores de la población más pobre del país.

En estos días hemos asistido la peor tragedia que registre la historia de los incendios forestales, con gran cantidad de viviendas destruidas por el fuego que suman más de tres mil y hasta ahora se contabilizan más de ciento veinte personas fallecidas bajo las llamas, incrementando la tragedia humana.

¿Por qué ocurre todos los años este drama? ¿Qué hay detrás de estas tragedias?
Es claro por una parte que existe una evidente falta de planificación y la toma de medidas efectivas para evitar estas catástrofes.
Algunos dicen que es imposible evitarlas, porque los incendios son impredecibles, no se sabe cuándo y dónde ocurrirán.

Eso puede tener algo de verdad, pero, por otro lado, desde el año 1960 cuando ocurrió el más grande terremoto de la historia de Chile y el mundo, se tomaron medidas, se dictaron normas de construcción y se rigidizó la legislación constructiva antisísmica, lo cual como todos sabemos ha logrado que hoy en día Chile sea uno de los países sísmicos con la mejor construcción para enfrentar los movimientos telúricos, de hecho en el mega terremoto del año 2010, lo edificios que se derrumbaron no alcanzan a la decena. Lo cual indica que las cosas se pueden hacer mejor y conste que los terremotos son mucho más imprevisibles que los incendios forestales.

Chile, con su sistema económico, donde todo debe ser manejado por los privados que supuestamente lo hacen mejor que el estado, gasta enormes cifras de recursos económicos en el combate de los incendios forestales.

Y detrás de todo está el llamado “Cartel del fuego”, dos empresas privadas que se coludieron para manejar a su antojo las licitaciones para el combate y extinción de los incendios forestales por vía aérea.

Los paladines de la libertad y competencia del mercado, han demostrado nuevamente que en Chile no hay ningún tipo de competencia en ningún ámbito, porque todo es controlado por un grupo de empresas que manejan toda la actividad del pais, incluyendo las tragedias que son otro gran negocio para ellos, así es como Empresas Faasa Chile Servicios Aéreos y Martínez Ridao han manejado el “negocio” de los incendios para su propio provecho.

El desastre ocurrido en estos días también desnuda de manera dramática, la falta de viviendas en Chile, que obliga a mucha gente a tomarse terrenos y construir sus precarias viviendas de material ligeros en sitios no aptos para estos fines, ya que no cuentan con la infraestructura mínima para ser considerados barrios habitacionales.

Al margen de la posibilidad muy cierta de que haya participación intencional en los siniestros, también cabe preguntarse, ¿qué hay detrás de esta intencionalidad? Hemos visto en otras oportunidades, como terrenos arrasados por incendios forestales son utilizados por la voracidad de las inmobiliarias para construir complejos de viviendas, donde antes estaba prohibido pero que los incendios posibilitan esta práctica.

Sería muy importante, por ejemplo, dictar leyes que prohíban la construcción inmobiliaria en estos terrenos.
Que el estado cuente con las naves y personal calificado para el combate de los incendios que se suceden cada año.
Cambiar la matriz productiva del monocultivo de bosques de pino y eucaliptus que son altamente combustibles y además atentan contra la biodiversidad de extensos terrenos acabando con el agua y fauna autóctona.

Un plan intensivo de construcción de viviendas sociales a cargo del estado que incluyan barrios e infraestructura como colegios, policlínicos y negocios, centros deportivos y áreas verdes. Pero sabemos que, dentro de este modelo existente, todo esto es imposible.

De ahí que se hace necesario luchar y organizarse para cambiar este sistema capitalista neoliberal que solo profundiza la desigualdad y las tragedias que cada vez que ocurren, solo afectan a la clase trabajadora y no a los poderosos.

Solo una sociedad Democrática, equitativa, solidaria, ecológica puede superar estos dramas. O sea, una sociedad Socialista, donde el control y la gestión esté en manos de los trabajadores y sus organizaciones.

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