Por Marco González
Publicado en The Clinic. 05 de Octubre, 2019
La bullada industria del Salmón por estos meses conoce múltiples denuncias por abusos en materia medioambiental y sanitaria. Pero también, y lo más grave, por denuncias de muertes y agudo maltrato laboral en sus faenas.
Los problemas son graves en esta industria con una tasa de siniestralidad que no inmuta a nadie en el país. Es que la colusión y la avaricia y codicia de los empresarios del sector no tiene límites.
En una reunión sostenida con los principales sindicatos de trabajadores de esta industria, de naves, buzos y fábricas, verificamos las condiciones en que el profundo maltrato laboral somete a la clase trabajadora en la zona, a una aguda explotación con enfermedades, acoso laboral y muerte.
En el caso de los trabajadores de las naves de cabotaje, o a bordo de las naves marítimas de superficie, cumplen sus faenas industriales con turnos dobles y polifunciones. Los trabajadores son obligados a hacer vigías y luego cocinar, o asear las naves. La fatiga es alta, el cansancio acumulado ha llevado a accidentes con trabajadores desaparecidos, que para poder hacer efectivos mínimos derechos laborales a favor de sus deudos, deben realizar procesos de declaración de muerte presunta. Asimismo, en circunstancias de temporales o mal tiempo, son objeto de caídas y lesiones graves que en definitiva nunca son consideradas como accidentes de trabajo por las entidades mutuales de empleadores, a las que acusan de estar coludidas con las empresas, ya que siempre niegan el accidente, bajo el subterfugio de descuido imprudente del trabajador.
Por su parte los buzos bajo la superficie, están mucho más afectados aún. Se trabaja con tablas de descompresión antiguas y obsoletas, que la Armada como ente fiscalizador de este tipo de faenas, ocupa para favorecer a la industria, que obligan así a turnos de ocho horas sin descanso bajo el agua, para mantener los cultivos funcionando. Solo basta imaginarse en las gélidas aguas de los fiordos, a estos trabajadores sumergidos por estos horarios. Las enfermedades reumáticas y respiratorias son graves y sin retorno.
Pero lo más grave se radica en los problemas de descompresión. Las jaulas tienen profundidades que requieren complejas operaciones y maniobras de buceo profesional, que son simplemente desconocidas por la autoridad marítima, existiendo estándares internacionales claros en la materia, y que se aplican a los buzos de la Armada, no así a los trabajadores del Salmón. El buzo, antes mariscador, que ha derivado hacia esta industria, se sumerge a profundidades en que por no contar con herramientas profesionales actuales de buceo, queda afecto a numerosos accidentes, muchos de ellos fatales o graves gravísimos. La Armada tampoco proporciona sistemas de descompresión obligatorios (cámaras hiperbáricas), y las empresas hacen vista gorda a esto, lo que implica que en los minutos siguientes a los accidentes, esenciales en estas faenas, los trabajadores accidentados quedan con secuelas orgánicas graves.
La industria soluciona muchos de estos problemas en forma directa con las víctimas, sin que puedan hacer uso de las leyes de seguridad social, pues ofrecen pagos mínimos de supervivencia directos a las víctimas, que dependen del sustento, y que terminan aceptando para sobrevivir. Lo más siniestro sin embargo, es que pasados los tiempos de prescripción de acciones legales, dejan de cumplir estos acuerdos y abandonan a las víctimas.
Por último, los trabajadores de tierra, quienes laboran en los frigoríficos de almacenamiento y faenamiento del Salmón, sufren de complejas enfermedades asociadas al frío, debido también a que se les aplican jornadas extensas, que rompen todas las normas de control de trabajo en frigoríficos.
Las trabajadoras desarrollan complejas enfermedades de cistitis e infecciones por no trato oportuno. Hay cientos de mujeres con problemas graves de enfermedades por el frío, que tampoco son tratadas como enfermedades profesionales o del trabajo, ya que la colusión de las mutualidades con los empresarios las rechazan como tales, aduciendo que se trata de preexistencias.
De todo este tinglado siniestro de maltrato laboral, con resultados fatales, graves enfermedades y secuelas de salud, la Fundación Eco Océanos ha desarrollado una ardua investigación y ha formado una red profesional para levantar a la luz pública las condiciones de esta siniestra industria.
En recientes reuniones, un grupo de abogados invitados por la Fundación, nos hemos avocado a conocer en detalle estas condiciones infra humanas de esta industria, yendo más allá de los derechos laborales, pues la institucionalidad inoperante, da por resultado una lesión a los derechos fundamentales de los colectivos de trabajadores, con quienes se está desarrollando en acciones colectivas de responsabilidad de Estado, fundamentalmente para detener esta alta siniestralidad. Asimismo se trabaja en acciones colectivas del trabajo por vulneración de derechos fundamentales.
Por último, se trabaja en acciones de Derecho Internacional, donde desde luego destacamos que los trabajadores del Cabotaje, ya han hecho una denuncia de sus condiciones de trabajo directamente a la Organización Internacional del Trabajo, OIT, en las UN.
En este sentido, recientemente, junto a los trabajadores del sector, hemos sostenido una reunión con autoridades de Estado provenientes de Estados Unidos, que están atentos a comprender el por qué esta industria produce a tan bajo costo. Cabe destacar que Chile exporta el 56% del Salmón que produce a USA, y las condiciones de competencia desleal por dumping laboral, preocupa a la industria interna de ese país, que presiona para que en Chile se cumplan los estándares internacionales.
El Estado de Chile por el Tratado de Libre Comercio con ese país, está obligado a cumplir estos estándares, al menos en el trato mínimos más favorables de las partes.
En tiempos definitivos de cambio por las condiciones ecoambientales, no podemos dejar de lado lo esencial en toda industria humana: los trabajadores.
Las acciones son urgentes y necesarias, pues se trata de la vida e integridad física y psíquica de estos hombres y mujeres, sometidos a brutales condiciones por una industria siniestra, donde actúan coludidos empresarios y autoridades con métodos de terror y maltrato inhumano.