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Que la clase trabajadora dirija la lucha contra el coronavirus es cuestión de vida o muerte, o los capitalistas nos harán pagar esta Pandemia con más hambre, despidos y muerte

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por Diego Carmoni

Estamos en un momento crítico en la historia de la humanidad, sería bueno que tomemos conciencia de eso. Estamos forzados a pensar en un nuevo orden mundial y nuevas formas de relaciones sociales y económicas entre nosotros. Lo que esta pandemia está mostrando, además de que es una tragedia humanitaria y que nosotros no hemos conocido nada parecido, son las limitaciones, desigualdades e ineficacia del capitalismo como sistema político para dar una mínima satisfacción a las necesidades básicas a ciudadanas y ciudadanos. Siempre fue una tragedia que no hubiera agua potable, comida; siempre fue una tragedia. Lo que hace la pandemia es mostrarlo en toda su crudeza.

Es un momento en el que nadie puede pensar que esto puede seguir así. Parece que no hay nadie que pueda dejar de pensar que esto tiene que cambiar. En este escenario de crisis mundial, las disputas sobre el costo y quién paga el costo de la pandemia es el aspecto central de la lucha de clases en el escenario mundial actual, poniendo, esta vez, en juego la vida y la supervivencia de la mayoría de los explotados. Los ejemplos históricos no faltan. Las plagas y pandemias del pasado no «unificaron» a la sociedad, como se suele decir, sino que, por el contrario, la dividieron y la enfrentaron como nunca antes: la «Peste Negra» de 1347-1350 precedió y aceleró el declive del orden feudal en Europa y fue el trasfondo del surgimiento de nuevas clases sociales, de las luchas entre las cuales la burguesía capitalista finalmente emergió como victoriosa; La «gripe española» de 1918-1921, en el contexto de la destrucción causada por la guerra mundial, vio una onda revolucionaria que se extendió por Europa y el mundo, de la cual la Revolución de Octubre y su consolidación fueron la expresión más avanzada.

La pandemia del coronavirus ha puesto en evidencia dos lecciones fundamentales que debemos tratar de no olvidar nunca: cuando lo prioritario es que el mundo siga funcionando, cuando las necesidades básicas son lo primero, queda patente quién es imprescindible: quien nos cuida, nos sana, nos protege y nos suministra todo aquello que hace que la vida sea más llevadera, incluso en los momentos críticos. Sólo la necedad nos puede hacer seguir sosteniendo que el patrón es el eslabón más importante de la cadena. El pueblo es quien más ordena, pero también el que crea riqueza, ofrece servicios y dispensa cuidados. La otra lección que nos deja estas difíciles semanas es que nuestros intereses son incompatibles con los de la patronal y la élite económica. Muy pocas veces en el último siglo se pudo constatar con tanta claridad que para la clase empresarial nuestra salud, nuestro bienestar, es secundario. Para los dueños de los medios de producción, lo primero son sus beneficios. Los trabajadores han tenido que exigir en cada lugar de trabajo, en cada comité de empresa, para que se tomaran las medidas de seguridad y sanidad necesarias en la protección de la salud de nuestras compañeras y compañeros; siempre a regañadientes de los patrones. Nunca olvidemos estas dos lecciones.

En Chile, Perú y Brasil «nuestra» pandemia, aún se encuentra con todo su vigor. Brasil es el país de América Latina con el mayor número de casos de coronavirus confirmados, con el mayor número de muertes y el mayor subregistro. Para los explotados, dejar la gestión de crisis en manos de la burguesía y de sus representantes políticos significa un desastre humanitario. Tan pronto como declaran un plan de guerra contra los trabajadores para la preservación de sus ganancias y una política cosmética contra la epidemia, los ricos se refugian en sus casas de playa y estancias, mientras millones de trabajadores habitan favelas sin saneamiento básico, sin comida garantizada y sin la menor posibilidad de distancia social.

¿De qué sirve que la familia de una obrera se mantenga en cuarentena cuando la madre o el padre tiene que transportarse a diario por toda la ciudad hasta su lugar de trabajo? ¿Acaso no hay dinero en el mundo para evitar esta situación? ¡Por supuesto que sí! Con toda la riqueza que hay en el mundo, toda la humanidad podría vivir dignamente. Pero esta riqueza está en manos de los capitalistas. Con sus exigencias, los obreros están luchando para que la riqueza que ellos producen sea utilizada para el bienestar de toda la población. Cuando a veces los trabajadores han tomado momentáneamente los medios de producción mediante la huelga, y asustados los capitalistas han preferido ceder algunas semanas de ganancia antes que los medios de producción, fuente de sus ganancias desaparezcan. Hoy en tiempos de pandemia, los trabajadores son ahora más conscientes de que quienes generan la riqueza en este mundo no son “los que nos dan trabajo” es decir, los capitalistas que nos explotan, sino los trabajadores mismos, ¡con sus propias manos!

Son los trabajadores quienes producen la electricidad, quienes bombean el agua a las ciudades, quienes producen alimentos y medicinas, y todo eso lo hacen mientras los capitalistas están en cuarentena en sus casas sin mover un dedo. Las y los trabajadores, son quienes saben cómo producir, son quienes deberían tener un control democrático sobre los medios de producción para orientar el trabajo y la producción al bienestar de todas y todos.

La única salida viable para los trabajadores y los explotados en general es imponer una centralización obligatoria de todos los recursos del país, basada en un único plan social y económico, bajo la movilización y el liderazgo de los propios trabajadores. Las empresas han estado despidiendo personal: debemos exigir la prohibición de todos y cada uno de los despidos en una situación de emergencia nacional y social. El control del sistema financiero por parte de los trabajadores del sector, para evitar la fuga de capitales y el vaciamiento del país, también está a la orden del día, poniendo la perspectiva de su nacionalización en la agenda.

Combatir la epidemia requiere una acción centralizada que ponga todos los recursos económicos, materiales y humanos de la nación al servicio de la prevención del contagio, garantizando la seguridad alimentaria y de salud para toda la población activa, ampliando la capacidad del sistema de salud para servir a todos pacientes, priorizando la producción y distribución de elementos de trabajo para profesionales de la salud. Es necesario transformar el sistema de producción en función de las necesidades planteadas por el escenario de crisis.

Mientras los capitalistas procuran sólo sus ganancias, los trabajadores que luchan se vuelven la voz de las mayorías y enfrentan la crisis de la pandemia incluso con soluciones no sólo para la clase obrera sino para toda la humanidad. Esto es así porque la libertad de la clase trabajadora no consiste en suplantar a la burguesía, sino en la extinción de la explotación del ser humano por el ser humano.

Sin embargo, la vida de los trabajadores está siendo puesta en peligro como si se tratase de un insumo productivo más que se tiene desgastar en la línea de producción, y se les niega, ahora como siempre, el acceso a tener salud y una vida digna. Es una contradicción que la clase obrera ya no quiere seguir cargando en sus espaldas. Hoy más que nunca es a todas luces claro que en el capitalismo, mientras una mayoría se dedica trabajar y a generar la riqueza, una minoría se la apropia y la concentra en sus bolsillos. Esto está siendo cuestionado cada día más entre la clase obrera en el mundo, es un aliento para los trabajadores que siguen organizándose y una gran oportunidad para quienes comenzarán a organizarse en centros de trabajo, pueblos y barrios. Soplan vientos de conciencia entre la clase trabajadora.

Y a buena hora, porque los contagios del virus aumentan y surgen rebrotes en países que se pensaban fuera de la pandemia; los capitalistas siguen luchando para que todo se pierda menos sus ganancias. No conformes con haber mantenido laborando a personal en áreas no esenciales, sin ninguna protección, ahora los han comenzado a despedir como una manera de paliar las pérdidas de sus ganancias. Los trabajadores no pueden quedar aún más desprotegidos, lo único que tienen para enfrentar la pandemia es su empleo. Es por eso por lo que debemos fortalecer la organización obrera e impulsar cierres de fábricas bajo un programa de lucha en común que nos permita avanzar con la fuerza de la unidad. Somos millones en nuestro país y miles de millones en el mundo.

Estos son algunos objetivos estratégicos que han permitido la unidad de los trabajadores en todo el mundo para enfrentar la pandemia y que podríamos impulsar y discutir como un programa de lucha en nuestros centros de trabajo, en nuestras escuelas, nuestros barrios y nuestros pueblos:

1. Suspensión inmediata de todas las labores económicas no esenciales con goce de sueldo íntegro y todas las prestaciones para las y los trabajadores

2.Tratamiento médico gratuito y oportuno para todas las personas infectadas.

3. En las ramas económicas que deban permanecer abiertas, cuarentena con goce de sueldo para quienes: a) tengan enfermedades que pueden causar la muerte en personas infectadas de COVID-19, b) sean mayores de 60 años o c) sean mujeres embarazadas.

4. Decreto para impedir despidos, reducciones de sueldos o limitación de prestaciones durante la cuarentena y sanciones estrictas a empresas que lleven a cabo alguna de estas acciones.

5. Plan de fijación de precios de la canasta básica extendida y sanciones estrictas a empresas que especulen con la oferta de estos bienes y servicios básicos.

6. Plan de fijación de precios justos para pequeños y medianos productores nacionales de bienes de la canasta básica.

7. Sanciones estrictas a empresas no esenciales que desacaten el cierre.

8. Asegurar un ingreso económico digno para desempleados, trabajadores sin contrato, pequeños comerciantes, campesinos pobres, profesionistas freelance, así como trabajadores de la economía informal durante la cuarentena.

9. Suspensión inmediata del cobro del pago de agua, electricidad, gas e internet por el tiempo que dure la cuarentena.

10. Refugios para personas en situación de calle y migrantes.

11. Reorientar la producción de todas las empresas que sea posible para generar insumos para la lucha contra la pandemia y en caso de que se nieguen sus dueños plantear su expropiación.

12. Control obrero y democrático de empresas expropiadas.

13. Condiciones de trabajo de alta seguridad y un bono compensatorio justo para los trabajadores de actividades esenciales como hospitales, limpia y recolección de desechos, producción, transporte y venta de alimentos.

14. En caso de que se prevea la saturación del sistema público de salud, expropiación de hospitales privados para brindar atención gratuita.

15. En caso de que se prevea la saturación del sistema de salud en su conjunto, expropiación de hoteles, centros comerciales, centros de convenciones, estadios, etc. para su reconversión en unidades médicas.

¡La socialización de los medios de producción es hoy más que nunca una cuestión de vida o muerte!

¡El derecho a la vida está por encima del derecho a la propiedad!

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