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Análisis de la situación política nacional para nuestra intervención en los nuevos combates

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A continuación publicamos el documento “Análisis de la Situación Política Nacional para nuestra Intervención en los Nuevos Combates”, resultado del trabajo conjunto de los compañeros de Socialismo Revolucionario y el Partido de los Trabajadores, documento con el que esperamos continuar reforzando nuestro conocimiento y visión de la realidad política nacional.

 

Chile, 30 de abril de 2021

 

El acontecer actual de Chile está marcado por el estallido social que comenzó en octubre de 2019, y abrió la crisis del régimen y del modelo social y económico con una movilización popular totalmente inesperada para la clase dominante y las elites políticas a su servicio.

 

Los medios de comunicación suelen llamarlo «estallido social», como si fuera algo explosivo e inesperado, que nadie podía prever. La realidad es que es un fenómeno perfectamente previsible, de hecho anunciamos que se avecinaba una Rebelión Social, aunque no sabíamos cuándo se produciría.

 

El levantamiento en Chile es uno más de una serie de rebeliones y movilizaciones de masas que se dieron en el continente. Sin espacio para ser exhaustivo, mencionaremos que éstas comenzaron con la rebelión que exigió la salida del gobernador de Puerto Rico, Ricardo Roselló, el 13 de julio de 2018. Y cuando el levantamiento chileno comenzó en octubre de 2019, la rebelión indígena y obrera en Ecuador, desencadenada por el alza de la gasolina, aún estaba en pleno desarrollo.

 

Hay momentos en que los procesos sociales y políticos toman una velocidad acelerada, eso ocurrió en Chile en octubre de 2019, después de décadas en las que crecía el malestar, pero las protestas en general no eran nacionales, y cuando hubo grandes movilizaciones estuvieron concentradas en sectores de trabajadores específicos como los subcontratados de la minería, los obreros forestales, los portuarios, los pescadores artesanales, el Movimiento contra las AFP, el movimiento ambientalista, los profesores, el movimiento feminista, el pueblo mapuche o los estudiantes secundarios o universitarios. Parecía que el pueblo chileno nunca se pondría seriamente en movimiento para echar abajo el régimen político ni el modelo económico y social del capitalismo neoliberal.

 

Las fuerzas sociales detrás del levantamiento

El levantamiento en Chile fue liderado principalmente por jóvenes estudiantes, los que arrastraron tras de sí a jóvenes de un amplio abanico de sectores sociales (poblacionales y de trabajadores) tras suyo. La chispa que encendió la mecha fue un aumento de 30 pesos, 4 centavos de dólar, en la tarifa del metro de Santiago. De ahí el lema «No son 30 pesos, son 30 años» de abusos. La protesta, iniciada en estaciones de metro por estudiantes de colegios secundarios, al ver por las redes la dura represión policial contra los adolescentes muchas personas se indignaron y el movimiento se extendió por todo el país y el 19 de octubre ya era una marea nacional.

Aunque los militantes de los partidos de izquierda y los activistas sociales se sumaron a las movilizaciones, ni los partidos ni los sindicatos tuvieron un papel destacado. Pero bajo la presión de las masas y para no quedar fuera de juego, el 23 de octubre, cientos de organizaciones agrupadas en la Unidad Social, entre ellas la CUT, convocaron a una huelga general.

 

Se abrieron las grandes Alamedas

Estábamos frente a una situación que presentaba características pre revolucionarias. Durante dos meses se produjeron barricadas y enfrentamientos con represión policial, así como gigantescas manifestaciones, la mayor marcha en Chile fue una manifestación que tuvo lugar en Santiago el 25 de octubre de 2019. Según cifras oficiales del gobierno más de 1,2 millones de personas participaron sólo en la capital; Más de 3 millones de personas participaron en todo el país. Los manifestantes llevaban carteles hechos a mano con sus demandas.

Destacó la demanda generalizada de una Asamblea Constituyente que ponga fin a la Constitución heredada de la dictadura de Pinochet.

Cuando los trabajadores, los jóvenes y sus familias copamos la Alameda, la arteria vial central de Santiago, y las avenidas cercanas, fue emocionante ver que las palabras del presidente Allende pronunciadas el 11 de septiembre de 1973 se hicieron realidad:

«Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor».

El gobierno de Piñera, y tras de él la casta política en su conjunto responden tarde y mal a un movimiento social en rebelión que ha puesto en cuestión no sólo el gobierno sino el régimen basado en la Constitución del 80 y su modelo económico.

 

Las Asambleas y Cabildos

Entretanto los trabajadores y el pueblo comenzaron la tarea de levantar organizaciones territoriales de base auto convocadas en todas las comunas y barrios populares. La gente movilizada se dijo a sí misma “La casta política y los partidos políticos tradicionales no nos representan, nosotros auto organizados tenemos que tomar el futuro en nuestras manos y comenzar a ejercer nuestro poder en la organización práctica de la sociedad”.

Satisfacción de todas las demandas sociales

Nuestro pueblo ya no se conforma con migajas, subsidios y buenas palabras para embolar la perdiz. Queremos una vida buena para todos y todas. Las grandes Alamedas se han abierto, no permitiremos que se cierren.

Las protestas no terminaron con la brutal represión policial, ni con el toque de queda, ni siquiera cuando los militares salieron a la calle y tuvieron que volver a los cuarteles. El gobierno de Piñera estaba al borde del colapso.

 

No se ha dado solución al malestar social

Ninguno de los grandes problemas que desencadenaron el levantamiento social en octubre se ha solucionado. El aumento de los salarios ha quedado en letra muerta, el Covid-19 y las medidas de confinamiento intermitente que se han tomado para ralentizar su progresión han sumido la economía en una grave crisis económica desencadenando desempleo y aumentando la pobreza y la vulnerabilidad.

En los sectores más empobrecidos han sido las ollas comunes, una tradición retomada de la época de la dictadura de Pinochet, las que han paliado el hambre, los retiros de fondos de las AFP., y los magros bonos del Estado han sido un salvavidas para cientos de miles de familias. Aún así el gobierno se ha opuesto sistemáticamente a estos retiros de los fondos de los propios trabajadores.

Todas las leyes impulsadas por el gobierno y aprobadas en el congreso a raíz de las protestas buscaban endurecer la represión y agravar las penas, al mismo tiempo el gobierno insiste en tratar que se aprueben sus leyes anti trabajador en temas laborales como su reforma previsional que deja intacta a las AFP y las pensiones miserables. Bajos salarios, endeudamiento junto al desempleo y la precariedad laboral que siguen en aumento marcan nuestra vida cotidiana.

 

Un rallado decía «Lo que me da más miedo es volver a la normalidad sin ganar nada». Se equivocan completamente cuando creen que el país está volviendo a la normalidad. El movimiento social ha tomado un respiro para volver con fuerza a la lucha.

 

Desde el partido transversal del orden, El Pacto por la Paz y la Nueva Constitución, es el único gran triunfo que pueden mostrar y con el quieren repetir el itinerario de la salida negociada de la dictadura de Pinochet que le permitió a la gran burguesía 30 años de sobre ganancias y buenos negocios. El pacto del Congreso fue hecho para parar el ascenso de las protestas y cerrar el camino a una verdadera Asamblea Constituyente que pusiera fin al régimen político y económico descompuesto que tenemos en Chile.

 

Estamos ante un verdadero terremoto social que han desencadenado los jóvenes, las mujeres y los trabajadores movilizados, una crisis de régimen político y del modelo económico de capitalismo neoliberal, en este sentido se puede afirmar que en octubre entramos en una situación pre revolucionaria.

 

Ninguna sociedad puede vivir en estado de asamblea y movilización permanente, es normal que con la llegada de la pandemia de Covid-19 en Chile haya disminuido el ritmo de la protesta, pero se engañan los que creen que esto ya pasó. Nos hemos visto obligados a tomar un respiro para volver con más fuerza.

 

En el ojo del huracán

En el centro de un huracán se forma una zona que recibe el nombre de Ojo del Huracán. Cuando se está en el centro de la tempestad a simple vista parece que lo más álgido ha pasado. Dentro de la zona de la tormenta en el ojo hay calma. Sin embargo, es solamente una percepción equivocada, lo más duro está por venir.

 

La idea de Ojo del Huracán es una buena metáfora para la realidad del levantamiento popular que se inició en octubre de 2019 y que amainó con la terrible pandemia del coronavirus. Pareciera que el movimiento ha amainado, que las movilizaciones se han reducido, que el cansancio ha llegado a la gente que quisiera volver a la normalidad.

 

Un verdadero sueño para los partidos del orden. Sin necesidad de entregar concesiones serias a las masas trabajadoras, pareciera que pueden reducir todo el conflicto que les explotó en sus narices en octubre pasado a un simple problema policial de orden público. Pero están equivocados, la rabia y la frustración se han multiplicado.

 

El 15 de noviembre de 2019, las fuerzas políticas del Congreso llegaron a un acuerdo que llamaron «por la paz y la nueva Constitución». Firmaron casi todos los partidos, excepto los comunistas, los humanistas y los regionalistas (un desprendimiento de la Democracia Cristiana).

 

Los partidos del Frente Amplio, la principal agrupación de centro izquierda en el Congreso por número de diputados, se rompieron cuando sus dirigentes aprobaron el acuerdo. El acuerdo era una tabla de salvación del gobierno y del régimen que se estaba desmoronando.

 

El Acuerdo está lleno de trampas, de hecho, cerró la posibilidad de una Asamblea Constituyente Soberana. Por ejemplo, no se podrán discutir tratados internacionales que, sin embargo, tienen rango constitucional, el 1/3 de los votos será suficiente para rechazar cualquier propuesta, los delegados serán elegidos de acuerdo con la ley electoral actual hecha a medida de los partidos políticos que la gente mayoritariamente rechaza.

 

Nosotros hemos denunciado la Convención Constitucional como un fraude, pero al mismo tiempo acompañamos a los amplios sectores de trabajadores que tienen ilusiones en el proceso. Es cierto que 1/3 anticapitalista podría servir de bloqueo a las propuestas continuistas, subvirtiendo el bloqueo de los neoliberales, incluso los pocos representantes elegidos que alcen la voz y denuncien los intentos de asegurar el modelo de capitalismo brutal en la nueva Constitución, basados en la movilización popular de la sociedad podría tener un efecto importante en las decisiones de la Convención Constitucional. Pero que se constituya un bloque así en la Convención Constitucional es muy difícil, aun así, no vacilamos en apoyar a los candidatos luchadores y activistas del movimiento social.

 

Hace ya medio año se celebró un plebiscito en el que sólo votó la mitad de los potenciales electores. El 80% votó por una nueva constitución, aprobada por una Convención Constituyente elegida, pero con poderes recortados de acuerdo con el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución del Congreso. Debido al Coronavirus, las elecciones para esa Convención que debían haberse celebrado ya, se retrasaron hasta el próximo mes de mayo.

 

Sin embargo, a pesar del impacto del Acuerdo en el Congreso, las manifestaciones y asambleas vecinales no cesaron del todo, incluso han seguido habiendo movilizaciones a pesar de la pandemia. A pesar de que hubo asesinatos, manifestantes e incluso transeúntes con graves daños en los ojos, incluso ceguera al disparar la policía perdigones en la cara, todo ello aumentó la rabia de los jóvenes y de la población.

 

Durante mucho tiempo han continuado las manifestaciones y discusiones masivas. Pero la salvación para el gobierno y el régimen llegaron con el Coronavirus. El 3 de marzo del 2020 se anunció el primer caso probado.

Desde entonces, aunque las movilizaciones continúan, incorporando nuevas demandas como subsidios y alimentos de emergencia y la organización de ollas comunes persiste para alimentar a las personas que cayeron en la extrema pobreza, ha habido un notorio reflujo. La gestión de la pandemia por parte del gobierno dictatorial de Piñera ha sido pésima, su prioridad ha sido mantener el negocio, ahora estamos en un nuevo peak de la enfermedad, con hospitales colapsados o al borde del colapso. Por ahora nos ha salvado el sistema sanitario público y el compromiso de los trabajadores del sector, que también ha sido un factor clave que explica el éxito de la actual campaña de vacunación, pero cuyos frutos se verán en dos o tres meses más, cuando un porcentaje importante de la población haya recibido las dos dosis de la vacuna y haya desarrollado inmunidad.

 

La dinámica por “arriba” y por “abajo”

Hay que diferenciar la dinámica en la “sociedad política” y la “sociedad civil”. Lo que ocurre en las instituciones políticas burguesas tiene un evidente impacto en la sociedad, pero la gente que se ve afectada por las decisiones de lo que habitualmente se conoce como “la política” se ve en la necesidad de responder y los abusos crean un creciente malestar en la clase trabajadora. Normalmente las dinámicas de la sociedad están subordinadas a la del conjunto de las instituciones políticas, pero en ocasiones las movilizaciones generalizadas y la organización de los de abajo resulta en una situación excepcional en la que las familias de los que solo tienen su trabajo para vivir, la clase trabajadora, pueden trastocar el poder y abrir paso a grandes conquistas

sociales. Es lo que llamamos una situación pre-revolucionaria, si pudiéramos añadir la acción de un partido de los trabajadores dando dirección a este levantamiento general en la sociedad podríamos hablar de una situación revolucionaria. En Chile hemos visto elementos de una situación revolucionaria, pero falta mucho para llegar realmente a este punto.

 

En nuestra opinión, estamos en el ojo del huracán, y es probable que una vez terminada la pandemia, las movilizaciones vuelvan a salir a la calle masivamente. Nuestra tarea ahora es prepararnos para intervenir especialmente por abajo e impulsar la movilización y la organización popular.

En esta nueva situación, con el salto enorme de la conciencia de las masas especialmente de la juventud trabajadora hay enormes perspectivas para que avancemos hacia la construcción de un nuevo partido de la clase trabajadora, con un ethos revolucionario y una perspectiva socialista, sin esta dirección colectiva ampliamente aceptada en la sociedad las posibilidades de victoria son muy escazas, tal vez imposibles.

 

Consideraciones finales

Con la presión popular por un tercer retiro de nuestros propios fondos previsionales el Congreso Nacional aprobó el nuevo retiro por amplia mayoría, incluyendo diputados y senadores de derecha. La votación superó los dos tercios de votación favorable, pero el gobierno insistió tozudamente en mantener estos recursos depositados en las AFP, que nuestro pueblo necesita desesperadamente para vivir y dinamizar la economía, secuestrados por los grandes grupos económicos y bancos. En días cambió el estado de ánimo de las masas, con la Unión Portuaria a la cabeza que comenzó huelgas, y el paro anunciado para el 30 de abril con cientos de sindicatos, organizaciones territoriales y movimientos sociales uniéndose al llamado. Los caceroleos y protestas enfrentaron nuevamente la brutal represión. El gobierno reaccionó enviando su propio proyecto para autorizar el tercer retiro, con letra chica que fortalecía a las AFP aumentando la cotización en un 2% con cargo al Estado y a las empresas para fortalecer las cuentas de capitalización individual, las Pyme estarían entre las empresas que tendrían que pagar un 1% adicional en beneficios de los grandes grupos económicos y bancos que se benefician de estos recursos a bajo costo. Cuando de manera inesperada para Piñera el Tribunal Constitucional rechazó el recurso de inconstitucionalidad del gobierno, este quedó en una situación muy difícil y no le quedó otra cosa más que aceptar la ley de tercer retiro. Pero su intento de descomprimir el paro nacional no funcionó del todo, el llamado al paro sigue.

 

A la exigencia de retiro de fondos, se une la demanda de bonos de emergencia universales y de un ingreso mínimo universal de $600 mil pesos, y la libertad de los presos políticos de la revuelta y mapuche.

Nosotros rechazamos la violencia criminal contra el pueblo por las fuerzas policiales y militares. Exigimos castigo a los responsables y reparación para las víctimas. Rechazamos la corrupción de las FF.AA. y Carabineros, el rechazo a la política dictatorial de Piñera con sus estados de excepción y toque de queda mañosamente pasados como parte de la respuesta a la pandemia de Covid-19, por todo esto ¡¡Fuera Piñera!!

 

Partido de los Trabajadores -PT Socialismo Revolucionario -SR

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