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DE MARX A TRÍAS Y AL PRESENTE DEL SOCIALISMO

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Revista Claridad n° 33, Abril 2020. Uruguay

Escribe:  Julio A. Louis, Uruguay

Recientemente jóvenes de la Fundación Vivían Trías me solicitaron una reflexión sobre Trías y el socialismo nacional. Con leves variantes la reproduzco para Claridad.     

                                 El materialismo dialéctico

“Yo no soy marxista” dijo Carlos Marx.  La concepción marxista (que Trías comparte) surge con la Revolución Industrial y el proletariado. Rechaza las jerarquías exteriores, el análisis de la conciencia individual aislada, la armonía espontánea y fundamenta las contradicciones en el hombre, en la sociedad, en las relaciones del hombre con la naturaleza. La contradicción implica dificultad, obstáculo, pero también posibilidad de victoria. Por consiguiente, no asume ni el pesimismo ni tampoco el optimismo fácil.  Su teoría se desprenden del conocimiento racional, científico. Por lo tanto, si el marxismo basa sus afirmaciones en la ciencia, es absurdo limitarlo al pensamiento de Carlos Marx, o de Marx y de Engels. En tal sentido, es que Marx dijo que él no era marxista, porque la elaboración racional y científica no nace con Marx ni se termina con él.

    La concepción marxista está capacitada para negarse a sí misma, en cada uno de aquellos aspectos en que el conocimiento racional desapruebe afirmaciones anteriores. Por eso, es correcto llamar a esta concepción, materialismo dialéctico, asentada en sus fundamentos, y no en la obra de su teórico principal. Y esto vale para todos los pensadores que se basan en el materialismo dialéctico, incluido Trías.

                               El socialismo en estado larvario

   En el siglo XX el “socialismo” más aceptado fue creado en la Unión Soviética.  El denominado `sistema socialista’ es el primer intento de superar al capitalista en escala mundial. Marx y Engels imaginaron una sociedad en la que la propiedad privada burguesa sería abolida, los medios de producción socializados y transferidos al Estado, quien planificaría la producción de acuerdo a las necesidades del consumo. Pero ellos pensaron que se instauraría en sociedades capitalistas industrializadas. Sin embargo, esas condiciones no se han dado en el siglo pasado. El `sistema socialista’ integrado por una gran mayoría de países de inferior capacidad productiva a los capitalistas desarrollados, no pudo alcanzar al centro del sistema capitalista, ni escapar de la escasez, del desarrollo desigual, de las diferencias sociales y fue superado por éste.  

   Algunos de los rasgos de lo que también se ha llamado el “socialismo real” – es decir, el que confronta la realidad respecto al modelo previsto teóricamente- es que si los medios de producción y de cambio son estatizados, ello no significa que pertenezcan a todos los miembros de la sociedad. Sería así si el Estado perteneciera a los trabajadores, si fuera dirigido por los trabajadores, pero ese Estado le pertenece a una burocracia, que controla la gestión y ejercita la planificación según sus criterios e intereses. Y así se llega a  lo que el comunista alemán Rudolp Bahro, llama un proto-socialismo o socialismo en estado larvario. (“La alternativa. Contribución  crítica al socialismo realmente existente”, 1979)    

                                 Otras versiones del socialismo

A medida que transcurre el tiempo, muchos reaccionan contra esa versión del socialismo. Trostky, dirigente expulsado de la URSS y exiliado, es de los primeros. Más adelante, ya en la segunda pos guerra (1945 en adelante) hay movimientos que plantean una tercera posición -entre el capitalismo liderado por Estados Unidos y el “socialismo” liderado por la URSS, y de forma más refinada, el líder de izquierda laborista británico, Aneurin Bevan, propone una tercera fuerza, en base a la acción revolucionaria de los pueblos de Europa Occidental y del Tercer Mundo. Idea que influye con fuerza en Vivían Trías y en la izquierda del Partido Socialista de Uruguay.   

  Otros partidos que lideran procesos revolucionarios que intentan el socialismo, son el de Yugoslavia dirigido por el Mariscal Tito, que en el este de Europa realiza una revolución con autonomía y sin la intervención del ejército soviético; y en Asia, en China, bajo la jefatura de Mao Tse Tung que se rebela contra las órdenes dadas por Stalin para el movimiento comunista internacional, y se construye un proceso diferente, que con variantes, se ha mantenido hasta el día de hoy, en que China es ya la segunda potencia mundial.

En América Latina varios pensadores, también proponen un socialismo nacional. El más reconocido es José Carlos Mariátegui (1894-1930), mestizo peruano que introduce las ideas socialistas en su país. Juzga al socialismo inconcebible como calco  o copia de otras experiencias. Aborda la cuestión nacional; valora que el nacionalismo de los pueblos dominados es revolucionario y por ende, concluirá en el socialismo. Y afirma que Latino América no encontrará su unidad en el orden burgués que divide a los pueblos en pequeños nacionalismos y que los socialistas son los auténticos revolucionarios, proponiendo a la vez la integración latinoamericana y una sociedad socialista.    

   Y salteando etapas llegamos a Vivían Trías (1922-1980). Trías se identifica con el nacionalismo emergente “de las orillas” del mundo, su expresión favorita, y también entronca la corriente nacionalista con el socialismo. Teoriza sobre la transición al socialismo, y sostiene que habrá una primera fase Nacional y Popular de la Revolución, previa a la Revolución Socialista. La Revolución Nacional concreta ciertas socializaciones que coexistirán con la propiedad privada, pero sujeta a un plan y a los fines sociales de la comunidad.  Para ello defiende la integración latinoamericana, señalando que ella es inevitable y que será en favor del imperialismo, para la servidumbre, o para la liberación, hecha por sus pueblos.

   Uno de los  párrafos finales  de “Las montoneras y el Imperio Británico” (1961) afirma:    

“La lucha ya no es contra el Imperio Británico, sino contra el imperialismo yanqui. Pero nuestro destino nacional sigue en barbecho, no hemos construido la nación, no somos dueños reales de nuestra soberanía y, por lo tanto, no podemos impulsar nuestro desarrollo económico en la medida necesaria para que todo el pueblo oriental posea un nivel de vida civilizado y disponga de asequibles posibilidades de cultura.”

    A fines del siglo XX, Hugo Chávez habla del “socialismo del siglo XXI”, cuando ya Trías no vivía. Y así emergieron diversos procesos afines, como los de Venezuela, Ecuador y Bolivia en América del Sur.  

                    El presente capitalista y el  futuro socialista

   Finalmente en apretada síntesis, llegamos al capitalismo del siglo XXI.  Lenin fundamentó que había un “sistema de Estados”, y que resultaba incomprensible lo que pasara en uno de ellos separado del resto. Hoy, de modo más rotundo, hay un “gobierno mundial”, pues al declive de los Estados Nacionales se le sustituye por un nuevo poder global que escapa a todo control de la democracia liberal. El poder real ha sido desplazado hacia nuevos centros, un verdadero “poder desde las sombras” cuya mayor expresión (no la única es el Club de Bilderberg, existente desde 1954) que analiza y dicta pautas sobre temas de ciencias físicas, biológica y sociales, determinando la orientación de la ONU, el FMI, el BM, la OMC, el BID, la OTAN, etc. La contradicción entre esa burguesía trasnacional y el bloque de las clases populares de las naciones dependientes es hoy la contradicción principal. Y a partir de la crisis de 2008 ha generado un nuevo escenario con otra tríada de poder: Estados Unidos, Rusia y China, sustitutiva de la de EE.UU., la Unión Europea y Japón.       

   La crisis del sistema capitalista se perfila de larga duración. Y es una crisis general de la civilización burguesa, crisis de alta velocidad, por lo que pueden suceder saltos cualitativos bruscos, como podría traer la emergencia sanitaria del coronavirus. Mientras tanto hay un nuevo tipo de guerras, que abarcan estrategias sicológicas, informáticas, políticas, diplomáticas y militares sincronizadas. Se las denomina guerras de 5a Generación, dirigidas a conquistar mentes manipulando a la humanidad. Se propaga -sobre todo en los países del Sur- noticias basura y se desinforma de las noticias realmente trascendentes. Guerra para la cual las clases populares todavía carecen de respuestas adecuadas.   

De modo que a las nuevas generaciones les competerá la tarea de crear estrategias (de largo plazo para ganar las guerra) y tácticas (para ganar las batallas), aprendiendo de los aciertos y de los errores de las generaciones precedentes. ¡Adelante compañeros!

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