El martes 25 de septiembre Argentina vivió la cuarta huelga general desde que Macri llegó a la presidencia. Ese mismo día Luis Caputo, presidente del Banco Central, dimitió, poniendo de manifiesto todavía más la profunda crisis que azota al país austral. Esta gran movilización tuvo su preludio el día anterior con la convocatoria de huelga por parte de las dos ramas de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), huelga general a la que se sumó la Confederación General del Trabajo (CGT) al día siguiente. El país quedó totalmente paralizado: transporte por carretera, ferroviario y aéreo, la administración pública, la sanidad y educación y una enorme lista de grandes y pequeñas empresas. Como la prensa capitalista ha tenido que reconocer, fue una contundente demostración de fuerza de la clase obrera en defensa de unas condiciones de vida dignas frente al saqueo de la oligarquía y el FMI.
Macri un Presidente al servicio de la oligarquía y las multinacionales
En el mes de mayo Macri recurrió al FMI para obtener un préstamo por valor de 50.000 millones de dólares a condición de que el gobierno argentino llevara a cabo un duro plan de ajuste. Pero nada ha impedido que la economía argentina siga su descenso al abismo.
La inflación ha alcanzado el 35% en los últimos 12 meses y las previsiones son que en diciembre se sitúe en el 40%. La fuga de capitales ha alcanzando los 16.676 millones de dólares el primer semestre de 2018, incrementándose un 117% respecto a 2017, año en que alcanzó los 22.148 millones de dólares. La perspectiva de un nuevo “corralito” cobra cada vez mas fuerza.
El Gobierno argentino negocia ahora desesperadamente con el FMI para que adelante a 2019 el dinero que había prometido para 2021, ante el fracaso del primer plan. A cambio, Macri se ha comprometido a reducir el déficit fiscal primario a cero (antes del pago de intereses de la deuda) para el año próximo, y ofrece en el altar del FMI nuevos y más profundos recortes que hundirán todavía más las ya de por si deterioradas condiciones de vida de la población argentina.
¡Abajo Macri, por un Gobierno obrero que acabe con los recortes y la austeridad!
Llegados a este punto es necesario impulsar la movilización a un nivel superior con un programa revolucionario. Hay que preparar las condiciones en los centros de trabajo, en los barrios, escuelas y universidades, a partir de la acción de los sindicatos combativos y clasistas, las organizaciones de la izquierda anticapitalista y los movimientos sociales y populares, para la convocatoria de una huelga general indefinida con un objetivo central: ¡abajo el gobierno de Macri! Hay que sustituir este gobierno de la oligarquía y el capital por uno de la clase obrera. Un objetivo que sólo puede alcanzarse ganando a la mayoría de la clase obrera a un programa socialista. Esta debería de ser la tarea de las organizaciones de la izquierda que lucha, empezando por el Frente de Izquierdas y de los Trabajadores (FIT), desplegando una estrategia no sectaria para sumar a esta batalla a la base de las organizaciones de la izquierda peronista que están girando hacia la confrontación con el gobierno.
Existe una oportunidad histórica para transformar radicalmente la situación en Argentina y abrir decisivamente la puerta a la transformación socialista en toda América Latina y el mundo.